2015 fue el "año de la crisis de los refugiados" en Europa: un millón 8.616 personas llegaron al continente a través del mar. En 2016 esa cifra se redujo drásticamente a poco más de 400.000. Sin embargo, en los últimos 12 meses, un número récord de personas murió tratando de cruzar el Mediterráneo.

Mientras que en 2015, los desaparecidos y ahogados en el mar fueron 3.771, en 2016 la cifra creció hasta superar los 4.899.

"Es lo peor que hemos visto nunca (…). De una muerte por cada 269 llegadas el año pasado, en 2016, la probabilidad de morir se ha disparado a una por cada 88", dijo recientemente William Spindler, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.

¿Por qué si las llegadas de refugiados a través del mar disminuyeron aumentó el número de personas ahogadas y desaparecidas?

La ruta más peligrosa

Una de las causas hay que buscarla en el reparto diferente de las llegadas entre las principales rutas migratorias del Mediterráneo.

En 2015, un 84% de los refugiados que llegaron a Europa, 851.000, lo hicieron a través de la llamada ruta oriental, que parte de Turquía y cruza el Egeo hasta las islas griegas.

Este año, el número de llegadas por esa ruta se redujo drásticamente hasta 180.000.

Sin embargo, en los últimos 12 meses, la cifra en la ruta central, desde Libia hasta Italia, aumentó.

"Las llegadas a Grecia se detuvieron en gran medida como consecuencia del acuerdo de marzo entre Turquía y la UE", apunta Federico Fossi, vocero de ACNUR en Italia.

En virtud de ese acuerdo, que entró en vigor el 20 de marzo de 2016, los inmigrantes que llegan a Grecia son devueltos a Turquía si no solicitan asilo o su demanda es rechazada.

"Desde un punto de vista general, se ve un descenso bastante drástico en el número de llegadas. Sin embargo, si miramos a Italia, a la ruta central del Mediterráneo, este es un año de récord: llegaron casi 179.000. El año pasado fueron 150.000 y en 2014 fueron 170.000", asegura Fossi en conversación con BBC Mundo.

"Esta ruta es conocida por ser la más peligrosa, comparada con la del Este del Mediterráneo", agrega.

La distancia entre Libia y Lampedusa, la isla italiana más cercana, es de alrededor de 280 km.

Entre Turquía y las islas griegas que más refugiados recibieron en 2015, como Kos o Lesbos es de entre 5 y 10 km.

Traficantes "implacables"

En la ruta central del Mediterráneo, la probabilidad media es que uno de cada 47 inmigrantes que realizan el trayecto termine ahogado.

Pero esta mayor peligrosidad no se debe solo a una cuestión geográfica.

"Los traficantes están usando tácticas que no son seguras y son mucho más implacables que en el pasado. Meten a mucha gente en barcos mucho más pequeños y creemos que tienen un límite en los barcos que pueden conseguir", le dice a BBC Mundo Joel Millman, vocero de la Organización Internacional para las Migraciones.

Las embarcaciones que utilizan los traficantes de personas son, en muchos casos, simples lanchas hinchables, incapaces de resistir el viaje completo.

"A menudo sucede que el momento más peligroso es cuando el barco de rescate se acerca a la embarcación. Las personas entran en pánico, quieren ser rescatadas y puede ocurrir que se muevan a un lado de la lancha y esta se hunda. Caen al mar y muchos de ellos no pueden nadar", relata Fossi.

"Estamos hablando de una media de unas 100 a 150 personas a bordo de lanchas inflables y entre 400 y 700 en barcos pesqueros de madera. Con solo un naufragio de una de estas embarcaciones, el número de muertes es muy alto", agrega.

Menores sin acompañar

Un 26% del total de migrantes que cruzaron el Mediterráneo en 2016 fueron niños, la gran mayoría de ellos no acompañados, el 17% mujeres y el 57% hombres.

Los principales países de procedencia de los migrantes que tratan de llegar a Europa a través de la ruta oriental y de la ruta central también varían.

"Suelen ser personas que atraviesan el desierto, sobre todo a través de Níger, y llegan a Libia, donde encuentran un ambiente que facilita el tráfico de personas", apunta Millman.

Mientras que la mayor parte de quienes llegaron a Grecia, tanto en 2015 como en 2016, fueron sirios, afganos e iraquíes, las nacionalidades mayoritarias de los que viajan hacia Italia desde Libia son la nigeriana, la eritrea y la guineana.

"Los sirios son casi inmediatamente vistos como refugiados. Muchos periodistas e incluso políticos pueden pensar que los subsaharianos no son refugiados sino migrantes económicos".

"Pero esto es incorrecto porque aunque el número es menor, los derechos de protección internacional son individuales. Cada una de estas personas tiene el derecho de reclamar protección internacional", comenta Fossi.

¿Cómo reducir las muertes?

En estos momentos, las labores de rescate son coordinadas por los guardacostas italianos.

La Unión Europea lanzó la Operación Tritón en noviembre de 2014, que sucedió a la operación Mare Nostrum, que había sido puesta en marcha por el gobierno italiano un año antes.

Además, en la zona patrullan barcos de rescate fletados por diversas ONGs.

"Teniendo en cuenta el número de personas que mueren y desaparecen en el mar, no se puede decir que sea suficiente. Si lo fuera, habría menos víctimas. Pero sin los grandes esfuerzos de los rescatistas, habría muchas más", afirma Fossi.

"Después del naufragio del 19 de abril de 2015 (en el que murieron más de 700 personas) la operación Tritón se amplió con más barcos y la misión dejó de ser sólo control de fronteras. Se incluyó la búsqueda y rescate y se amplió el alcance de la operación hasta más allá de 30 millas de las costas libias", agrega.

Tanto desde Acnur como desde organizaciones no gubernamentales que participan en las labores de salvamento se pide que, además de operaciones de rescate, se adopten medidas legales que reduzcan el riesgo de estos viajes.

"Hablamos de vías legales que incluyen mejorar el realojo, admisiones humanitarias, reunificación familiar, visas humanitarias, civiles y de trabajo para los refugiados. La posibilidad de llegar a Europa como refugiado sin arriesgar sus vidas en manos de traficantes (…). Lo malo es que de alguna manera nos estamos acostumbrando a que la gente muera en el mar. Y eso es muy triste", sugiere Fossi.

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