A rey muerto, ¿rey puesto?

No ha pasado un año desde el adiós de la piscina de Michael Phelps y su trono ya fue reclamado por el nuevo monarca de la natación, un joven de 20 años que en los Campeonatos Mundiales de Budapest que finalizaron el domingo consiguió una marca que ni el 23 veces medallista de oro olímpico pudo alcanzar en su laureada carrera.

Se trata del estadounidense Caeleb Dressel, el único nadador en la historia en conseguir tres títulos en un sólo día, sea en mundiales o en juegos olímpicos.

No fue sólo eso, también igualó a Phelps al conquistar siete medallas de oro en un mismo campeonato.

De allí que sea inevitable hablar de la comparación entre el "tiburón de Baltimore" y la "águila de Florida", en alusión al tatuaje que exhibe en su hombro izquierdo.

"No soy una persona como Michael", advierte Dressel, para quien su éxito está basado en su fe cristiana.

"No se si las recibiría bien (las comparaciones con Phelps), reconoció la nueva sensación de la natación, "pero se que van a llegar".

"No creo que me ponga más presión, sólo quiero seguir haciendo lo mío en esta competencia y en el futuro", dijo durante la semana.

Portento

Dressel necesitó menos de dos horas para saltar a la piscina en tres oportunidad y conquistar tres medallas de oro en una misma sesión, hecho sin precedentes en la natación.

Primero logró el título en los 50 metros estilo libre, luego los 100 metros mariposa y redondeó la noche contribuyendo al récord mundial en la final del relevo mixto 4x100 de estilo libre.

Por si fuera poco, entre prueba y prueba tuvo que asistir a las correspondientes ceremonias de premiación.

El propio Phelps fue uno de los primeros en reconocer las habilidades de su heredero.

"¡Este chico está que se sale!", escribió en su cuenta de Instagram la legendaria estrella, que completó su hazaña de siete medallas de oro en los mundiales de Melbourne en 2007, un año antes de alcanzar ocho preseas dorada en las olimpiadas de Pekín 2008.

Phelp acompañó el mensaje con una imagen de él junto a Dressel tras ganar la medalla de oro en el relevo 4x100 estilo libre en Río de Janeiro el año pasado.

Esa fue la confirmación de lo que se esperaba de la mayor promesa que ha tenido la natación masculina estadounidense desde la aparición de Phelps y de Ryan Lochte, pero que durante un etapa de su vida pareció que nunca iba a poder alcanzar.

Fue en 2015, cuando perdió el interés por la natación y estuvo alejado durante meses de la piscina.

Hasta ese momento había sumado marcas y récords en todas las categorías infantiles y juveniles que había competido, evolucionando constantemente desde que en 2012 formó parte del prestigioso equipo de natación del colegio Bolles.

Ferviente creyente

Pese a su éxito, Dressel repitió una y otra vez la semana pasada, cada vez que salía de la piscina y se enfrentaba a los micrófonos, su intención de asumir lo que estaba viviendo con humildad y de la importancia de Dios en su vida.

Fue gracias a la religión que volvió al agua y desde entonces no se separa del versículo de la Biblia Isaías 40:31, el mismo que lo identifica en el perfil de sus cuentas en redes sociales y que lo acompañó en cada una de sus mejillas cuando se presentó en los campeonatos nacionales de natación en 2015.

A partir de allí su progresión ha ido en constante ascenso, impresionando incluso a otras estrellas de la piscina como la sueca Sarah Sjostrom.

"No se incluso si estuvo en las olimpiadas el año pasado", dijo la nadadora, quien fue la primera mujer en bajar la barrera de los 52 segundos en los 100 metros estilo libre.

"Dio un gran salto este año como podemos ver. Es en verdad muy impresionante, algo muy bueno de ver", admitió Sjostrom, quien fue elegida la reina de la piscina en Budapest junto a Dressel, coronado como rey.

Pero los premios y los elogios que recibe los asume como parte del camino que está recorriendo, que entiende tiene un propósito mayor que la misma natación.

"Esa es la razón por la que estoy en este deporte, no sólo ir rápido sino inspirar a la gente y mostrarles que mi felicidad la encuentro en lo que Dios me ha concedido", dijo cuando fue entrevistado en los campeonatos nacionales hace dos años.

"He aprendido mucho y en en verdad aprendí a ver la luz al final del túnel y confiar en lo que Dios está haciendo, sea en un momento difícil o en el pináculo de tu vida", señaló.

Vivido lo primero y alcanzado lo segundo, el desafío para Dressel estará en permanecer en la cúspide durante la próxima década.

Longevidad que requiere su reino para poder en verdad ser considerado a la altura de Phelps, quien durante su tiempo en el trono -desde que ganó su primera medalla mundial en 2001 hasta Río 2016- se convirtió en el deportista olímpico más laureado de la historia.

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