Arsenal (de Wenger) 1-0 Chelsea (de Mourinho). ¿Cuánto hace que no veían algo similar? Es de esos resultados que merecen una segunda inspección, por si hemos mirado mal o nos están contando un chiste.(*)
Después de todo, esta es la primera victoria de un Arsenal dirigido por Arsène Wenger sobre un Chelsea a cargo de José Mourinho en los últimos 14 partidos, en un lapso de ¡11 años!, y el gol de Alexander Mark David Oxlade-Chamberlain (el chico, de 21 años, necesita un apodo a la brasileña, "Alex" u "Oxy") fue el primero en este duelo de personalidades desde mayo de 2007.
(Recordemos que Mourinho trabajó en Italia y España entre 2008 y 2013.)
Una sequía, la del Arsenal, que se prolongó durante 506 minutos de juego: ese es el peso que levantó Oxy en Wembley.
Es por esto que la victoria del Arsenal en la supercopa inglesa, o Community Shield, no es un resultado cualquiera, en un partido que casi siempre resulta de tono menor, debido a su programación durante la pretemporada: en este caso puede marcar el momento en que el "Profesor" Wenger se libera por fin del yugo psicológico que para él representa (o representó) el "Especial" Mourinho.
Estas paternidades futbolísticas suelen resultar mortales para el técnico a quien tienen "de hijo", pero Arsène Wenger tiene un pellejo muy curtido.
Mourinho, a quien Wenger no saludó al finalizar el partido, trató de conservar la ventaja psicológica saludando uno por uno a los jugadores del Arsenal cuando descendían del palco, pero Wenger, que marchaba último, se deslizó a sus espaldas, tal vez para no acogotarlo, como casi hizo en octubre del año pasado en un partido en Stamford Bridge que terminó 2-0.
El portugués acusó a su rival de traicionar sus convicciones (el Arsenal fue conservador tras marcar), pero en fútbol la noción de "traición" es tan anómala como en la política: "perdimos la elección porque el adversario obtuvo más votos…"
En otro rasgo típico de la gestualidad mouriniana, el técnico del vencido arrojó su medalla a un joven aficionado del Arsenal: interprétenlo como quieran, dio a entender, total yo ni siquiera conservo todas mis medallas de ganador.
Es posible que este partido, este resultado, tenga el efecto saludable de que en adelante se hable de fútbol, de Arsenal y Chelsea, en vez de Wenger y Mourinho.
En este sentido, se podría decir que esta vez Arsenal parece contar con los jugadores y (mal que le pese a Mourinho) la flexibilidad táctica para una campaña realmente exitosa; si en años anteriores los buenos momentos eran pocos o breves, o ambas cosas, esta vez los gunners se tienen más confianza.
Esto se debe, en parte, a la presencia de un portero de la talla de Petr Cech, que da confianza a la defensa, algo invalorable en fútbol de alta competitividad.
Este ha sido uno de los puntos más vulnerables y criticados del Arsenal de los últimos años, a pesar de los buenos momentos en 2014-2015 de David Ospina.
La transferencia de Cech ha desconcertado a los comentaristas, porque la impresión de muchos es que en circunstancias normales aportará alrededor de 10 puntos adicionales al balance del Arsenal la temporada que se avecina.
Si a la garantía en portería se agrega el aporte de Alexis Sánchez (que deslumbró la temporada pasada, a pesar de bajar su rendimiento hacia el final), Ozil, Cazorla, Bellerin, Coquelin, Ramsey… Los gunners sonríen.
Los cínicos se preguntaron si el Chelsea no sabría algo sobre la salud de Cech que los médicos del Arsenal no pudieron detectar: Mourinho jamás habría autorizado de otra forma ese "regalo" de puntos a su enconado rival local.
La verdad sería otra: el propietario del Chelsea, Roman Abramovich, habría aprobado la operación como un favor personal al portero que fue gran protagonista de muchas satisfacciones del club desde su llegada en 2004.
Mourinho, que sabe callarse cuando el patrón toma decisiones, también tendría otros motivos de preocupación, en particular las dudas sobre el rendimiento de sus tres centrodelanteros.
Diego Costa no jugó el domingo, debido a una lesión sufrida en la pretemporada: es una situación a la que se están habituando en el Chelsea.
Su reemplazante, el francés Loïc Rémy, no descolló durante el primer tiempo, cayendo numerosas veces en off-side; en la segunda parte Mou puso en su lugar a Radamel Falcao, su gran apuesta esta temporada, pero tampoco cuajó.
Si Falcao recupera durante la temporada su velocidad y codicia (la crueldad, digamos) ante la portería, Mourinho habrá probado una vez más su genio; si no lo logra, arreciarán las suposiciones de los cínicos que señalarán la influencia de Jorge Méndes, el poderoso agente del portugués y el colombiano.
Estas habladurías son imposibles de evitar y forman parte del aderezo, el condimento del fútbol. Como dice el refrán portugués de origen árabe citado por el propio Mou no hace mucho: "los perros ladran y la caravana pasa".
Con lo cual querrá decir que él y su Chelsea seguirán ganando.
En francés no faltará un proverbio igualmente útil para Arsène Wenger; digamos… "Tant va la cruche à l’eau qu’à la fin elle se casse", tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.
(*) Un colega argentino, hincha del Chelsea, nos llamó hoy para comentar el partido, cuyo resultado, a su juicio, difícilmente podrá repetirse, aunque, dijo:"Borges, si le interesara el fútbol, habría apuntado que cualquiera, con suficiente paciencia, tiempo y papel, podría escribir El Quijote".
