Desde marzo de este año se han confirmado 672 muertes por ébola en el este de África, en el peor brote de la enfermedad.
Pero, el problema no solo es el virus, sino que también el miedo de las localidades donde éste ha llegado.
El New York Times reporta que, en Guinea, varios pueblos se han rebelado contra los “visitantes no deseados”, atacando con cuchillos, piedras y machetes a grupos de ayuda como Médicos Sin Fronteras.
La epidemia escaló a un nuevo peldaño, pues se sumó un cuarto país a la lista de contagios, tras conocerse un caso en Nigeria.
El especialista que falleció por la enfermedad que trataba
Sheik Uman Khan fue hospitalizado y puesto en cuarentena la semana pasada, luego que mostrara síntomas del virus.
Khan era el mejor especialista de Sierra Leona en la enfermedad y murió pues no hay vacunas ni tratamientos específicos para ello.
El virólogo era considerado por algunos como un héroe nacional, al haber cuidado de unos 100 pacientes y ser el único especialista de Sierra Leona.
Antes de contraer el ébola habría sido extremadamente cuidadoso –usaba máscara, guantes, trajes y zapatos especiales-, pero él mismo señaló que “los trabajadores de la Salud están expuestos a la enfermedad al ser los primeros a quienes llaman los que se enferman. Incluso con el traje de protección completo, hay riesgo”.
La semana anterior, tres trabajadores de un hospital en Liberia fallecieron, por lo que las enfermeras se fueron a huelga. Asimismo, el país decidió cerrar sus fronteras.
Pese al último caso conocido en Nigeria, desde la OMS señalan que es poco probable que se expanda a más países o continentes, pues el contagio no es tan simple como el de un resfrío, por ejemplo.
