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Por qué Rusia está tan desesperada por ganar el concurso de Eurovisión

Por qué Rusia está tan desesperada por ganar el concurso de Eurovisión
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Sergey Lazarev es el gran favorito para ganar el concurso en Estocolmo.

El festival de la canción de Eurovisión va mucho más allá del pop y del rock. El concurso musical entre los países de Europa suele ser también un juego de geopolítica, alianzas e imagen nacional.

Rusia es el favorito para ganar el concurso este sábado en Estocolmo, Suecia, porque no ha escatimado gastos para producir una gran actuación.

Pero, ¿por qué un concurso en el que abundan las baladas románticas sería una prioridad para el gobierno de Vladimir Putin?

Hace siete años, el ejecutivo de la televisión sueca Svante Stockselius estaba en Moscú viendo los ensayos para la final de Eurovisión de aquel año.

Era la primera y hasta entonces única vez que se celebraba en la capital rusa gracias a que Dima Bilan había logrado el triunfo en la edición anterior de 2008 en Belgrado con el tema "Believe" (el evento lo organiza el país que gana el año anterior).

"De repente, los rusos se volvieron locos y dijeron: 'El señor Putin, nuestro primer ministro, ha llegado", recuerda Stockselius, entonces supervisor de Eurovisión.

"Me sorprendió lo pequeño que era, pero también recuerdo su fuerza al apretarme la mano. También tenía mucha curiosidad por los detalles".

¿Y por qué el hombre más poderoso de Rusia se interesaba por Eurovisión?

Promoción e imagen

"Dijeron que el concurso era un evento de gran importancia para el país", dice Stockselius.

"Y también quería asegurarse por sí mismo que sería un espectáculo que promocionaría a Rusia, que mostraría a Europa lo que pueden hacer. E invirtieron mucho dinero en ese show", rememora.

En 2013, la absoluta seriedad del Kremlin por Eurovisión volvió a quedar de manifiesto.

En el momento de las votaciones, dadas por cada país según un panel de expertos y el público, el cantante que representaba a Azerbaiyán, Farid Mammadov, recibió de Rusia el máximo de 12 puntos.

Pero cuando fue el turno de la votación de Azerbaiyán, la rusa Dina Garipova no recibió ni un solo punto.

Cuestión de Estado

"Nos robaron diez puntos. Bueno, no a nosotros, sino a nuestra representante", se quejó tres días después el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, tras una reunión con su homólogo azerí.

"Esto no hace feliz a nadie. Acordaremos una acción unificada para que esta escandalosa acción no quede sin respuesta".

Aunque no lo parezca, Lavrov estaba hablando de un concurso de canciones.

Lo que le molestaba especialmente al canciller era el hecho de que en realidad Rusia había sido el segundo país con más apoyos en la votación popular.

No es raro que el panel de expertos tenga una opinión diferente sobre una canción que la que tiene la gente que está viéndola por televisión. Tampoco es raro que se vea influido por consideraciones políticas.

Así lo cree Daniel Gould, un profesor británico que dejó su trabajo para dedicarse a apostar profesionalmente en Eurovisión. Son el tipo de cosas que debe tener en cuenta cuando trata de predecir al ganador.

Pero las broncas de inspiración política no son tan normales en Eurovisión, o al menos no hasta que Rusia se anexionó Crimea en 2014.

Ese año, la audiencia presente en el auditorio de Copenhague, donde se celebró el concurso, mostró su desaprobación cuando las hermanas Tolmachevy salieron a cantar.

Abucheos políticos

"Abuchearon a dos chicas de 17 años", dice Jon Ola Sand, un directivo de la televisión noruega que estuvo a cargo del show.

"Las encontré detrás del escenario y estaban completamente devastadas. Es lo peor que vi nunca. Fue algo tan horrible para esas chicas, que no habían hecho nada malo".

Así que el año pasado hizo una petición especial antes del concurso.

"Hablamos con la audiencia. Les dijimos: 'Todos están invitados a competir en una batalla amistosa, así que, por favor, no abucheen a los artistas'".

Los espectadores ignoraron el pedido. Rusia volvió a ser abucheada. Y no fue porque la canción fuera mala: terminó segunda.

Una de las ambiciones declaradas de Vladimir Putin en sus 16 años como presidente y primer ministro ha sido restaurar a Rusia como potencia mundial.

El resultado de ese objetivo se ha visto en el campo de batalla, en el deporte -incluidos los Juegos Olímpicos más caros de la historia en Sochi 2014- y también en el escenario.

Cuestión de orgullo

La meta este sábado es un segundo triunfo en Eurovisión. Es una cuestión de orgullo. Y tras los abucheos de los dos últimos años, de orgullo herido.

"Han contratado a los mejores de cada campo para trabajar con Rusia, incluidos dos compositores, el ruso Philip Kirkorov y el griego Dimitris Kontopoulos, que han escrito muchas canciones para Eurovisión los últimos años", dice el apostador Daniel Gould.

"Tienen un entrenador vocal, el chipriota Alex Panayi, que ha trabajado con numerosos cantantes vencedores de Eurovisión. Han contratado a los mejores cantantes de fondo suecos. Básicamente han puesto todos los cimientos como para ganar este año".

El veredicto de la cuenta de Twitter de BBC Eurovision tras la actuación del participante ruso Sergei Lazarev en semifinales fue muy elogioso.

El propio Lazarev usó una analogía olímpica en una entrevista con Steve Rosenberg, periodista de la BBC:

"Para Rusia es algo muy serio, como los Juegos Olímpicos de la música", dijo. "A la audiencia rusa le encanta Eurovisión. Todos los años los índices de audiencia son muy altos".

Entusiasmo variado

En Europa, el nivel de entusiasmo por Eurovisión es variado.

Según el productor musical Christer Bjorkman, una encuesta muestra que los suecos marcan su cumpleaños como el día más importante del año, seguido por el ecuador del verano y por el día del festival en el que el país elige al representante para Eurovisión.

En Reino Unido, por otra parte, Eurovisión es más un espectáculo cómico y por ello, la transmisión está repleta de ironía.

Rusia, a pesar de la sacudida moral de los expertos cuando la drag queenaustriaca Conchita Wurst ganó en 2014, se asemeja más a Suecia.

Karen Fricker, de la Brock University de Canadá y estudiosa de la política detrás de Eurovisión, dice que la actitud británica hacia Eurovisión refleja su ambivalente relación con Europa como un todo.

Pero, ¿por qué, en su punto de vista, Rusia está tan ansiosa por ganar?

"Uno podría defender el argumento de que hay mucho antagonismo entre Rusia y el resto del mundo. Es una plataforma para mostrar que Rusia puede hacer Europa incluso mejor que la propia Europa e incluso aunque no le importe nada Europa", señala Fricker.

"Eso es en sí mismo un gesto muy fuerte de poder político y cultural".

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