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La tienda de objetos perdidos que se convirtió en una mina de oro

La tienda de objetos perdidos que se convirtió en una mina de oro
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Fundsachenverkauf es la curiosa solución de Suiza a las enormes cantidades de objetos perdidos olvidados en el sistema de transportes.

Si alguna vez perdiste algo en el autobús, en el metro o en un tren, quizás ni te molestaste en preguntarle al chofer o al asistente de estación; simplemente lo diste por irrecuperable.

Pero si te ocurrió en Suiza, quizás puedas ver ese objeto de nuevo, específicamente en Zurich, apilado en las repisas de una tienda muy particular, en manos de un empresario sin igual.

"Todos los meses nos llegan 8.000 objetos perdidos", dice Roland Widmer, mientras arrastra una de las cajas de su tienda de Zurich. "Los más comunes son los anteojos. Recibimos unos 20 pares todos los días".

Widmer, de cabello cano y mirada que se esconde tras unos lentes ovalados, es el director de Fundsachenverkauf (o venta de objetos perdidos), una empresa que creó en 2005 para aliviar los abarrotados departamentos a cargo de acumular estos objetos en el sistema de transporte suizo.

Hasta ahora ha sido un éxito. Por cada palé de distribución que el empresario de 55 años recibe de sus socios, como el aeropuerto de Zurich o el servicio de correos, paga una tarifa plana. Y aunque hay mucha basura, también encuentra muchos tesoros.

"En estos momentos tenemos un brazalete de diamante de US$27.000 y un reloj estimado en US$36.000", me dice Widmer.

Prendas de diseño, lentes de sol, computadoras portátiles y hasta instrumentos musicales son hallazgos comunes en un país que figura en forma consistente en las listas de más ricos del mundo. Los palés procedentes del aeropuerto en especial producen ricas cosechas.

"Hay objetos de mayor calidad, más costosos, un poco más bonitos", dice.

En Suiza, los viajeros tienen entre uno y tres meses para reclamar objetos perdidos, dependiendo de su valor. "Los objetos que valen menos de 50 francos (US$52) son enviados a Fundsachenverkauf en un mes", dice Donatella Del Vecchio, portavoz de la compañía suiza de ferrocarriles SBB.

"Por encima de 50 francos, SBB los resguarda por tres meses, de acuerdo con lo estipulado por la ley de Transporte".

Más de 100.000 objetos extraviados fueron recogidos por SBB sólo el año pasado. Teléfonos celulares, llaves y monederos se encuentran entre los más comunes.

De hecho, fue SBB el que tomó la iniciativa y puso en marcha el inusual negocio de Widmer hace diez años, cuando sometió su problema de objetos perdidos a licitación.

La solución de Widmer la ganó, y todavía hoy casi dos tercios de todos los objetos que recibe vienen del servicio de trenes. El resto sale de los aeropuertos, el servicio de correos y los autobuses.

Vencido el lapso de tres meses, las personas que han perdido cosas ocasionalmente tocan la puerta de Widmer. A veces tienen suerte.

"Cuando los vendemos, pierden el objeto para siempre, pero pueden hacerse con el dinero", dice, de buena grado.

Algunas de sus adquisiciones más inusuales incluyen un cálculo biliar de los años 60, un uniforme de prisionero, una urna funeraria y una prótesis de una pierna. Su objeto favorito es un anillo envenenado ("¡Con el que puedes matar a tu esposo!", bromea).

De vez en cuando encuentra difícil deshacerse de alguna cosas. "Colecciono objetos verdaderamente extraordinarios", dice, con una sonrisa. "Un agregado reciente es una variedad de cepillos para limpiar chimeneas".

En un cuarto trasero de su tienda de Zurich, tres técnicos están afanados trabajando. Las memorias de todas las laptops y aparatos electrónicos son limpiadas antes de que se los restaure. Incluso hay especialistas que se encargan de arreglar piezas de joyería y reciclar objetos, creando piezas específicas a partir de anillos rotos, zarcillos a los que le falta la pareja, oro y pendientes.

"En nuestro negocio practicamos una forma muy interesante de reciclaje", dice Widmer. "El reciclaje es muy importante hoy y para el futuro".

Algunos objetos son ofrecidos en subasta. Otros se venden por internet. Ahí se pueden encontrar desde un anillo Bulgari por 14.900 francos (unos U$15.140) hasta varios MacBooks relucientes, pasando por un tablero de ajedrez hecho a mano que se vende por 2.490 francos (unos U$2.530).

Pero es más divertido explorar el laberinto de curiosidades de la tienda de Zurich, donde las bicicletas cuelgan del techo, los guantes están sujetos a ganchos de ropa y, en una esquina, una máscara del carnaval de Venecia lo vigila todo.

Entre los objetos más costosos en existencia al momento de escribir está nota se cuentan un brazalete de 15.000 francos (U$15.240), un violín de 5.000 francos (U$5.080), un Rolex de 9.000 francos (U$9.150) y un reloj Quinting de 11.000 francos (U$11.180).

Algunos productos son donados a organizaciones de caridad.

Winder se proclama un orgulloso adherente al Kaizen, una práctica de mejoramiento continuo introducida originalmente en Occidente por el empresario japonés Masaaki Imai.

"Cuando uno recibe hasta 80.000 objetos al año, tienes que tener un buen procedimiento", dice. "Es importante para nosotros que todo esté limpio, que los precios sean correctos y que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer".

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