Los resultados ya indicaban una tendencia. El senador Manuel José Ossandón abrazaba a su hermana Ximena para felicitarla por su triunfo: casi anochecía el domingo recién pasado y asomaba como la primera mayoría en el distrito 12 (La Florida, Puente Alto, La Pintana, entre otras comunas) convirtiéndose en diputada electa. Ambos estaban en Puente Alto, en la sede del comando de campaña de la ex vicepresidenta de la Junji. Tras el abrazo, el senador y ex precandidato presidencial fijó la vista en una pantalla grande que mostraba los resultados generales de la primera vuelta.

Ossandón se sentó al frente, se acomodó los lentes, y anotó unas cifras en una hoja de papel. Con la mirada puesta en las imágenes, el senador –que renunció a RN para ser precandidato, pero luego de las primarias regresó a su militancia- advirtió a sus acompañantes: “A Piñera no le va a alcanzar para ganar”.

Entre los adherentes  y colaboradores de los hermanos Ossandón había jolgorio. Poco importaba el resultado de la elección presidencial.

Pero el correr de las horas instaló cierta inquietud en el entorno del senador RN. El 36% obtenido por Sebastián Piñera en los comicios indicaban que todos los vaticinios de expertos y analistas estaban equivocados –e incluso los cálculos del propio comando-  y que el ex presidente no había penetrado en sectores donde sí lo hizo su principal contendor, Alejandro Guillier, pero, sobre todo y, sorprendentemente, la abanderada del Frente Amplio, Beatriz Sánchez. Es decir, los sectores populares donde históricamente Ossandón ha conseguido apoyos.

Bastaba mirar las cifras entregadas por el Servel para verificar que la estrategia de silencio de Ossandón, adoptaba desde que perdió en las primarias del sector, había sido determinante y que su influencia en el distrito donde su hermana se impuso holgadamente, no se traspasó al ex mandatario.

Este y otros factores cambiaron el panorama y precipitaron una conversación que habían eludido por meses y que se volvió tan incómoda como inevitable: el miércoles Piñera y Ossandón cerraron un acuerdo que podría ser determinante con miras a la segunda vuelta.

La derrota de Codina y la presión familiar

En el distrito 12, si bien Piñera se impone a sus contendores principales con 109.911 votos y el 28,78% de la votación, se encuentra prácticamente empatado con Beatriz Sánchez, quien obtuvo 1.997 votos menos y el 28,25%. Pero los datos más sorprendentes se dieron en Puente Alto: Sánchez se impuso a Piñera por 7.887 votos, llevándose el primer lugar.

Las cifras preocuparon al entorno de Ossandón y en especial a sus hermanos. Roberto (abogado y ex dirigente de RN), y también Ignacio (ingeniero comercial), fueron determinantes en hacerle ver al senador RN, que si Piñera no conseguía revertir su baja votación en sectores donde él sí tenía los votos, frente a una eventual derrota, él sería sindicado como el principal responsable. El cientista político Patricio Navia también estuvo entre quienes le recomendaron hacer un gesto al ex presidente. De lo contrario, su futuro en el sector seria decididamente cuesta arriba e hipotecaría su principal objetivo: convertirse en el eventual relevo en el poder.

Pero Ossandón y sus cercanos vieron otra cosa: la estrategia de dejar en manos del alcalde de Puente Alto, Germán Codina, su ex jefe de campaña, la misión de apoyo a Sebastián Piñera, estuvo lejos de rendir frutos y más bien lo que mostraron las cifras es que Codina fracasó en una de las comunas más populosas del país.

Con todos estos antecedentes sobre la mesa, Ossandón estaba dispuesto. Pero, tal como había hecho trascender después de las primarias: no sería él quien dé el primer paso. “Que me llame”, le dijo escuetamente a los suyos. Y ya el martes, es decir, 48 horas después de los comicios, fue su propia hermana quien mandó el mensaje a través del diario La Segunda.

"Sebastián Piñera necesita a mi hermano, pero aún no lo ha llamado directamente", dijo Ximena Ossandón.

