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¿Por qué muchos europeos prefieren hacer las compras en Alemania?

¿Por qué muchos europeos prefieren hacer las compras en Alemania?
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La fuerte competencia del sector minorista alemán obliga a los comercios a ajustar los precios de muchos productos. Numerosos ciudadanos de países vecinos se aprovechan de la situación y viajan cientos de kilómetros para ir al supermercado.

Comprar en Alemania puede resultar mucho más barato que en otros países europeos.

La gran variedad de productos y los bajos precios de los comercios alemanes son un reclamo para los ciudadanos de Dinamarca, Suiza y Polonia que viven cerca de la frontera.

De hecho, la única forma de comprar alimentos en Europa a precios más bajos que en Alemania es hacerlo en países en desarrollo o golpeados por la crisis económica, como Albania, Bulgaria o Grecia, y en algunas regiones de Italia, España y Portugal.

Según la Oficina Federal de Estadística de Alemania (DESTATIS, por sus siglas en alemán), la razón de los bajos precios es la fuerte competencia existente en el sector minorista germano.

Ello supone un problema cada vez mayor para los agricultores y ganaderos del país.

Los ciudadanos alemanes y sobre todo los comercios, sin embargo, se benefician de la creciente competitividad.

Cerveza alemana para los daneses

Según un estudio realizado por la Cámara de Comercio e Industria de Flensburgo, en 2016 el comercio transfronterizo generó US$1.000 millones a los comercios del estado federado de Schleswig-Holstein (norte de Alemania).

Lo que quiere decir que los 17 millones de escandinavos -13 de ellos daneses- que cruzaron la frontera para comprar gastaron un 12,3% más que en 2012 (US$890 millones).

Los daneses, y en menor medida los suecos, fueron responsables del 25% de las compras realizadas en Schleswig-Holstein el año pasado.

Y es que según un estudio de la Cámara de Comercio de Dinamarca, los habitantes de este país compran anualmente 650 millones de latas de cerveza y refresco en Alemania.

La diferencia de precio, provocada por el gravamen superior que sufren sobre todo las bebidas alcohólicas en Dinamarca, es la principal razón del viaje de muchos consumidores.

Ello "incumple la normativa europea y distorsiona la competencia", según reza un comunicado de la Confederación de Empresas Danesas Dansk Erhverv.

Aunque en Dinamarca las bebidas azucaradas están gravadas con un impuesto especial desde la década de 1930, en 2013 el gobierno elevó esta tasa a US$0,24 por litro, lo que le ha permitido recaudar desde entonces cerca de US$67 millones al año.

Esta medida, sin embargo, ha provocado un aumento de las importaciones ilegales de refrescos. El ejecutivo danés calcula que, por esta razón, pierde más de US$43 millones al año en concepto de impuestos.

Además de adquirir bebidas alcohólicas y azucaradas a un precio sensiblemente inferior, los daneses no tienen que pagar un impuesto añadido destinado al reciclaje, el conocido como "pfand".

Esta tasa, que se añade al precio final de ciertas bebidas enlatadas y embotelladas, puede ser recuperada por los clientes si devuelven los envases vacíos.

Es una estrategia de reciclaje inteligente pero que no aplican a los clientes extranjeros muchos establecimientos alemanes cercanos a la frontera.

"Es injusto que los negocios situados al sur de la frontera danesa-alemana quebranten las reglas y obligaciones que sí tienen que cumplir otros comercios de Alemania, Dinamarca y el resto de Europa. Nuestra paciencia ha llegado al límite", declaró hace unos meses al diario alemán Handelsblatt el presidente de la Cámara de Comercio de Dinamarca, Laurits Rønn.

Parece, sin embargo, que las cosas van a cambiar.

Y es que según el Ministerio de Medio Ambiente alemán, a partir de 2018 los daneses también tendrán que pagar este sobrecoste cuando compren en tiendas de Schleswig-Holstein, aunque podrán exigir su devolución en suelo danés.

Pero los daneses no cruzan la frontera para comprar sólo cerveza o refrescos.

"Cuando ves coches con matrícula de Dinamarca en los talleres, en consultas médicas o en el aparcamiento de los supermercados alemanes te das cuenta de que el intercambio entre ambos países fluye", explica a BBC Mundo Erik Holm Jensen, presidente de la Comunidad de Intereses de los Comerciantes Fronterizos (IGG).

