Cristina arruinó la foto, por Aldo Schiappacasse.

Cristina arruinó la foto, por Aldo Schiappacasse.
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Hay una película llamada “Final Cup” que narra la historia de un soldado israelí que tiene entradas para la final del Mundial de 1982, pero es capturado por un palestino en uno de los tantos estallidos armados en Gaza. La cinta tiene triste pero optimista final, pero el punto es que a veces pareciera que el mundo no se mueve y está donde mismo. Más de 30 años después, en Jerusalén, la paz aún está lejana.

Que lleguen Alemania y Argentina a la final, por ejemplo, es repetido. Son siempre los mismos, dirán los pesimistas, y recordarán, de seguro, la vieja frase de Gary Lineker: “el fútbol es un juego de once contra once que siempre ganan los alemanes”. Es verdad que los germanos vienen de una sequía ganadora de 18 años , y que los argentinos no estaban en una final hace 24, pero a todo el mundo le calza que esto tenga sabor repetido, sencillamente porque unos van por el tetra y los otros por el tri, lo que ya es complejo de explicar.

Si gana Messi se meterá de lleno en la pelea por ser el mejor de la historia. Si ganan los teutones se volverá a hablar de colectivismo y procesos. Habrá festejo en la Puerta de Bradenburgo o en el Obelisco, en un ejemplo divino de cómo el mundo puede ser tan opuesto: el rector de la economía planetaria por un lado; el díscolo deudor que atormenta al FMI y hace tiritar los mercados con cifras de opereta que nunca llegan a estallar del todo.

Yo creo que el mundo cambia, en todo caso. Y que los mundiales reflejan eso. Jamás pensé que alguna vez tendríamos dos Papas vivos. Y que el Vaticano tuviera que detallar el protocolo con que ambos verán la final alentando a sus equipos.

Cuando el viejo y querido Sandro Pertini festejaba en la tribuna el título de Italia campeón del 82, con genuina y espontánea alegría, jamán pensé que habría una Copa del Mundo en que una mujer haría de anfitriona (Dilma) y otras dos representarían la lucha en la cancha (Angela y Cristina). La enfermedad de esta última privó al mundo de una foto grandiosa: un trío de mujeres comandando el mundo de los hombres. Llegará el día –y espero estar vivo- en que una mujer esté al frente de la FIFA, aunque ya es difícil que alguien que no sea Joseph Blatter esté al mando de ese nido.

El mundo y el fútbol se mueven, por cierto. A veces en un evidente círculo. Argentina y Alemania están en la final. Y se juega en Maracaná. Era fácil de anticipar, pero quién lo habría pensando.

(FOTO: AP)

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