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Europa del Este no quiere refugiados

Europa del Este no quiere refugiados
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Cada vez más jefes de Estado y Gobierno del Este de la UE critican el curso dictado por la canciller alemana en la política de refugiados. Países como Bulgaria se sienten "abandonados a su suerte".

Con su "cultura de bienvenida", Alemania atrae especialmente a muchos refugiados que, de todos modos, no quieren quedarse en los países del Este de la Unión Europea (UE). Así argumentan, sobre todo, los del Grupo de Visegrado –Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia-. Las mucho menores prestaciones sociales en comparación con Europa occidental y el mayoritario rechazo de la población hacia los refugiados hacen a estos países efectivamente menos atractivos para ellos.

Para el primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, esta actitud se debe a que estas sociedades, que no están acostumbradas a la inmigración, se fijan sobre todo en las diferencias culturales y religiosas con los refugiados de países como Siria. Así argumentó, al menos, antes del más reciente encuentro del Grupo de Visegrado con la canciller alemana, Angela Merkel.

"Al mismo tiempo, en la región de la que vienen los refugiados hay estructuras terroristas activas como el EI", añadió Sobotka, refiriéndose a los más recientes atentados terroristas en Francia y Alemania. Además, en Europa del Este se ha demostrado que la integración de inmigrantes musulmanes no siempre es posible: "Todos esos son riesgos. Eso repercute en la opinión pública e influye sobre el ánimo de las personas en Europa del Este", concluyó.

Miedo a la ola de refugiados en Bulgaria

El escepticismo se extiende también a una buena parte de la población de Rumania y Bulgaria. Aumentan las exigencias para solucionar la llamada crisis de refugiados a través de medidas bilaterales y regionales. El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, intentó negociar directamente con Turquía, para evitar una ola de refugiados en la frontera sur de Bulgaria.

"No sé por cuanto tiempo podremos resistir la presión migratoria en nuestras fronteras", dijo Borisov al diario alemán Frankfurter Allgemeinen Zeitung, quejándose de que Bulgaria se siente "prácticamente sola" frente a la crisis. Borisov abogó por mantener el acuerdo migratorio de la UE con Turquía y por el libre visado para los turcos, aunque relativizó sus declaraciones tras un encuentro a puerta cerrada con Merkel.

Observadores búlgaros opinan que Borisov lleva un rumbo zigzagueante, con la intención de tranquilizar a la opinión pública nacional, no molestar a Berlín y Bruselas, y –al mismo tiempo− apoyar a sus colegas del Grupo de Visegrado. Su intento por mediar entre la UE y Turquía, y evitar –paralelamente− una ola migratoria en su frontera sur, parece hasta el momento infructuoso.

"Pasos apresurados, irresponsables"

La frenética diplomacia alemana de la pasada semana fue continuada por otros jefes de Estado en la región. La primera ministra polaca, Beata Szydlo, visitó a su colega rumano, Dacian Ciolos, el sábado (27.08.2016). Polonia y Rumania, los mayores miembros esteeuropeos de la UE, quieren coordinar mejor su política en varios frentes, dijo Ciolos a DW, tras el encuentro con Szydlo: con una posición común en el debate sobre refugiados, así como frente al llamado "brexit" y para el apoyo de Ucrania y Moldavia en su asociación con la UE. También pretenden reforzar el diálogo con los países del Grupo de Visegrado, agregó.

Szydlo, por su parte, aseguró que los Estados de Visegrado están abiertos a la cooperación con Rumania, para "hallar mejores soluciones" a los actuales problemas de la UE. Poco después, el ministro polaco de Exteriores, Witold Waszczykowski, acusó a la Comisión Europea de enfrentar la crisis de refugiados con "pasos apresurados, irresponsables, poco meditados". La autoridad europea no ha aportado soluciones, sino agravado los problemas, afirmó el político conservador y nacionalista este lunes, durante una conferencia de embajadores en Berlín.

Con su crítica a la actuación de la UE frente a la crisis de refugiados, los líderes esteeuropeos apuntan especialmente a Merkel, la canciller alemana. La "cultura de bienvenida" alemana y la propuesta de una redistribución de los refugiados basada en cuotas sigue chocando con una fuerte oposición, mientras crecen las exigencias de reforzar la vigilancia fronteriza e implementar medidas nacionales y bilaterales.

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