México apenas había empezado a lidiar con las secuelas de un fuerte terremoto cuando otro sacudió el país.
La pregunta natural es: ¿están relacionados? ¿Uno es consecuencia del otro?
Los sismólogos pasarán una gran cantidad de tiempo discutiendo sobre esto en los próximos meses, pero a primera vista no parece haber relación.
La proximidad en la fecha, y que el segundo, de magnitud 7,1, siga a uno de 8,1, no es un patrón inusual.
Pero los dos están geográficamente distantes, le dijo a la BBC Warner Marzocchi, sismólogo del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología en Roma.
En el sismo del 7 de septiembre, de magnitud 8,1, el hipocentro -el punto de origen dentro de la Tierra- se situó a 650 km del sismo de 7,1 registrado este martes.
Si el segundo terremoto fuera una réplica del primero, estarían más próximos, dentro de los 100 km.
Pero no es un dato definitivo, y los científicos leerán atentamente todos los datos conforme vayan llegando.
Lo que sí está relacionado es la causa. México se asienta sobre tres grandes placas tectónicas.
Las placas tectónicas se están moviendo y ese movimiento causa los terremotos.
Tanto el terremoto del 7 de septiembre como el del 19 ocurrieron cuando la placa Cocos, sobre la que está el océano Pacífico, se deslizó por debajo de la placa Norteamericana, plataforma de la mayor parte de la superficie de México.
El impacto
En la actualidad se usan modelos de computadora para estimar el número de víctimas de un gran terremoto. Un par de horas después del sismo del martes, esa previsión sugería más de 5.000 heridos y de 200 muertos.
Los números serán probablemente más altos, teniendo en cuenta la forma en que el número de víctimas mortales se elevó en las horas recientes.
Mucho depende de la hora a la que ocurre el temblor.
Si es durante las horas de día, como en el caso del de este martes, en una escuela con debilidades en la construcción pueden morir muchos niños. Es el caso de la escuela Enrique Rébsamen, situada al sur de la Ciudad de México, en la que murió más de una veintena de niños.
El terremoto del día 7 de septiembre desprendió 30 veces más energía que el segundo, pero la magnitud no lo es todo en estos casos.
El evento del martes se registró mucho más cerca de áreas más pobladas y de la Ciudad de México, parcialmente construida sobre los sedimentos de un antiguo lago, lo que amplifica las ondas sísmicas.
Lecciones de 1985
La preparación ayuda a disminuir el impacto de un terremoto y el número de víctimas. México es uno de los lugares más sísmicos del planeta y aprendió mucho de 1985, cuando un terremoto de magnitud 8 mató a más de 10.000 personas y dejó unos 30.000 heridos.
El martes se cumplía el 32 aniversario de aquel devastador terremoto.
Tras ese trágico evento, el país implementó un sistema de alerta temprana, el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), que fue el primero del mundo.
El sistema permite detectar el momento en que inicia un sismo y emitir una alerta inmediata a la capital del país.
Los sensores monitorean permanentemente los movimientos de la tierra y cuando detectan alguno que pueda convertirse en un sismo de magnitud 6 en la escala de Richter emiten inmediatamente una señal de radio.
La transmisión es radial porque sus ondas viajan más rápido que el sismo.
La señal también se transmite por los 10.000 altavoces que hay en la ciudad, de tal manera que la alerta pueda escucharse por la mayor parte de los capitalinos.
La señal llega a centrales de las ciudades incluidas en el sistema, y de allí se envía a la red de medios que la retransmiten.
Desde el terremoto de 1985 se estableció en el país un sistema de protección civil particularmente intensivo en las escuelas de educación básica y se realizan simulacros con frecuencia en todas las instalaciones públicas del país.
Eso incluye, cada año, un macro simulacro en la capital donde la Alerta Sísmica se activa por unos segundos.
Este año, el simulacro ocurrió pocas horas antes del terremoto de 7,1 del martes.
