El aumento de la población mundial y la transición demográfica son factores que nos expone aún más a los impactos negativos de los desastres naturales, climatológicos y emergencias. En estos casos las vulnerabilidades y las necesidades de las personas mayores son muy diferentes a las de otros grupos etarios.

Su fuerza y su capacidad de moverse se reducen, así como su capacidad de ver y oír.  Del mismo modo, son también más vulnerables al calor y al frío. A menores condiciones, mayores son las desventajas que afectan su capacidad   de reacción. Incluso los más débiles y recluidos en su casa, tienen menos posibilidades y voluntad  de escapar de una potencial amenaza. 

“Los adultos mayores son frecuentemente ignorados en los programas de  planificación, adaptación y respuesta de desastres; tampoco sus aportes son tomados en consideración.  Un error garrafal, ya que está comprobado que la combinación de su conocimiento personal, con la ciencia y la tecnología pueden ser beneficiosos para generar  soluciones  más eficaces en el manejo de riesgos”, asegura Joost Martens, director regional de Help Age International, organización miembro de Red Mayor.

La clave para protegerlos es incluirlos en todo tipo de gestión de riesgos, más ahora por ejemplo cuando el país está siendo afectado por una serie de incendios forestales que mantienen a  tres regiones del país como zona de catástrofe.  

  • Abordar las necesidades de las personas mayores

En una emergencia, el principio fundamental de una buena práctica es el de estar consciente de la presencia de las personas mayores y de tomar pasos activos para localizarlas e identificarlas. Una lista de control puede ser desarrollada en el campo  para incluirlos en el diagnóstico de las necesidades. “Para realizar esto es necesario localizar, satisfacer y evaluar las necesidades de los adultos mayores a través de la observación y discusión directa – trabajando con ellas para identificar y abarcar tanto sus necesidades inmediatas como su visión para su recuperación,” enfatiza el experto en seguridad. 

  •  Satisfacer las necesidades básicas

De sus propias experiencias en emergencias, las personas mayores conocen sus varias necesidades básicas. Cuando sus casas han sido destruidas, necesitan materiales de construcción y mano de obra para ayudar a reconstruir sus hogares. Además también requerirán comida y colchones o un área elevada para dormir con el fin de evitar el dolor agudo de los músculos y articulaciones.

  • Movilidad

Según Martens, “la movilidad limitada puede crear severos problemas para las personas mayores en crisis. La investigación ha identificado cuatro problemas. Primero, la incapacidad: por ejemplo, cuando no están en posición de salir de sus casas, a las personas mayores se las dejan atrás o son incapacitadas de obtener acceso a servicios esenciales. Segundo, las personas mayores algunas veces no están en posición de subirse a los camiones, o son más lentas que otros y son dejadas atrás. Tercero, cuando no existen facilidades de transporte regular, las personas mayores pueden que no estén en posición de lograr servicios esenciales. Por último, en emergencias algunas personas mayores están incapacitadas, debido a la pérdida de sus soportes de movilidad, prótesis y anteojos, mientras que otras necesitan fisioterapia y oportunidades de ejercicio para reducir los dolores musculares y de sus articulaciones”.

  • Acceso igualitario a los servicios esenciales

Cuando los problemas de aislamiento, falta de movilidad, fortaleza física o trauma dificultan a las personas mayores el acceso a los servicios esenciales, es necesario adaptar dichos servicios para preservar la igualdad en su provisión. Según Joost Martens “cuando los adultos mayores están en posición de alcanzar el socorro centralizado y los puntos de suministros de servicios, deben competir con otras personas más jóvenes  usualmente más fuertes y ágiles, por lo tanto necesitarán protección y apoyo prioritario para tener acceso a cualquier tipo asistencia”.

  •  Necesidades sociales, psicológicas y familiares

Separación y pérdida de miembros de la familia durante las emergencias, conllevan al aislamiento, privación y pérdida de sustento. La angustia y la desorientación causada por los rápidos cambios en el estatus social junto al trauma y agotamiento se combinan con la pérdida familiar, de vivienda y de bienestar. Debido a esto se deberá prestar apoyo psicológico inmediato a los afectados.

  • Reconocer y apoyar la contribución de las personas mayores

Como resultado de las emergencias, con frecuencia las personas mayores tienen más responsabilidades en el sustento a sus familiares, movilizando recursos y asumiendo la custodia de los niños, huérfanos y otros dependientes. Ellos deben ser apoyados tanto en sus necesidades y como en su contribución; mientras que las autoridades deben ser capaces de movilizar una gama amplia de habilidades, conocimiento y experiencia para contribuir a la normalización de su vida.

Publicidad