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Cuatro reales por dólar: La moneda brasileña y la reputación del país están hechas trizas

Cuatro reales por dólar: La moneda brasileña y la reputación del país están hechas trizas
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El real cayó a su nivel más bajo desde 1994 en el contexto de un difícil momento político y económico.
Bloomberg

El derrumbe de la moneda brasileña constituye un símbolo del progreso de la última década que el país ha desperdiciado.

El real cayó al nivel más bajo desde que Brasil introdujo la moneda en 1994, con lo que perdió los aumentos –así como la credibilidad ganada con gran esfuerzo- que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva había obtenido en el transcurso de su gestión. Lula se impuso a los escépticos que temían que llevara a Brasil a un impago y contribuyó a que la mayor economía de América Latina obtuviera el primer grado de inversión de su historia en tanto el país se transformaba en una verdadera usina entre los mercados emergentes.

Ahora Brasil pierde esos logros a un ritmo alarmante a medida que decae bajo la creciente presión de una investigación sobre corrupción que no cesa de extenderse y como consecuencia de una recesión que se encamina a ser la peor desde la Gran Depresión. La presidenta Dilma Rousseff, la sucesora que eligió Lula, entró en funciones en 2011. En ese período, Brasil ha experimentado tres rebajas de nota, y Standard Poor’s devolvió el país a basura este mes.

“Se trata de la típica historia de auge a caída, y en su mayor parte obedece a cuestiones locales”, dijo desde Londres, Nicholas Spiro, director gerente de Spiro Sovereign Strategy. “Brasil fue uno de los motores de inversión más atractivos, pero ahora su credibilidad fiscal está hecha trizas”, agregó el especialista. 

La depreciación del real se ha acelerado en los últimos meses en un contexto de pedidos de juicio político a Rousseff, creciente oposición legislativa a sus medidas de austeridad fiscal y extensas ramificaciones de un escándalo de sobornos en la compañía petrolera estatal. Rousseff también ha tenido que hacer frente al derrumbe de los precios de las materias primas y a la perspectiva del primer aumento de las tasas de interés de los Estados Unidos desde 2006.

Sin margen fiscal

Durante la gestión de Lula, el fundador del Partido de los Trabajadores de Brasil, el país prosperó con el impulso de un aumento de los precios de las materias primas. El real trepó 113% durante su gobierno, desde 2003 hasta 2010, la mayor cantidad entre los mercados emergentes. Las acciones alcanzaron el nivel más alto en el último año de la presidencia de Lula y se sextuplicaron durante su gobierno a pesar de una liquidación durante la crisis financiera global.

Ante la nueva riqueza de Brasil, Lula aumentó el gasto gubernamental y los subsidios a los pobres, medidas que contribuyeron a llevar el desempleo a un bajo nivel récord y sacaron de la pobreza a 35 millones de brasileños durante los últimos 10 años.

Rousseff trató de avanzar sobre esos logros mediante el aumento del gasto conforme el crecimiento económico empezaba a desacelerarse. La política, sin embargo, fue contraproducente y alimentó la inflación más rápida desde 2003, además de elevar el endeudamiento del país.

“El gobierno ha gastado desde 2011 en un intento de evitar una declinación de la economía”, dijo Enestor dos Santos, economista de BBVA en Madrid, España. “Ahora observamos un contexto externo que empeora en momentos en que no tenemos margen fiscal para instrumentar políticas anticíclicas. A todos los problemas del país, se suma ahora la inestabilidad política”, complementó. 

Si bien crece el riesgo de Brasil en el mercado de bonos, sus costos crediticios siguen estando por debajo del nivel de los primeros años de Lula.

Gabriela Souza Dias, una agente de viajes de Sao Paulo de 24 años, encarna la frustración que sienten muchos brasileños. Teme que la caída de la moneda y los crecientes problemas de Brasil la lleven a quedarse sin empleo.

“Es algo que afecta la forma en que vivimos (...) Estamos paralizados", dijo Souza Dias. 

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