De hecho, muchos aprovechan y pasan la noche en ciudades como Flensburgo, muy cercana a la frontera, por lo que el sector de la hostelería también se beneficia de este fenómeno.

El director de Turismo de Flensburgo, Gorm Casper, asegura que de los 162.000 turistas que visitaron la ciudad en 2016, el 27% eran daneses y gastaron más de US$55 millones (casi US$340 por persona).

Más de US$10.000 millones en compras en el extranjero

En Suiza ocurre algo parecido.

El año pasado los habitantes de este país gastaron cerca de US$2.220 millones en el sur del estado federado alemán de Baden Württemberg, dice Olaf Kather, director de la Asociación Mercantil HBW.

Una cifra que supone más del 20% de todo lo que gastaron en Italia, Austria, Alemania y Francia en 2016: US$10.200 millones.

De todos los clientes que compraron en establecimientos alemanes cercanos a la frontera con Suiza, entre un 25% y un 35% procedían de la Confederación Helvética, nombre oficial del país.

En conversación con BBC Mundo, Kather explica que lo que más compraron los suizos en 2016 fueron alimentos y productos de primera necesidad, artículos de droguería, alimentos y textiles.

Aunque en sectores como el de la venta minorista de muebles, por ejemplo, las compras realizadas por ciudadanos suizos en el sur del estado federado supusieron el 60% del total, según datos de la HBW.

Las razones de que muchos crucen la frontera para hacer la compra en Alemania son diversas, pero la principal son los precios más bajos.

"Nosotros siempre hacemos la compra antes de cruzar la frontera", explica Nicolas Mandeau, propietario de dos viviendas en el pequeño pueblo de Lumbrein, en el cantón de Los Grisones.

"En los supermercados suizos intentamos comprar sólo lo imprescindible. Los precios son prohibitivos".

Tomando como base los datos de la web francesa Barometre des prix, creada por tres asociaciones de consumidores suizas (ACSI, FRC y Konsumentenforum), BBC Mundo extrajo varias conclusiones:

Mientras que la carne, el pescado o las verduras son sensiblemente más caras en Suiza, los productos electrónicos son entre un 4% y un 27% más baratos que en los países vecinos, dependiendo de los establecimientos.

Donde sí sufren los bolsillos suizos es al comprar revistas (65%-128% más caras), textiles (35%-37% más) y la cosmética (20%-69% más).

Además de los precios, que en ciertos productos son sensiblemente inferiores, los residentes en Suiza y en otros países que no pertenecen a la UE pueden desgravarse el IVA o directamente no abonarlo a la hora de comprar la mayoría de productos.

Si bien este fenómeno reporta considerables beneficios a los comercios germanos, los alemanes que viven en ciudades como Singen o Constanza, situadas muy cerca de la frontera suiza, han visto cómo en los últimos años los precios de muchos productos han aumentado en mayor proporción que en otras localidades del interior de los estados federados de Baden-Württemberg y Baviera (sur del país).

Ropa, cosmética y tecnología

Además de suizos y daneses, los polacos también son conocidos por su afición a comprar en Alemania.

De hecho, cerca de un 10% de los clientes de comercios cercanos a la frontera provienen de Polonia, según la Asociación Mercantil Berlín-Brandeburgo.

La variedad de productos y la calidad de los mismos son las dos principales razones por las que los polacos se van de compras al país vecino.

El 40,5% de los que cruzan, además, reconoce que lo hace porque los precios son más bajos que en su país.

Los datos que maneja la Cámara de Comercio e Industria (IHK) de Cottbus indican que el 75% de los polacos que cruza la frontera lo hace para comprar, y gasta de media US$55,5 por visita.

Aunque al no haber frontera entre ambos países la IHK no cuenta con cifras totales sobre el número de personas que compra anualmente en Alemania, sí manejan datos estadísticos sobre qué compran los polacos.

Mientras que el 73,3% de los encuestados reconoció haber comprado alimentos, el 56,1% adquirió productos de droguería y cosmética y el 47,5%, ropa y zapatos.

Al igual que hacen los comerciantes de Schleswig-Holstein, para evitar que los compradores vecinos viajen hasta Berlín muchos supermercados de Brandeburgo tratan de poner facilidades a los ciudadanos polacos con medidas tan prácticas como ofrecer sus páginas web en dos idiomas y los precios en euros y eslotis, la moneda de curso legal en Polonia.

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