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Rusia, el país donde el VIH no deja de crecer

Rusia, el país donde el VIH no deja de crecer
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Mientras en la mayoría de países el concepto de "epidemia de sida" es un mal recuerdo, y las tasas de infección bajan año tras año, en Rusia el número de seropositivos no deja de aumentar.

La frase "epidemia de sida" despierta viejos y malos recuerdos en gran parte de Europa, Australia o América, donde las tasas de infección han ido en declive año tras año.

El concepto tampoco se utiliza en Rusia, tal como señala el exsecretario de Salud de Reino Unido, Peter Norman Fowler.

Pero no porque la enfermedad sea historia, ya que varias políticas fallidas han hecho que las cifras de contagios se disparen.

Durante años Rusia mantuvo una notable reserva sobre el desafio al que se enfrenta en cuanto al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida.

Pero ahora Vadim Pokrovsky, un prominente epidemiólogo que lleva trabajando en el tema durante más de dos décadas, rompió el silencio y tildó la situación actual de "catástrofe nacional".

Y es que Pokrovsky, director del Centro Federal del Sida de Moscú, vio aumentar los casos sin para durante años.

Un millón de afectados

Hoy en día cerca de un millón de rusos viven con VIH, y el número crece año tras año, al contrario que en África subsahariana, donde la tasa está disminuyendo.

Así lo reflejan las cifras oficiales de Rusia. Y eso que casi todos los expertos concuerdan que estas subestiman la realidad.

El pasado año unos 90.000 ciudadanos rusos contrajeron el virus.

El pasado año unos 90.000 ciudadanos rusos contrajeron el virus, 30 veces más que los que se infectaron en Alemania (3.000), el país con la tasa más baja de infección de Europa. Y la proporción no se corresponde con la diferencia de población, ya que Rusia tiene unos 146 millones de habitantes y Alemania unos 80 millones.

"Debemos gastar diez veces más en prevención", dijo Pokrovsky a la BBC ante tales cifras.

"Necesitamos muchos más recursos y también decisiones políticas y cambios en la legislación con relación a la metadona y la vida privada de las personas".

El problema es que su diagnóstico choca de frente con la ideología actual del Estado y con la de la cada vez más poderosa Iglesia Ortodoxa rusa.

Aun así, en una entrevista ofrecida a la agencia France Presse este mes, el epidemiólogo se mostraba aún más contundente.

Así, Pokrovsky subrayaba que la política del Kremlin de promoción de los valores tradicionales de la familia resultaron un fracaso a la hora de frenar la propagación del virus.

Norman Fowler (izquierda) y Vadim Pokrovsky (derecha) coinciden en que las políticas de Rusia han fracasado a la hora de frenar la propagación del virus.

"Los últimos cinco años de enfoque conservador condujeron a la duplicación de los casos de infección de VIH", dijo.

Y cuando defendió la introducción de la educación sexual en las escuelas -una medida a la que se opone abiertamente el comisionado para los derechos de la niñez, Pavel Astakhov-, la presidenta del comité de salud del Ayuntamiento de Moscú, Lyudmila Stebenkova, dijo que era "el típico agente que trabaja contra los intereses nacionales de Rusia".

Y añadió en una entrevista ofrecida al diario ruso Kommersant que el enfoque de Pokrovsky sólo haría crecer el interés de los niños por el sexo y, por consiguiente, daría lugar a una oleada de VIH y otras enfermedades.
"En lugar de distribuir preservativos deberíamos promover la fidelidad sexual y los valores de la familia, algo que es mucho más efectivo", añadió.

Mujeres jóvenes, nuevo grupo de riesgo

Sin embargo, los números señalan lo contrario. Y Pokrovsky advierte a las mujeres de que las probabilidades de que se casen con un seropositivo son altas.

"Al día entre 80 y 100 mujeres se infectan de VIH", dijo a la BBC. "No es broma: al día", remarcó.

Y añadió: "Son mayormente jóvenes, de entre 25 y 35 años, y son el nuevo grupo de riesgo".

Casi el 60% de los seropositivos de Rusia son personas que usan drogas inyectables y las parejas de éstas conforman el otro gran grupo de infectados.

Las mujeres de entre 25 y 35 años son el nuevo grupo de riesgo.

El VIH se ha propagado como la pólvora a través de agujas y jeringas contaminadas.

Es por eso que muchos países proveen a los usuarios de agujas limpias y metadona, que se suministra de forma oral y no se inyecta.

"Cuando era el secretario de Salud de Reino Unido, se había empezado con esa política en 1987 y el número de personas infectadas por agujas contaminadas se redujo hasta casi cero", recuerda Fowler.

"Y se vieron esos mismos resultados en varios países europeos y en Australia, el que fuera el pionero de este tipo de políticas para reducir el daño que se hacen los miembros de los grupos de riesgo a ellos mismos y también los unos a los otros".

Sin embargo, a estas alturas en Rusia la metadona sigue prohibida.

Narcología vs. metadona

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al opiáceo sintético esencial en el combate de la dependencia a la heroína, pero en Rusia cualquiera que sea descubierto usando o distribuyendo la sustancia podría enfrentar una pena de hasta 20 años de prisión.

Como alternativa, los funcionarios de salud confían en la narcología, una forma tradicional de tratamiento que data de tiempos de Pedro I de Rusia, también conocido como Pedro El Grande, de cuando el zar trataba de combatir el alcoholismo con ella a principios del siglo XVIII.

En esencia, este enfoque consiste en aislar al usuario de la droga durante un mes de desintoxicación y someterlo después a rehabilitación, mediante conferencias, grupos de ayuda, fisioterapia, consejos sobre dietas, etcétera.