Las advertencias

Hasta antes del 19 de noviembre, rondaba el optimismo en el comando de Sebastián Piñera. Se hablaba incluso de ganar en primera vuelta. El propio ex presidente intentaba combatir el “triunfalismo”, casi sin éxito. En la recta final de la campaña el “factor Ossandón” se había vuelto intrascendente. Fuera de micrófono, integrantes del comando y dirigentes de Chile Vamos advertían que la esperada reunión entre ambos, que nunca se concretó después de las primarias, ya no era necesaria. Menos aún, después de meses con el ex presidente marcando primero en las encuestas y mirando de lejos, hacia abajo, a sus contendores.

La preocupación se había trasladado hacia el otro eje de batalla en la centroderecha: la incertidumbre total sobre la performance del ex UDI José Antonio Kast, en la primera vuelta.

Pero, todo cambió con la votación del domingo.

Desde el lunes, el análisis comuna a comuna y región por región, de los resultados del 19N fueron el principal foco de atención en el comando de Piñera. Y dentro de eso, las luces rojas se encendieron con los números del distrito 12. Las miradas apuntaron hacia Ossandón y abrió un debate al interior del piñerismo.

El miércoles 22 en la mañana, el comité político estratégico de la campaña se reunió en el comando de calle Enrique Foster. El principal tema de debate fue la decisión de incorporar o no a Ossandón. En la cita estuvo -a ratos- el jefe político de Piñera, Andrés Chadwick.

A esa hora, el ex Presidente ya tenía definido que llamaría al senador para invitarlo a almorzar.

Pero varios de los que estaban ahí, como Gonzalo Cordero y el ex presidente de Evópoli, Jorge Saint Jean, plantearon sus reparos a la idea de llegar a un acuerdo con el legislador.

Los personeros advirtieron que su estilo cambiante podría resultar peligroso para la campaña. Afirmaron que al calor de las duras recriminaciones que hizo contra el ex Presidente durante la contienda de primarias, el legislador simplemente no era de fiar. Afirmaron que significaba abrir la puerta a un eventual “fuego amigo”.

Pero por sobre todo, los presentes coincidieron en que el costo que tendrá que pagar Piñera por un acuerdo con Ossandón, sería elevado de cara al balotaje y frente a un eventual gobierno, en caso de un triunfo en diciembre.

De hecho, según una fuente del comando, los presentes sabían que las negociaciones de Ossandón apuntarían a solicitar el cargo de intendente en la Región Metropolitana y buscar ser elegido en el mismo cargo, democráticamente, en 2020, de llegar a aprobarse la ley en el Congreso.

 A ello apuntaría una de sus peticiones a Piñera en la cita del miércoles: la aprobación de la elección directa de intendentes pero con “verdaderas atribuciones”.

En el equipo de Ossandón, en todo caso, descartan esta versión y afirman que el senador aún quiere intentar una opción presidencial para esos comicios.

Finalmente sí, fue una de sus peticiones, junto con avanzar en gratuidad universal en educación superior, una nueva ley de pesca, mejorar las pensiones y la extensión del metro a comunas vulnerables como La Pintana. Todo, en una reunión donde Ossandón fue tan confrontacional como durante la campaña a las primarias, y donde el acuerdo terminó siendo sellado después de una breve catarsis.

El jueves el senador RN hizo público el petitorio y comprometió al ex mandatario en una rueda de prensa en la sede de Renovación Nacional.

El tono de Ossandón encendió las luces en el piñerismo: "Si no cumple, seré su peor enemigo”, le mandó a decir, mientras Piñera reconoció escuetamente que se “avanzará en gratuidad…apenas la economía vuelva a crecer con fuerza”.   

El problema que se le instala a Piñera no es menor: hasta ahora su compromiso es mantener la gratuidad al 50% de los estudiantes más vulnerables, y el resto financiarlo con becas y créditos estatales. Asimismo deberá hacer frente a su propio sector, donde hay dirigentes que se oponen tenazmente a dar pasos hacia adelante en gratuidad.

Y como corolario, el factor humano: aunque dicen que Piñera no es “rencoroso”, el trajín de la primaria y la virulencia de Ossandón dejó heridas difíciles de cerrar. Por eso la reunión fue una verdadera prueba de pragmatismo para el ex presidente y principal candidato a vencer el 17 de diciembre.  

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