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Cómo la Segunda Guerra Mundial mejoró las relaciones entre Reino Unido y Japón

Cómo la Segunda Guerra Mundial mejoró las relaciones entre Reino Unido y Japón
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Cuando la guerra estalló, Reino Unido urgentemente estableció cursos intensivos de japonés para el uso de ciertos soldados en el conflicto. Los que aprendieron el idioma se convirtieron en los diplomáticos de la posguerra.

Hace 70 años que Japón se rindió y que la Segunda Guerra Mundial finalizó. Pero cuando la guerra con Japón estalló, a finales de 1941, Reino Unido no podía estar peor preparada.

Principalmente, porque casi nadie en el país sabía hablar japonés.

El único lugar en el que enseñaban el idioma era en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, ahora conocida como SOAS, que pertenecía a la University of London.

Así que diseñaron un curso de 18 meses para estudiantes en los últimos años de secundaria que tuvieran un don especial para los idiomas.

Los llamaron los "Chicos Dulwich" y muchos de ellos llegaron a tener un papel fundamental en la relación de posguerra entre Reino Unido y Japón.

Cuando la guerra estalló, las instalaciones de enseñanza de japonés en la escuela eran rudimentarias.

"Aquí se enseñaba japonés", contó a la BBC el profesor Ian Brown, quien está escribiendo una historia sobre la SOAS. "Había dos profesores a finales de la década de 1930. Pero las clases de japonés —bueno y las clases de todo, honestamente— eran bastante pequeñas".

La verdad era que aprender lenguas exóticas no era una prioridad para el imperio británico en la década de los 30.

"La inversión de Gran Bretaña en Japón era pequeña y no había inversiones japonesas en Gran Bretaña", dijo a la BBC Hugh Cortazzi, quien aprendió japonés en el SOAS y fue el primer embajador británico en Tokio en la década de 1980.

"Y, por supuesto, Japón había estado distanciándose de Occidente. Pero creo que también había un elemento de arrogancia por parte de los británicos", asegura Cortazzi.

Becas

La escasez de hablantes de japonés en 1942 se acentuó tras el desastroso comienzo de la guerra de Reino Unido contra Japón.

Pocas semanas después del ataque sorpresa a la Flota del Pacífico de Estados Unidos en Pearl Harbor, que provocó la entrada de EE.UU en la guerra, los japoneses invadieron con éxito las colonias británicas en Malasia.

Allí también cayó la enorme base militar británica en Singapur.

No sorprende que la mayoría de los pocos que habían aprendido japonés en SOAS hubieran tomado empleos en Asia oriental.

Y, con la caída de Singapur, la mayor parte de ellos terminaron convertidos en prisioneros de guerra.

Así que un desesperado Ministerio de Guerra decidió promocionar becas para cursos intensivos de 18 meses a estudiantes de últimos años de secundaria, para aprender japonés, chino, turco y persa (preveían que la guerra podría extenderse a estos países), comenzando en mayo de 1942.

Uno de los jóvenes que solicitó —y obtuvo— esa beca fue Guy De Moubray, que murió el pasado junio, a los 90 años.

Había nacido en la entonces Malasia británica, donde sus padres todavía vivían, y estudiaba en el Loretto School, cerca de Edimburgo.

"Mi padres se convirtieron en prisioneros de guerra en febrero de 1942, y fue entonces cuando decidí presentarme al examen para pedir esa beca", afirmó en una entrevista grabada por SOAS.

"Lo hice en parte por mis padres, pero también porque quería terminar la escuela un año antes".

Intérpretes o traductores

De Moubray fue uno de los 30 chicos que estudiaron japonés.

Fueron instalados en el Dulwich College, en el Sur de Londres, en dos de las pensiones para estudiantes.

Cada día, él y los otros "Chicos Dulwich" viajaban en tren hasta la estación de Victoria y después en autobús (si les alcanzaba el dinero) o a pie, hasta las instalaciones del SOAS, en el centro de Londres.

El repentino ingreso de estudiantes brillantes, altamente motivados y financiados por el estado le dio a SOAS un importante impulso que resultó vital en su expansión tras la guerra.

Había dos cursos para ellos. Se pensaba que aprender a hablar y leer japonés en tan corto tiempo era demasiado difícil. Así que los soldados se capacitaban como intérpretes -que tenía solo que saber hablar- o como traductores -que podían leer pero no hablar.

Con el tiempo los mismos "Chicos Dulwich" fueron reclutados. Pero sus primeros intentos de implementar lo que habían aprendido no siempre fueron exitosos.

Guy de Moubray fue enviado a frente en Birmania para monitorear las transmisiones militares japonesas.

"Cada vez que llegábamos a un nuevo frente, uno de nosotros tenía que encaramarse en un árbol de teca para colocar la antena en el punto más alto posible", recordó. "Esperábamos sintonizar la radio del regimiento japonés. Desafortunadamente, aunque lo intentamos durante más de dos meses, nunca lo logramos".

Su sospecha fue que el bosque de teca era tan alto que la señal no podía penetrar.

Estadistas y diplomáticos

Después, fue el primer soldado británico en desembarcar cuando Singapur fue liberada. Allí encontró a sus padres, a quienes no había visto desde que tenía 14 años, todavía con vida tras tres años en cautiverio japonés.

El verdadero impacto de los "Chicos Dulwich" vino después de la guerra. "Sin estos jóvenes no habría una relación entre Reino Unido y Japón", afirma el doctor Christopher Gerteis, actual presidente del centro de investigación sobre Japón de SOAS.

"Si existiese, estaría concentrada en la clase aristocrática como en los años 30. En cambio, estos son los estadistas profesionales, esta es la generación que constituyó las Naciones Unidas, que armó las estructuras después de la guerra fría, que eventualmente condujeron a la creación de una democracia liberal fuerte en el Japón de la posguerra".

Hugh Cortazzi, ahora de 91 años, minimiza el impacto de los graduados de SOAS en la reconstrucción de Japón en la posguerra. "La participación británica durante la ocupación fue realmente mínima", dice. "No tuvimos papel alguno con respecto al gobierno militar, eso estuvo enteramente en manos de los estadounidenses".

No obstante, su propia carrera es testimonio de que los "Chicos Dulwich" y sus contemporáneos en SOAS sí se convirtieron en figuras claves de las relaciones británico-japonesas.

Algunos, como Cortazzi, fueron diplomáticos. Varios, como Ron Dore, se convirtieron en académicos expertos en Japón.

Y, entre ellos, se encuentra Sir Peter Parker.

Tras renunciar a su puesto en British Rail (los ferrocarriles británicos), Parker fue nombrado director de Mitsubishi. En 1980 presidió una investigación del gobierno sobre la enseñanza en las universidades de idiomas "difíciles", lo que le resultó en un profesorado de Japonés en la universidad de Cambridge.

Les caía bien a los japoneses, según Cortazzi. "Creo que respetaban a Peter. Él tenía un gran encanto personal, estaba interesado en la cultura japonesa, se la pasaba recitando haiku cada vez que podía. Y, cuando trabajamos para establecer el festival de Japón en Reino Unido en 1991, teníamos claro que la única persona que realmente lo podía presidir era Peter Parker".

Lo irónico, tal vez, es que tomó una guerra, y un grupo de astutos escolares, para realizar tan extraordinaria mejoría en Reino Unido y poder entender y establecer relaciones con Japón.

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