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Arabia Saudita e Irán: el petróleo como arma

Arabia Saudita e Irán: el petróleo como arma
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Si los problemas de tu país se convierten en crisis, enfila hacia uno de tus enemigos, parecen decir los sauditas.

Si los problemas de tu país se convierten en crisis, enfila hacia uno de tus enemigos, parecen decir los sauditas. Las dificultades que les esperan son enormes, sobre todo a causa de la caída en los precios del petróleo.

Más del 80 por ciento de los ingresos estatales de Arabia Saudita provienen del petróleo. Dado que el precio del hidrocarburo ha caído más de 60 por ciento desde mediados de 2014, el presupuesto estatal del país esta sumido en los números rojos. El déficit presupuestal del año pasado, según el ministerio de Finanzas en Riad, es de casi 90.000 millones de euros.

No es el primer año en que se registra un nivel negativo, y es probable que no sea el último. Así, las reservas sauditas podrían agotarse en cinco años si las cosas continúan como hasta ahora, advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI). La directora gerente del organismo, Christine Lagarde, añadió que la caída en los precios del petróleo obliga a implementar reformas en la economía saudita. “El crecimiento debe originarse de manera más fuerte en la economía privada, y menos en la estatal”, aseguró Lagarde.

Los costos del poder

Los egresos estatales representaron el año pasado más del 50 por ciento del Producto Interior Bruto saudita, según estimaciones del FMI. En 2014, esta proporción fue del 40,8 por ciento. La causa es precisamente la reducción en los ingresos petroleros, mientras que los costos del bienestar social saudita siguieron creciendo.

Cerca de diez por ciento de los sauditas trabajan como funcionarios públicos cuyos salarios son considerados como altos. El régimen gana aprobación entre los ciudadanos a través de grandes subvenciones al consumo de agua, energía eléctrica y combustibles. Pero tan solo la contención en los precios de la energía absorbe cada año cerca de un octavo del Producto Interior Bruto. El FMI recomienda por ello la eliminación de las subvenciones estatales.

Unos días antes de las ejecuciones masivas, el gobierno en Riad dio los primeros pasos en este sentido. Los precios de algunas gasolinas fueron aumentados en más del 50 por ciento. También se discute sobre el posible establecimiento de un impuesto al valor agregado.

Empresas alemanas afectadas

Empresas extranjeras podrían resultar también afectadas por las nuevas medidas. El nuevo transporte subterráneo que se construye debajo de la capital saudita tiene un costo estimado de 18.000 millones de euros. Participa en esa obra la firma mediana Herrenknecht, cuyos enormes barrenos son utilizados para la construcción de los túneles correspondientes. Las medidas de ahorro podrían afectar a la construcción de otras grandes obras, a raíz del posible recorte en los presupuestos destinados a ellas. Medios informan sobre pagos retenidos desde hace seis meses, mientras que algunos proyectos podrían ser renegociados.

Empero, las empresas alemanas no tienen una participación sobredimensionada en el país. “Los envíos hacia Arabia Saudita representan solo el 0,8 por ciento de las exportaciones totales de Alemania”, dijo hace poco Jörg Krämer, economista jefe del Commerzbank, al diario especializado Frankfurter Allgemeine Zeitung. En 2014, tales operaciones representaron un volumen cercano a los 9.000 millones de euros.

Petróleo como arma

Para balancear el presupuesto estatal, Arabia Saudita necesitaría que el precio del barril de petróleo se ubicara en un mínimo de 82 dólares, según el FMI. Actualmente, la cotización ronda los 40 dólares en los mercados internacionales.

Los propios gobernantes sauditas tiene parte de la responsabilidad en esta situación. “Arabia Saudita emplea los precios del petróleo como arma”, afirma Patrick Artus, del banco francés Natixis. El régimen saudita está inmerso en un conflicto cada vez más violento con Irán por la hegemonía regional. Luego del fin de las sanciones internacionales contra Teherán, dicho conflicto se agudiza cada vez más, y se extiende hasta la mesa de negociación de la OPEP.

Los poderosos sauditas se niegan desde hace mucho, y de modo persistente, a reducir las cuotas de producción, pese a la caída sostenida en los precios del petróleo. Calculan que estos bajos niveles harán rendirse a los nuevos productores petroleros de Estados Unidos, haciendo que las costosas técnicas de extracción, combinadas con las bajas cotizaciones, hagan económicamente inviables a técnicas extractivas como el fracking. Hasta el momento, la estrategia no ha dado frutos: todos los países productores sufren los efectos de los bajos precios del hidrocarburo. Por eso es que Irán promueve de manera vehemente dentro de la OPEP una disminución en las cuotas de producción, sin que hasta ahora lo logre.

Luego de que fueran levantadas las sanciones en su contra, Irán reclama para sí su antigua posición de poder dentro de la OPEP. Antes de dichas sanciones, la producción petrolera iraní era de hasta cuatro millones de barriles diarios. Hoy, alcanzar un nivel de 800.000 barriles ya representaría un incremento notable. Pero cada barril que se aumente en la producción seguirá poniendo mayor presión a los precios petroleros, si otros productores no adoptan la misma medida. Y en la OPEP, el peso pesado es Arabia Saudita. Los gobernantes en Riad no tienen interés en disminuir la presión sobre Irán, aunque los bajos precios petroleros conllevan problemas cada vez más grandes para los propios sauditas. El conflicto regional entre Irán y Arabia Saudita amenaza con desestabilizar a toda la OPEP.

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