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Las monjas que invierten en Wall Street para desafiar a las grandes empresas desde dentro

Las monjas que invierten en Wall Street para desafiar a las grandes empresas desde dentro
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Una orden de religiosas en Pennsylvania libra desde hace años un pulso con bancos y multinacionales para cambiar sus prácticas siguiendo una estrategia especial: compran acciones para que sus ejecutivos las escuchen o pasen vergüenza.

Nora Nash puede estar lejos de tu estereotipo de un inversor de Wall Street, sobre todo si tienes la imagen de las películas de Hollywood donde abundan el lujo, la codicia y el vicio.

Esta mujer septuagenaria pertenece a las Hermanas de San Francisco de Filadelfia, una orden de unas 400 monjas católicas que trabajan con pobres, inmigrantes y ancianos en Estados Unidos.

Las inspira una máxima: "Quien no arriesga, no gana".

Pero la hermana Nora, en particular, dirige el área de responsabilidad social corporativa de la congregación y lidia con ejecutivos de enormes bancos y multinacionales, desde Goldman Sachs hasta McDonald's.

Lo ha hecho siguiendo una estrategia especial: invertir sus fondos de jubilación en acciones de empresas para desafiarlas desde dentro, como una suerte de voz de la consciencia de sus decisiones en temas como la transparencia, la salud de sus clientes o el cambio climático

Convento de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia en Aston, Pennsylvania.
Convento de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia en Aston, Pennsylvania.

Su objetivo es lograr que algunos peces gordos del capitalismo estadounidense eventualmente cambien su rumbo o asuman el riesgo de pasar vergüenza en público rechazando a un grupo de monjas preocupadas.

En varios casos han logrado al menos ser escuchadas.

"Sabemos de hecho que la mayoría de las empresas que trabajan con nosotros se dieron cuenta de que su marca y reputación están en juego, y están disponibles al comentario y el diálogo", señala la hermana Nora a BBC Mundo.

"Pasos para cambiar"

La orden de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia fue fundada en 1855, pero su batallar en el mundo financiero comenzó más de un siglo después.

Inquietas por lo que hacían las empresas donde habían invertido los fondos de sus jubilaciones, las monjas crearon su comité de responsabilidad financiera en 1980 y esa misma década empezaron a elegir sus blancos, en contacto con otras organizaciones.

Boicotearon empresas petroleras como Shell Oil, Texaco y Mobil, al gigante de los alimentos Nestlé por sus políticas laborales y al gigante de la tecnología General Electric (GE) por su vínculo con la producción de armas nucleares.

También se apartaron de las grandes compañías tabacaleras.

Esas primeras campañas llamaron la atención, al punto que en 1992 el entonces jefe ejecutivo de GE, Jack Welch, voló en su helicóptero al convento de las monjas en Aston, Pennsylvania, para una reunión con ellas.

Jack Welch, el exjefe ejecutivo de General Electric
Jack Welch, el exjefe ejecutivo de General Electric

La hermana Nora dice que todos sus encuentros con grandes ejecutivos han sido "hasta cierto punto exitosos y respetuosos", incluso cuando a los empresarios no les gustaba lo que les planteaban.

Para hacerse escuchar, las monjas se valen de una ley que permite a inversores con al menos US$2.000 en acciones en una compañía, someter resoluciones a la reunión anual de accionistas de la empresa.

Pero esta es una herramienta de último recurso, que usan cuando consideran que los directivos "no toman los pasos para cambiar", advierten.

"En su mayor parte, las corporaciones están abiertas a nuestras estrategias e impulsos, pero hay algunas que toman mucho tiempo", explica la hermana Nora por correo electrónico a la BBC.

Billetes y pecados

La lista de empresas con las que estas monjas lidiaron en los últimos tiempos es larga y variada, aunque han evitado invertir en compañías involucradas en producción militar, pornografía, tabaco y juegos de azar entre otras áreas contrarias a sus valores.

Sí le apuntaron por ejemplo al banco de inversión Goldman Sachs por las pagas "pecaminosas" que recibían sus ejecutivos, a McDonald's para combatir la obesidad infantil y el consumo de pollo con antibióticos, y a la petrolera Chevron por el impacto ambiental de la fracturación hidráulica o fracking.

Este año lograron que accionistas de ExxonMobil votaran mayoritariamente una resolución para encomendar un análisis sobre el cambio climático, impulsada por la hermana Nora y otros inversores, pese a la oposición del consejo de la petrolera.

También han reclamado mayor información sobre las prácticas de Wells Fargo, el banco envuelto en un escándalo tras admitir que su personal abrió hasta dos millones de cuentas sin el aval de sus clientes.

Sucursal del banco Wells Fargo.
Sucursal del banco Wells Fargo.

Aunque muchas de las resoluciones presentadas por la hermana Nora y su equipo nunca llegan a aprobarse, los expertos creen que ejercen presión para que los ejecutivos de las empresas sean más transparentes, ante la posibilidad de que crezca el respaldo a las propuestas de las monjas.

"Debido a la tecnología, los ciclos constantes de noticias y la financiación colectiva, una iniciativa pequeña iniciada por un grupo religioso en Filadelfia puede reunir apoyos alrededor del país y del mundo", advierte Thomas Fitzpatrick, director de la escuela de negocios de la Universidad de Husson, en Maine, EE.UU., en diálogo con BBC Mundo.

"Efecto grave"

En EE.UU. existen otros grupos que realizan "inversiones morales" en empresas, incluido el Centro Interreligioso de Responsabilidad Corporativa, del cual forman parte las Hermanas de San Francisco de Filadelfia.

Pero esta pequeña orden de monjas se ha destacado desde hace años por su incansable activismo, que la hermana Nora piensa continuar pese a sus problemas de salud.

"Debo ser más cuidadosa con mi agenda y no trabajar demasiadas horas extra", explica esta mujer de voz suave que creció en Irlanda y en 1961 tomó los votos monásticos de pobreza, obediencia y castidad con su orden franciscana en EE.UU.

Hermana Nora Nash. junto a su director asociado, Thomas McCaney.
Hermana Nora Nash. junto a su director asociado, Thomas McCaney.

Sin embargo, las cosas tal vez se vuelvan más difíciles para ella en el futuro próximo.

El Congreso de EE.UU. analiza un proyecto que podría acabar con la posibilidad de que accionistas con al menos US$2.000 presenten propuestas a una compañía y dejaría esa potestad solo a quienes tengan al menos 1% del paquete accionario, lo que en grandes empresas poseen apenas inversores gigantescos.

Además, cada vez más compañías en este país optan por realizar reuniones virtuales con sus accionistas, sosteniendo que mejoran el acceso y reducen costos respecto a los encuentros presenciales.

Las monjas buscan frenar esta tendencia con pedidos de resoluciones en empresas como la petrolera ConocoPhillips o el gigante de telecomunicaciones Comcast, advirtiendo que las reuniones online pueden reducir la voz de accionistas, sobre todo los pequeños.

La hermana Nora también expresa inquietud por los cambios que surgen del gobierno de Donald Trump y dice entender a quienes creen que EE.UU. marcha en la dirección equivocada.

"El poder de los grupos de presión y la falta de liderazgo en (Washington) DC han tenido un efecto grave en la gobernanza empresarial, la sustentabilidad y el medio ambiente", señala.

Pero agrega que hay cientos de buenas empresas que se mueven "en la dirección correcta" y se muestra convencida del aporte que ha hecho con sus aliados.

"Tengo la sensación de que, a través de este trabajo, he marcado la diferencia en muchas corporaciones", reflexiona.

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