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Biógrafo de Macri: “Muchos lo tomaron como el reaseguro de que el kirchnerismo terminó”

Biógrafo de Macri: “Muchos lo tomaron como el reaseguro de que el kirchnerismo terminó”
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Sergio Morresi, coautor del libro Mundo Pro, el primer retrato serio de la figura de Macri y de su proyecto político, sostiene que el mandatario argentino está cerca de romper la maldición que impide a los gobernantes no peronistas completar su mandato.

Por Pedro Schwarze

Mauricio Macri no lucha solo contra el sello de ser un empresario metido en política sino que se enfrenta a la historia, aquella que dice que desde el regreso de la democracia en Argentina, en 1983, ningún gobierno no-peronista ha terminado su mandato. Así ocurrió con Raúl Alfonsín (1983-1989) y con Fernando de la Rúa (1999-2001). Sin embargo, el buen resultado obtenido por el macrismo en las primarias del 13 de agosto parece adelantar un panorama auspicioso en las elecciones legislativas de octubre que le permitiría al gobernante terminar bien su período en 2019 y, más importante, quedar en buen pie para animarse a buscar un segundo mandato.

Sergio Morresi, junto a Gabriel Vommaro y Alejandro Bellotti, publicó hace dos años el libro Mundo PRO (Planeta), el primer acercamiento serio a la figura de Mauricio Macri y a su propio proyecto político encarnado en el partido PRO. En esta entrevista Morresi, doctor en Ciencia Política y catedrático Universidad Nacional de General Sarmiento, explica cómo Macri construyó su carrera política, analiza el actual momento del gobernante argentino y sostiene que la buena relación con Sebastián Piñera no se basa en una biografía similar sino que en diagnósticos comunes.

-¿En qué momento está Mauricio Macri ahora, después del resultado de las primarias?

-Podríamos decir que está en su mejor momento porque, a pesar de los malos resultados económicos que tuvo el gobierno en su primer año y medio de gestión, pudo mantener el voto que había capturado en la primera vuelta de 2015 e incluso sumar un poco más. Desde ese punto de vista se puede decir que la oferta política que supo presentar pudo superar a los magros resultados económicos que hay hasta ahora, con una cosa a favor adicional: si uno lee los datos económicos, las predicciones para los próximos meses, hay algunos indicadores que muestran que en el futuro podría darse una cierta mejora relativa pequeña de la situación económica, con lo que esta posición se vería aún más fortalecida.

Como a la mayoría de los argentinos lo marcó la crisis de 2001
Sergio Morresi

-En caso de repetir o mejorar el resultado en las elecciones de octubre, ¿se puede hablar ya de un cambio político efectivo en Argentina?

-En algún punto eso no es cierto, porque hasta ahora no es un cambio tan grande. A pesar de que el macrismo, a diferencia de la Unión Cívica Radical (UCR), puede cosechar algunos votos en lo que llamamos el voto bajo -gente con tradición peronista y que pese a eso vota Macri-, el hecho de que está aliado al radicalismo, de que se presenta en la mayoría de los casos como una polarización no solo con Cristina Fernández de Kirchner, sino con el peronismo y el populismo en general, hace que se establezca como una nueva marca para la Argentina no-peronista. Y esa división entre la Argentina peronista y la no-peronista es algo tradicional. Lo nuevo que viene a explotar Macri es que logró quebrar esa división tradicional al juntar algunos votos tradicionalmente peronistas a su favor.

-¿Macri podría pensar en proyectarse más allá de su período?

-A diferencia de lo que ocurrió con el último gobierno radical, el de De la Rúa, las perspectivas de que este gobierno termine, e inclusive termine bien, hoy por hoy, parecen óptimas. En ese punto sí es un quiebre, porque lo que hemos tenido desde 1983 es que los gobernantes no-peronistas no han terminado sus mandatos. El hecho de que Macri pueda ganar las elecciones de medio término o pueda hacer una muy buena performance, lo planta en un futuro de gobernabilidad que hace esperar que este ciclo no termine abruptamente como sucedió con los gobiernos radicales anteriores.

-¿Qué tan importante es la figura de María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires, en el armado político del macrismo y para el futuro del mismo mandatario?

-Es una figura fundamental. Es una gran comunicadora y muy trabajadora, y eso ha sido recompensado por el electorado. Además, es una política que permite atraer muy claramente tanto el voto no-peronista como al voto peronista, y eso la convierte en la figura más relevante hoy en la política argentina. Dicho esto, no creo, como muchos aseguran, que ella ya sea la candidata presidencial (del oficialismo) de 2019. El PRO no funciona de ese modo. El PRO tiene sus órdenes y discusiones internos y María Eugenia Vidal sería candidata si, y solo si, la figura de Macri fuera muy rechazada por el electorado argentino. Es decir, si no hubiera otra opción.

(Macri) logró quebrar una división tradicional al juntar votos tradicionalmente peronistas
Sergio Morresi

-En este momento en la región tenemos varios presidentes o posibles presidentes que son empresarios metidos en política. ¿Cómo fue que Macri dio el paso desde la vida empresarial para dedicarse a la política?

