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El economista que estudia por qué la gente toma decisiones irracionales con su dinero

El economista que estudia por qué la gente toma decisiones irracionales con su dinero
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La economía tradicional asume que somos racionales, pero muchas veces compramos por impulso, más que necesidad.

¿Qué es exactamente la economía? ¿Ciencia o arte? ¿Una explicación de nuestra sociedad, sobre la base de leyes demostrables y observables? ¿Un marco para la predicción? ¿O es un intento de sistematizar lo imposible de comprender: los misterios de la mente humana?

Yo me inclinaría por esta última opción.

Sí, se puede generalizar sobre el comportamiento humano en algunas ocasiones. Pero en otras, es complicado llegar al meollo del asunto. La economía no es suficiente, algo en lo que estarán de acuerdo muchas personas afectadas por la gran crisis financiera de hace siete años. Tiene que haber algo más.

Estos pensamientos son impulsados por un nuevo libro de Richard Thaler, profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.

Conexión con Chicago

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Richard Thaler es economista de la Universidad de Chicago.

La conexión con la Universidad de Chicago podría sugerir la influencia de la escuela de economía monetaria que tanto inspiró a la primera ministra británica Margaret Thatcher en la década de 1980, encabezada por el profesor Milton Friedman y sus filosofías de libre mercado.

De esa misma universidad viene el profesor Thaler, pero sus ideas son otras. Me habló de algunas de ellas cuando lo entrevisté el otro día sobre su nuevo libro "Misbehaving" ("Portándose mal").

El libro examina el nacimiento y posterior evolución del concepto económico en el que el profesor Thaler ha tenido un papel fundamental en llevar a la discusión pública: la economía del comportamiento.

Es una historia muy personal, escrita por lo que él llama un "hombre certificadamente perezoso".

La historia es a menudo divertida.

Economía del comportamiento

Richard Thaler era un estudiante de posgrado en economía cuando comenzó a tener lo que él describe como "pensamientos que se desviaban de la ortodoxia".

La economía en la década de 1970 era una disciplina de reglas, enraizada en la idea del "homo economicus" - una persona racional cuyas acciones y decisiones se basan en la optimización de cualquier opción presentada a él o ella. Hiperracionalismo, como lo llama el profesor Thaler. Una precisión matemática.

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A veces compramos por impulso, no por necesidad.

Pero Thaler dice que los consumidores no siempre toman decisiones racionales.

Cuanto más pensaba en eso el profesor Thaler, más incorrecto le parecía.

Así que empezó a hacer una pequeña lista de los casos en que las decisiones económicas que la gente tomaba simplemente no eran racionales.

Consideraban que valía la pena hacer un viaje de 10 minutos para ahorrar US$10 en un radio de US$45, pero no el gasto de 10 minutos para ahorrar US$10 en el precio de US$495 de un aparato de televisión.

Inspirado por observaciones del mundo real como ésta, Thaler comenzó a colaborar con académicos expertos no en economía, sino en psicología.

De esta manera el profesor Thaler y sus amigos evolucionaron los principios de algo diferente: la economía del comportamiento, que -sí- tiene en cuenta la forma en que la gente se comporta en realidad en lugar de aquellas personas económicas -homines economici- con sus mentes matemáticas que los economistas convencionales todavía usaban para probar sus teorías.

Y a pesar de la oposición generalizada de los economistas convencionales que defendieron resueltamente el concepto de la economía como una disciplina matemática precisa, la economía del comportamiento se volvió cada vez más influyente, dentro y fuera de los pasillos de la academia.

Incentivar a la gente

Thaler es más conocido en Reino Unido por la forma en que las ideas en su libro anterior Nudge (escrito con Cass Sunstein) fueron tomadas por el último gobierno de coalición de Reino Unido.

 

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Esta nueva rama de la economía busca incorporar conocimientos sicológicos más sofisticados.

Avanzaron la idea de que la gente no tiene la experiencia para tomar siempre la decisión correcta en un mundo moderno complejo, pero disfrutan de tener el derecho a elegir.

Quizás hay maneras de ayudar a las personas a tomar buenas decisiones, dándoles un pequeño empujón.

El gobierno británico integró un grupo "Nudge" (empujón), el Equipo de Investigación de los Comportamientos.

El más famoso ejemplo de sus actividades conocidas fue la carta enviada por las autoridades fiscales del Reino Unido a los deudores morosos de impuestos.

"Usted es actualmente una de la pequeña minoría de personas que no han pagado sus impuestos a tiempo," decía la carta. Con efecto aparentemente casi inmediato.

Pero la batalla por cambiar el terreno de juego de la economía no ha terminado, y el nuevo libro del profesor Thaler termina con uno o dos pedidos por lo que podríamos llamar sentido común.

Proceso

Dice Thaler: "Es hora de que todos -los economistas, los burócratas, los maestros, los líderes corporativos- reconozcan que viven en un mundo de seres humanos y adopten el mismo enfoque basado en los datos en sus puestos de trabajo y en su misma vida, el mismo que usan los buenos científicos".

 

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La economía tradicional asume que siempre nos comportamos racionalmente.

La economía del comportamiento, escribe, es un proceso de tres partes:

• Observar... contemple el mundo alrededor suyo; no se limite a ver las cosas como otros desean que sean. • Recopilar datos sobre los que se puedan construir observaciones ... muchos datos, no sólo anécdotas. • Hablar. No tener miedo de señalar las cosas que son demostrablemente correctas. Muchas personas se sienten intimidadas por el rango y la posición.

De esta manera, la economía del comportamiento vuelve a conectar sus practicantes al mundo real después de décadas en las que muchas empresas y organizaciones vivieron separadas de esa realidad. Es un desarrollo más bien importante en el pensamiento.

Por último, invita a no tomar demasiado en serio las cosas. Justo al comienzo de su nuevo libro, el profesor Thaler escribe: "Deje de leer esto cuando ya no sea divertido".

Esta es una instrucción que nunca antes he encontrado en un libro sobre economía ... o sobre casi cualquier otro tema.

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