Assad Haig tiene 23 años y trabaja en Erbil, capital de la Región Autónoma Kurda en Irak.
Hace unos días recibió una llamada desde el teléfono de su madre: al otro lado de la línea un hombre le avisaba que el Estado Islámico ejecutaría a su familia.
La historia de Haig, reportada por el Global Post, es aún más cruda pues casi todos los familiares que conoce habrían sido secuestrados, siendo la mayoría de ellos mujeres y niños.
El pueblo del que Haig proviene, Sincar, habría sido invadido por militantes del Estado Islámico el 3 de agosto recién pasado y de su familia solo se habría salvado su padre, que escapó hacia las montañas –donde habrían miles atrapados sin comida-; y su abuela de 84 años, quien ya no puede caminar. De todas formas, los secuestradores habrían amenazado a la anciana si no dejaba la ciudad.
La familia de Assad Haig, así como la mayoría del poblado de Sincar, se identifica como yazidíes, una minoría iraquí que es perseguida por el Estado Islámico. Distintos reportes de ciudadanos que escaparon la invasión indican que los captores les habrían dado solo dos opciones: convertirse al islam o morir. Aunque otros señalan que se habría tratado simplemente de una ejecución masiva.
Haig solo pudo preparar documentos con las identificaciones, números de teléfono y datos de sus familiares para presentarlos a la policía kurda y a los grupos de ayuda de estadounidenses, pero en medio de eso recibió una llamada donde un sujeto, identificado como un militante del Estado Islámico, le advirtió que su familia sería ejecutada el sábado pasado al rechazar convertirse al Islam.
Ahora solo le queda esperar, pues ni siquiera se le permite volver a su ciudad. "Dénme un arma y lucharé", declaró al Global Post. "Nadie está luchando contra el Estado Islámico, ¡son todas mentiras! Nadie me está ayudando a recuperar a mi familia", agregó.