El principal narcólogo del país, el doctor Evgeny Brun, se muestra desdeñoso sobre los fármacos sustitutivos. "El chiste que hacemos los médicos sobre el tema es que usar metadona es similar a tratar a un alcohólico dependiente del vodka con coñac", contó con una sonrisa.

Es cierto que la metadona es también adictiva, pero al provenir de una fuente médica, en dosis controladas y sin inyecciones, suele permitir al usuario mantenerse razonable y trabajar.

Y el evidente defecto del tratamiento tradicional ruso es que, con demasiada frecuencia, no funciona.
Sin embargo, no hay dudas sobre la dedicación de la directora del Centro de Investigación y Práctica de la Narcología de Moscú, la doctora Elena Sokolchik.

El hospital, situado a las afueras de la capital, está considerado como uno de los mejores centros del país, a pesar de que sólo entre el 10% y el 15% de los pacientes aceptan hacer un curso voluntario después del tratamiento inicial.

La metadona está prohibida en Rusia.

Sokolchik estuvo en varias visitas profesionales fuera del país y se preocupó con lo que vio.

"Que una adicta -con sus hijos- llegue a un centro en el que puede recibir metadona me parece que está mal, que es hipócrita. No quiero que un niño vea que se distribuyen drogas adictivas como si fueran medicamentos".

Además, la doctora está orgullosa de sus resultados.

"Puedo asegurar que de los pacientes que pasan por el programa de rehabilitación el 48% se mantienen limpios de drogas durante un año, el 35% durante dos y el 8% durante ocho", explica.

Pero las estadísticas indican que aproximadamente la mitad de los que se someten a rehabilitación no se mantienen limpios un año, y no dicen nada sobre el 80 o 90% que no termina la rehabilitación.

Estudio tras estudio demuestran que muchos pacientes vuelven a las drogas inyectadas y a seguir propagando el virus.

Sin recursos

"Nadie me cree cuando digo que el gobierno ruso no está haciendo ningún trabajo de prevención para frenar la epidemia de VIH", dice al respecto Anya Sarang, presidenta de la Fundación Andrey Rylkov, una pequeña organización sin ánimo de lucro de Moscú que intenta promover medidas para que la salud de los adictos mejore.

"No existe ningún esfuerzo para detener la epidemia entre la gente que se inyecta drogas y como era de esperar Rusia sigue siendo uno de los pocos países del mundo en el que las cifras de VIH siguen creciendo".

También es cierto que las organizaciones de voluntarios que tratan de cubrir el vacío no reciben ninguna ayuda.
Sarang dice que su pequeña fundación es la única que trabaja para reducir el impacto del virus en las calles de Moscú, pero su existencia pende de un hilo.

Explica que les gustaría tener una furgoneta para usarla como centro móvil de análisis, pero que no les alcanzan los recursos.

No hay dudas sobre la dedicación de la directora del Centro de Investigación y Práctica de la Narcología de Moscú, la doctora Elena Sokolchik.

Así que los voluntarios tienen que cargar con los suministros en sus mochilas y moverse en metro.

Aunque en medio de un mar de cifras en aumento, políticas ineficientes y falta de ayudas, existe un lugar para la esperanza.

Ese sitio se encuentra a pocas millas de San Petesburgo y es una clínica para enfermedades infecciosas.

Fue construida por el zar Alejandro I en el siglo XIX para tratar a los pobres y ahora cuenta con una unidad especial para niños con VIH, muchos de los cuales son huérfanos o fueron abandonados.

Y gracias al trabajo devoto del personal del hospital no sólo han atendido a los menores, sino que también han alterado la actitud sobre el tema de los habitantes de los alrededores.

En la década de 1980 se creía que el virus se contagiaba por medio del roce o la proximidad, así que un día el presidente Boris Yeltsin recibió una carta en la que se pedía el cierre de la clínica.

Y así estuvo, cerrada, durante 24 horas.

Hoy su situación mejoró, incluso muchos de los niños que tratan en el centro terminan siendo adoptados.

Prejuicios vigentes

Pero a pesar de que la discriminación contra los menores portadores del VIH disminuyó, otros prejuicios siguen vigentes.

Por ejemplo, en muchos casos los adultos seropositivos suelen enfrentar el ostracismo.

Y los trabajadores sexuales que portan condones suelen sufrir amenazas con demasiada frecuencia, y muchos suelen tener que pagar sobornos a la policía.

Además, la legislación del presidente Vladimir Putin contra la promoción de la homosexualidad fomenta la intolerancia, y como consiguiente es cada vez más difícil encontrar folletos con información sobre sexo seguro.
"Todos los expertos coinciden en que el principal objetivo de una política global sobre el tema debe ser el de persuadir a la gente para que se someta a la prueba del VIH".

"¿Pero cómo hacerlo si te arriesgas con ello a ser discriminado?", se pregunta Fowler, quien fuera ministro conservador durante el gobierno de Margaret Thatcher (1979-1990) y el político que lanzó la primera campaña de información sobre el sida y el VIH en Reino Unido.

"A día de hoy sólo la mitad de los portadores a nivel mundial saben que lo son, así que muchos seguirán propagando el virus, retrocediendo aún más en la batalla contra el sida", añade.

Tal vez es por estas razones, cuando se le preguntó sobre las perspectivas de una Rusia libre de sida, Vadim Pokrovsky confesó que no tenía mucha esperanza.

"La victoria ante la infección de VIH", dijo en boz baja, "requerirá otros 25 años".

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