-En las entrevistas cuando Macri era un joven empresario, él siempre dejó abierta una puerta hacia su voluntad de participar en política. Y esa ambición solo se empezó a desplegar en la segunda mitad de los '90. En esos años, durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) hubo una serie de “figuras populares” que fueron tentadas a entrar en la política. Una de ellas fue Macri. Pero él rechazó estas invitaciones a ser candidato. Sin embargo, lo que marcó a Macri, como a la mayoría de los argentinos, fue la crisis de 2001. Macri trabajó su opción política con mucha preparación, al punto de que él no se lanzó inmediatamente a una candidatura nacional sino que eligió crear su propia fuerza, decidió fundar un partido desde cero, y prefirió la opción por competir primero localmente e irse expandiendo a través de un gobierno local (la alcaldía de Buenos Aires) que resultó exitoso. Por eso no es un empresario que se metió a político, es un empresario que para meterse en política decidió armar su propio partido, un partido que, si bien empezó siendo muy personalista, se fue convirtiendo en un partido más o menos institucionalizado, que tiene corrientes internas, en la que participa mucha gente con experiencia política previa, pero también gente que entró a militar solamente a través de la figura de Macri. Es un partido que tiene chances de trascender la propia figura de su fundador. En ese punto yo no igualaría a Macri con otros casos de figuras populares que se han metido en política y que se han insertado en partidos tradicionales, como el caso de Horacio Cartes, el Presidente de Paraguay, o de empresarios que ya vienen de una tradición política como es el caso de Sebastián Piñera, en Chile, porque Piñera entró en un partido que ya existía. Macri hace su propio partido y va moldeando este nuevo partido no a su imagen y semejanza, pero lo más parecido posible a lo que él piensa que es el ideal, y lo forma con gente que viene del radicalismo, del peronismo, de pequeños partidos de derecha y con mucha gente que, como él, se decidió a entrar en política después de la crisis de 2001.

-¿La experiencia de Piñera tuvo alguna influencia en Macri para ir armando su esquema político?

-Creo que sí. Hay muchos paralelismos con la experiencia de Piñera. El haber dirigido un club de fútbol, una cercanía ideológica y en la forma en que miran la política y la economía. Ahora me parece que la relación entre ambos, más allá de la relación personal, tiene que ver también con esa mirada que comparten otros líderes latinoamericanos, una mirada de centroderecha. El mismo Macri, cuando todavía estaba soñando con ser jefe del gobierno de la ciudad (de Buenos Aires), antes de 2007, en varias entrevistas comentó que estaba en conversaciones con líderes como Sebastián Piñera, con José Serra, que había sido candidato a Presidente en Brasil, con Juan Manuel Santos, en Colombia. El se sentía identificado con esa serie de líderes que él veía que compartían no tanto una biografía sino más bien una mirada sobre Latinoamérica y los problemas latinoamericanos. Y eso es lo que más lo hermana con Sebastián Piñera.

En Argentina, sobre todo después de 2001, la propia idea de la política, de los políticos está vista como algo sucio, como algo corrupto en sí. El hecho de venir desde fuera de la política en Argentina es un plus
Sergio Morresi

-¿Cree que Macri se sentiría más cómodo teniendo como contrapartes en la región a Presidentes que vienen del mundo empresarial y que se metieron en política, o eso no le importa y prefiere dejar a un lado su pasado de empresario y que sea visto como un político de tomo y lomo, y apostar por construir un legado de estadista?

-Yo creo que él apuesta a presentarse como un político y un estadista, y no un empresario metido en política, pero al mismo tiempo sigue usando la figura del hombre que se mete en política, porque en Argentina, sobre todo después de 2001, la propia idea de la política, de los políticos está vista como algo sucio, como algo corrupto en sí. El hecho de venir desde fuera de la política en Argentina es un plus porque quiere decir que trae valores, saberes y prácticas que no están todavía contaminadas con eso de malo que tiene la política. En ese punto eso le juega a Macri a favor. Ahora la comodidad que tenga con estos líderes no creo que tenga que ver con el hecho de que sean empresarios sino que está mucho más emparentada con una orientación política de centroderecha o derecha que ellos comparten.

-¿En qué medida el electorado argentino percibe a Macri con su proyecto político y cuanto lo ve más bien como un político de respuesta al kirchnerismo, como un político anti-K?

-Está claro que Macri es Macri, siempre lo ha sido. Tiene una manera propia de implementar políticas que puede gustar o disgustar, pero al mismo tiempo es cierto que es básicamente la herramienta que muchos votantes han tomado como el reaseguro de que el kirchnerismo se terminó. En ese punto está la estrategia de la búsqueda del partido PRO y de la alianza Cambiemos de desplegar su agenda y la necesidad electoral de mantener esa imagen de ser la fuerza que frena el populismo. En algún punto tienen que convivir las dos, porque para desplegar la agenda necesitan seguir siendo la fuerza que detiene al kirchnerismo.

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