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¿Qué es lo que realmente está buscando Kim Jong-un en su pulso con los EE.UU. y Donald Trump?

¿Qué es lo que realmente está buscando Kim Jong-un en su pulso con los EE.UU. y Donald Trump?
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Aunque aparcó su amenaza de bombardear Guam, Corea del Norte mantiene un desafío con el que el líder de Pyongyang podría estar intentando suavizar las sanciones internacionales y reforzar su autoridad en su país

Kim Jong-un celebra el 4 de julio rodeado de militares norcoreanos el éxito en el lanzamiento de un misil intercontinental
Kim Jong-un celebra el 4 de julio rodeado de militares norcoreanos el éxito en el lanzamiento de un misil intercontinental

Las tensiones entre Corea del Norte y los Estados Unidos se agravaron en los últimos tiempos con el lanzamiento de dos misiles intercontinentales por parte de Pyongyang el pasado julio y la imposición de nuevas sanciones por Naciones Unidas.

Pero el líder norcoreano, Kim Jong-un decidió al final no cumplir su amenaza de lanzar uno de sus cohetes sobre las inmediaciones de la isla estadounidense de Guam.

La BBC intentó responder a la pregunta de cuáles son las verdaderas intenciones del líder norcoreano con la ayuda de John Nilsson-Wright, analista de Chatham House.

¿Tienen los Estados Unidos algo que ofrecerle a Corea del Norte para que ponga fin a sus ensayos nucleares?

Tras la escalada verbal de los últimos días, en los que el presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó a Pyongyang con "fuego y furia" si llegaba a disparar contra Guam, cuesta imaginar que la diplomacia pueda actuar como una herramienta para moderar las tensiones regionales.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, y otros altos cargos de la administración Trump han subrayado la importancia de la diplomacia y el propio presidente Trump ofreció a Kim en el pasado abrir un diálogo, pero no hay ningún indicio de que eso sea ahora posible.

Manifestación de mujeres en Pyongyang contra los Estados Unidos
Manifestación de mujeres en Pyongyang contra los Estados Unidos

Los últimos contactos oficiosos en Europa con responsables norcoreanos sugieren que Pyongyang sigue obsesionado con continuar su programa nuclear y sus ensayos de lanzamiento de misiles.

Sorprendentemente, en la Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) celebrada en Manila no se produjo ningún encuentro entre Tillerson y Ri Yong-ho, el ministro de Exteriores norcoreano, y la oferta de diálogo lanzada por Seúl fue inmediatamente rechazada por el Gobierno norcoreano.

En principio, hay algunos incentivos que Washington podría ofrecer a Corea del Norte, como el inicio de conversaciones para alcanzar un tratado de paz definitivo con el Sur, pasos preliminares hacia el reconocimiento diplomático del régimen, lo que incluiría el establecimiento de una misión estadounidense de cooperación en Pyongyang, o un acuerdo para la reducción del armamento convencional en la Península. Pero todos estos son, en el mejor de los casos, objetivos a largo plazo.

Las constantes violaciones de pactos alcanzados con el norte en el pasado han erosionado las ganas de hacer concesiones que pudiera haber en Washington, donde impera una arraigada desconfianza en el régimen a ambos lados del espectro político. Se asume que la presión, mediante la nueva y más severa ronda de sanciones de la ONU, es la única manera de meter a Pyongyang en vereda.


¿Es un arsenal nuclear disuasorio el objetivo irrenunciable de Pyongyang?

Desde que accedió al poder en 2011, Kim Jong-un ha tenido dos objetivos prioritarios. Se trata simplemente de renovar el Ejército y hacer prosperar la economía de su país.

Las aspiraciones nucleares de Pyongyang vienen de la década de 1960 y responden al deseo del régimen de tener plena autonomía política y militar, pese a la oposición, no solo de enemigos tradicionales como los EE.UU., Japón y Corea del Sur, sino también de sus aliados tradicionales, China y Rusia.


Por qué?

En realidad, uno de los motivos de Pyongyang es la evaluación racional de sus intereses estratégicos. Las experiencias de Libia e Irak son un recordatorio de que la única garantía para la supervivencia nacional es estar en posesión de armas de destrucción masiva.

Aunque Washington no ha expresado intenciones hostiles hacia el norte, Pyongyang sostiene que los Estados Unidos son una potencia nuclear superior y, con hasta 28.000 militares instalados en Corea del Sur, representa una clara amenaza.

