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Por qué los océanos son la séptima economía del mundo

Por qué los océanos son la séptima economía del mundo
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No es Rusia, el país más grande del mundo; ni Brasil, el mayor de América Latina. Tampoco es EE.UU., la economía más poderosa del planeta; ni China, la que le sigue en importancia.

Ocupa una buena parte de la superficie de la Tierra y da trabajo y comida a cientos de millones de personas.

No es Rusia, el país más grande del mundo; ni Brasil, el mayor de América Latina. Tampoco es EE.UU., la economía más poderosa del planeta; ni China, la que le sigue en importancia.

Es un "país inestable": el mar y sus vastos recursos.

Aunque rara vez se habla en términos económicos de los océanos, que abarcan un 70% de la superficie de la Tierra, pues los analistas y los medios de comunicación prefieren dedicar más tiempo y espacio a la coyuntura estadounidense, china, rusa o brasileña.

Ahora, sin embargo, un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WMF, por sus siglas en inglés) le ha puesto precio a las aguas. El capital monetario de los mares del mundo ha sido valuado en US$24 billones. Sí, un 24 seguido de 12 ceros.

El reporte del WWF calcula que los "bienes y servicios" que aportan los océanos, incluyendo su inmensa riqueza de alimentos, generan ingresos por unos US$2,5 billones anuales.

Es decir que su Producto Interno Bruto (PIB) es mayor que el de muchos países ricos y emergentes del planeta como los que, por ejemplo, conforman el G20.

Estos impresionantes números convierten a los océanos en la séptima mayor economía del mundo. Desplazarían de ese puesto a Brasil, que –con apenas un 1,6% de la superficie del planeta– tiene un PIB de US$2,3 billones, según los datos más recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Industrias bajo el agua

"El cálculo es importante porque, en primer lugar, al ponerle un valor monetario a los mares, la comunidad de negocios puede entenderlos como algo propio, cuyas actividades no son externas sino que forman parte del sistema económico global", le explica a BBC Mundo Ove Hoegh-Guldberg, biólogo de la Universidad de Queensland, en Australia, y autor principal del informe.

"Y, en segundo lugar, porque ayuda a tomar conciencia de que, si los ecosistemas de los océanos siguen degradándose como hasta ahora, se obtendrán menos dividendos y, por lo tanto, protegerlos debe ser visto como una inversión, no como un gasto".

La estimación de los activos y del PIB de las aguas que tiñen de azul la Tierra fue realizada para el WWF por la consultora de negocios Boston Consulting Group.

La valuación incluye los ingresos que obtienen grandes industrias como la pesca, el turismo y el transporte naviero, así como una tasación de la protección que proveen los corales y manglares a las costas, que son la fuente de subsistencia importante de la población mundial.

"Fue difícil hacer el cálculo porque los datos están muy dispersos por actividades, empresas y países; hubo que resolver inconsistencias", dice Hoegh-Guldberg, quien además es director del Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Queensland.

De todos modos, los autores del informe titulado "Revivir la economía de los oceános" aclaran que se trata de una estimación "conservadora" del capital de los mares, ya que no incluye los sectores de hidrocarburos y energía eólica.

¿Por qué?

"El petróleo y gas no fueron incorporados al análisis porque en realidad operan en el lecho marino, no en las aguas en sí, y dependen de factores ajenos a la salud de los oceános", le aclara a BBC Mundo John Tanzer, director del Programa Global Marino basado en Noruega y editor del reporte.

"Y la energía eólica quedó afuera porque depende del viento, no de los ecosistemas oceánicos".

En aguas peligrosas

Tanzer afirma que hasta ahora el mundo no ha sido muy consciente del valor económico de los mares por varias razones: entre ellas, porque la mayor parte de las aguas son internacionales y se ven como un "lugar de nadie". Y porque existe la idea de que los océanos, por su inmensidad, son inagotables.

"Por no es así: los mares y sus costas poseen una increíble variedad elementos cruciales para la subsistencia, la salud y la cultura humanas, y muchas actividades económicas llevadas a cabo de forma irresponsable están limitando y reduciendo su riqueza", añade Tanzer.

Y el WWF advierte que los mares enfrentan una serie de apremios que pueden afectar su desempeño económico.

Una de las más preocupantes, dice, es que casi dos tercios de los recursos pesqueros están siendo explotados a su máxima capacidad y el resto de ellos sufre una sobreexplotación.

Pero no sólo la pesca sin control pone en riesgo los océanos como ámbito económico: la contaminación y el cambio climático están ejerciendo una presión sin precedentes sobre los ecosistemas marinos, dice el reporte.

Según Naciones Unidas, la biodiversidad de los mares se ha reducido un 40% en las últimas cuatro décadas. En ese mismo periodo, la mitad de los corales han desaparecido, al igual que un tercio de la flora marina.

Asimismo, los océanos están absorbiendo la mitad del CO2 producido por las actividades humanas, lo que está calentando las aguas e incrementando su acidificación.

A pesar de todo esto, sólo un 1,2% de los mares están oficialmente protegidos.

Como la eurozona

"Los océanos producen grandes beneficios para muchísima gente, para miles de millones de personas en todo el mundo. Es necesario que se entienda que su deterioro afecta de forma concreta a la economía global", le insiste a BBC Mundo John Tanzer, director del Programa Global Marino.

A lo que el profesor Ove Hoegh-Guldberg, el autor principal del reporte del WWF, agrega: "Tenemos la esperanza de que, asignándoles un valor económico a los mares, los empresarios y los políticos entiendan la necesidad de elaborar estrategias de alcance internacional –como las que idean para bloques como la eurozona– con el fin de revertir su declinación".

Ambos expertos coinciden en que también hace falta un cuerpo de datos más completo y coherente sobre las actividades económicas en los océanos, similar a la medición del PIB de un país o de un bloque económico.

Algunas grandes compañías que operan en los mares ya han declarado su compromiso con la conservación de los ecosistemas oceánicos.

Por ejemplo, la transportadora de contenedores danesa Maersk, una de las más grandes del planeta, dice que ha asumido plenamente su "responsabilidad con el medio ambiente".

El grupo japonés Nissui, una de las mayores firmas globales de explotación pesquera, asegura por su parte que tiene muy en cuenta la "utilización sostenible de los recursos marinos".

Pero los expertos creen que habrá que esperar varios años para ver si sus promesas se mantienen a flote e impactan de forma concreta en los esfuerzos por evitar el deterioro de los océanos.

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