Las estimaciones oficiales del Centro de Predicción del Clima de EE.UU. (NOAA en su sigla en inglés) es que el regreso del El Niño está proyectado con un 50% de seguridad. En lo que coinciden los expertos, es que de presentarse será enorme, muy parecido al período 1997-98, el más fuerte de la historia. Pero además, sumado a una mayor cantidad de CO2 en la atmósfera.
“En general los eventos de ‘El Niño’ acá en Chile Central se manifiestan con precipitaciones que en ocasiones superan el 50% o 100% de la lluvia para la época”, explico a Canal 13 el meteorólogo de la DMC, Juan Quintana. Ese año en Santiago cayeron sobre 700 milímetros. El doble del promedio de lluvias de un año normal. Además, se concentró en sólo dos meses.
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De presentarse, El Niño traería cambios pronunciados en los patrones climáticos en todo el mundo. Sería positivo para algunas zonas que han emnfrentado una sequía prolongada y para volver los embalses a niveles históricos. En Chile, la mayor parte de los embalses está por debajo del 50% de su capacidad.
Pero no todas sería buenas noticias con la llegada de El Niño. Y menos si viene con mayor fuerza. Con las lluvias vienen tormentas, inundaciones y deslizamientos de tierras. Sumado al cambio climático, el efecto sobre algunas zonas de África y Australia podría ser catastrófico. Hasta hora la temperatura del mar ha subido, pero no lo suficiente como para asegurar la aparición de El Niño. Lo que los expertos coinciden, es que de llegar será muy grande.
El Niño en 1997-1998 se produjo con menores niveles de CO2 y las cosas han cambiado en el decenio y medio transcurrido hasta ahora. El Océano Índico, por ejemplo, ha experimentado un aumento en la actividad de tormentas, que tiende a restar valor a la actividad de El Niño en el Pacífico. Con el cambio climático las sequías han crecido en África, por lo que esta próxima temporada, de la mano de El Niño, podría ser una pésima noticia.