Kim Jong-un celebra el 4 de julio rodeado de militares norcoreanos el éxito en el lanzamiento de un misil intercontinental
Kim Jong-un celebra el 4 de julio rodeado de militares norcoreanos el éxito en el lanzamiento de un misil intercontinental

De este modo, las ambiciones nucleares de Kim Jong-un se perciben también como la expresión de una política identitaria. La legitimidad de la dinastía de los Kim se basa en la narrativa de una defensa nacional ante unos Estados Unidos hostiles e implacables.

La Guerra de Corea (1950-1953), presentada por la propaganda norcoreana como el resultado directo de la agresión estadounidense, sirve para describir a la superpotencia ante el público norcoreano como un adversario que pretende destruir el país.

Para los norcoreanos más mayores, esa evocación de las acciones estadounidenses durante la guerra, en la que casi cada ciudad del país fue sepultada por los bombardeos, forma una narrativa convincente y es repetida para el grueso de la población a través de los mensajes políticos que a diario emite el Estado.

Las recientes declaraciones belicosas de Trump son un regalo para Kim Jong-un, que le ayudan a fortalecer su imagen de comandante en jefe y supremo protector de la nación.


¿Podría una Corea del Norte con armamento nuclear coexistir con los EE.UU.?

Corea del Norte intensificó sus ensayos con misiles en los últimos años, en los dos pruebas nucleares concluyeron con éxito. Todo ello mejoró la capacidad disuasoria del país.

Informes recientes de inteligencia elaborados en los Estados Unidos sugirieron que Pyongyang podría contar ya con hasta 60 bombas nucleares (una cifra cuestionada por algunos analistas) y sus ejercicios con misiles de largo alcance realizados entre el 4 y el 28 de julio indican que ya podrían alcanzar territorio de los Estados Unidos.

Además, un reporte publicado en el Bulletin of the Atomic Scientists puso en duda hasta qué punto la mejora de su capacidad balística permitiría a Corea del Norte lanzar una de sus cabezas nucleares contra territorio estadounidense, pero hay pocas dudas de que durante el último año hizo dramáticos progresos que le aseguraron su membresía en el club de las potencias nucleares.

En cualquier caso, Washington dejó claro que no reconocerá esa condición. Hacerlo, serviría en bandeja a Kim una victoria propagandística, socavaría las relaciones de EE.UU. con sus aliados regionales claves (Japón y Corea del Sur), daría lugar a una carrera armamentística en la zona y comprometería el sistema global de no proliferación.


¿Es algo de lo que se propone Corea del Norte factible?

Para Kim Jong-un, es prioritario seguir impulsando su política agresiva de lanzamiento de cohetes y ensayos nucleares como vía para fortalecer su capacidad disuasoria y, también, su autoridad y legitimidad políticas.

Puede contar con que las reticencias de China para establecer restricciones económicas verdaderamente dañinas, pese al reciente apoyo de Pekín a la última tanda de sanciones de Naciones Unidas.

Igualmente, es lógico que piense que, al fin y al cabo, como señalaron muchos expertos, los Estados Unidos aceptarán la necesidad de negociar alguna forma de paralización del desarrollo de las capacidades nucleares del Ejército de Corea del Norte con la esperanza de que eso estabilizaría el panorama estratégico y a la vez dejaría la puerta abierta a un futuro desarme.

Una mujer pasa en Seúl junto a una pantalla de televisión con la imagen de Kim Jong-un
Una mujer pasa en Seúl junto a una pantalla de televisión con la imagen de Kim Jong-un

Antes de eso, el líder norcoreano podría albergar la esperanza de asegurar algunas concesiones de EE.UU. y Corea del Sur, ya sea en forma de asistencia económica y de la reducción de armas convencionales en la península, o, sobre todo, el reconocimiento como estado soberano independiente que el Norte tanto tiempo ansió.

La clave en la situación actual es hasta qué punto la retórica arriesgada de Trump bastará para frenar los ensayos de misiles de Pyongyang. Corea del Norte amenazó con probar cuatro misiles de corto alcance en las cercanías de las instalaciones militares que los Estados Unidos mantienen en Guam.

Ningún presidente estadounidense podría tolerar un ataque directo al país, pero un lanzamiento de prueba en aguas internacionales cercanas a la isla de Guam podría presentarse como "una zona gris" a la que responder no con una acción militar directa, sino de una manera más matizada.

John Nilsson-Wright es investigador del Programa para Asia de Chatham Housey profesor de Política Japonesa y Relaciones Internacionales en Asia Oriental en la Universidad de Cambridge.

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