Una incubadora de negocios financiada a través de mini-donaciones (crowdfunding) que saca a personas de la calle y las reinserta en el mundo laboral.
Esto es Homeless Entrepreneur ("Emprendedores sin techo"), una asociación con sede en Barcelona fundada por Andrew Funk, un estadounidense que llegó a España en 2003.
Andrew Funk primero trabajó como profesor de inglés -fundó su propia escuela de idiomas-, consultor digital y analista en una empresa de capital-riesgo, entre otras cosas.
" Pero llevaba mucho tiempo queriendo dedicarme al desarrollo individual y empresarial de las personas", le dijo a BBC Mundo.
"Y después de darle muchas vueltas, llegué a la conclusión de que el perfil más complejo eran las personas sin techo, personas que no tienen casi nada", relató.
Consciente de las dificultades que entraña la vida en la calle, Funk decidió poner en marcha la asociación.
Iniciativas similares también existen en muchos otros países, con más o menos diferencias, pero todas aparentemente unidas por una misma vieja idea: a un hombre con hambre es mejor enseñarle a pescar que darle de comer.
No es caridad
La idea de Funk era establecer una asociación formada por personas con y sin techo, que tiene como objetivo lograr soluciones y crear una red de prevención que, en el futuro, podría expandirse al sector de la gente desempleada.
"Emprendedores sin techo no es un proyecto de caridad", trata de dejar claro Funk desde el primer momento.
Basado en el talento, el proyecto tiene como finalidad dotar de herramientas a las personas sin techo para que puedan reincorporarse al mundo laboral.
Para ello, Funk y su equipo de 20 voluntarios se sientan con potenciales participantes y elaboran una lista de deseos y necesidades enfocada en5 puntos clave: trabajo, salud, educación, vivienda y temas legales.
Los participantes deben ir cumpliendo pasos y adquieren un compromiso con la asociación.
De esta forma, si están en la calle, Emprendedores sin techo les ayuda a entrar en un albergue.
Y si ya duermen en un albergue, el siguiente paso es conseguir que generen dinero para que puedan pagar su propio alquiler.
A cambio, personas como Paco, un desarrollador web de 40 años que llevaba tres años sin hogar, se comprometen a donar el 10% de lo que ingresen durante los primeros 6 meses en su nuevo puesto de trabajo.
Y también a reinvertir en Emprendedores sin Techo el 50% de los beneficios que generen sus productos o servicios para ayudar a que otras personas salgan adelante.
Emprendedores sin Techo funciona, además, como agencia de contratación.
Las personas que forman parte de la asociación comparten una red de contactos y buscan trabajo para los participantes en distintos sectores.
"Mientras trabajaba en un proyecto para el Banco Interamericano de Desarrollo una empresa me contactó a través de LinkedIn y me preguntó si conocía a algún desarrollador web", recuerda Funk.
"Me acordé de Paco, le hicieron una entrevista y empezó a trabajar con ellos hace un mes y medio".
La suerte de tener un padrino
Al igual que Paco, Chris Gardner -protagonista de la película "En busca de la felicidad"- contó con el apoyo de alguien como Funk.
En su caso su protector se llamaba Bob Bridges, un corredor de bolsa que lo ayudó a conseguir una entrevista para una pasantía, y a quien Gardner no decepcionó.
A pesar de que pasó un año viviendo con su hijo en las calles de San Francisco, su instinto natural para vender activos le abrió las puertas de la agencia de corredores Dean Witter Reynolds (DWR).
Una vez terminada la pasantía, DWR le ofreció un contrato de trabajo.
Fue tal su éxito dentro de la empresa que, en 1987, abrió su propia compañía de inversiones, Gardner Rich.
E iniciativas como Emprendedores sin Techo buscan que gente como Gardner no tengan que depender de un encuentro casual para recibir una oportunidad.
Convertir donaciones en microcréditos
Con eso en mente y para lograr el objetivo de doblar el número de participantes en Emprendedores sin Techo cada seis meses, Funk está desarrollando una aplicación que pone en contacto a estas personas con profesionales interesados en terminar con la indigencia.
A través de donaciones, los miembros de la asociación creada por Funk intentan proporcionar herramientas para crear la estructura que personas como Andrzej necesitan para reinsertar en el mercado laboral.
Andrzej es un masajista polaco que vive en la calle, en el Paseo de Picasso de Barcelona.
Para ayudarle, Funk y su equipo compraron una camilla para que pueda practicar y firmaron un acuerdo con una escuela de masajes, con sede en la ciudad, donde Andrzej asistirá a unos cursos mensuales y recibirá una formación gratuita que le permitirá obtener los certificados necesarios para ejercer como masajista.
Confianza en los demás
La filosofía de Emprendedores sin Techo es parecida a la de The Learning Shelter, un programa de tres meses que ofrece alojamiento, comida y capacitación a indigentes de San Francisco para que puedan rehacer su vida.
Su fundador, Marc Roth, es un antiguo sin techo que un día decidió invertir US$50 de los US$60 de su pensión mensual en una membresía de TechShop, un espacio comunitario en el que sus socios tienen acceso a computadoras y equipamiento informático de última generación.
Después de unas semanas trabajando allí, Roth comenzó a recibir encargos y, tan sólo unos meses después, fundó su propia compañía de hardware: SF Laser.
Ahora, sigue confiando en el lema que marcó su vida, Build Your Dreams ("Construye tus sueños"), y trata de ofrecer oportunidades a personas que, como él en su día, atraviesan dificultades.
¿A cambio de nada?
La falta de metas y de confianza en sí mismos impide a muchos indigentes salir de las calles.
"El truco es enfocarnos en su talento para lograr que estén motivados y trabajen", explica Funk.
Y es que como recuerda este emprendedor estadounidense de 35 años, lo difícil es que entiendan que tienen que compartir lo que ganan, que esto no es un proyecto caritativo.
"Llevan muchos años en la calle y están acostumbrados a pedir a cambio de nada".
Por esa razón, subraya Funk, "lo que queremos conseguir es que los voluntarios y los donantes crean en el proyecto".
"Eso es lo bonito, que tratamos de convertir las donaciones en depósitos. Porque, al fin y al cabo, una donación es invertir dinero a fondo perdido y lo que nosotros buscamos es conseguir microcréditos", concluye Funk.
