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Ciudad Barrios, la orgullosa y vacía cuna de monseñor Romero

Ciudad Barrios, la orgullosa y vacía cuna de monseñor Romero
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El lugar donde nació el histórico salvadoreño le rinde honor como si fuera un santo.

"Nadie es profeta en su tierra".

Marlon Goméz, párroco de Ciudad Barrios, lugar de nacimiento de Óscar Arnulfo Romero y Gáldamez, se lamenta.

Pero el día previo a la beatificación este sábado del arzobispo salvadoreño asesinado mientras ofrecía una misa en la capital 35 años atrás, no deja de ser un día de fiesta.

Para los católicos de esta pequeña y humilde localidad incrustada en la cordillera Cacahuatique es el gran día del hijo pródigo, el salvadoreño más universal que haya salido de estas tierras.

A Ciudad Barrios, a poco más de 150km al este de San Salvador que se recorren en tres horas, se llega a través de una carretera sinuosa que corta una vegetación exuberante y de apariencia impenetrable.

"Está vivo"

En el último banco de la parroquia San Pedro Apóstol una mujer finaliza su rezo.

"Me acuerdo de pequeñita haberlo visto por acá, tendría unos 7 años", le dice Alba Luz Guevara a BBC Mundo.

"Él era", empieza a decir y se corrige.

"Es, es, él es, él vive, él es un santo, 'Santo Romero de América'. Parece que lo estoy viendo en vivo, como está vivo siento que lo estoy viendo, está con nosotros", asegura.

Y recuerda que la noche anterior lo escuchó en la radio, lo vio en televisión.

Cierra los ojos, se arrodilla, se santigua. "Tenemos que aprender de él", añade.

Aprendiz de carpintero

A las 3 de la madrugada del 15 de agosto de 1917 nació Romero en este lugar, hijo de Guadalupe de Jesús, ama de casa, y Santos, el telegrafista del pueblo.

Dos años más tarde fue bautizado en San Pedro Apóstol.

El sacerdote Gómez muestra orgulloso una copia de su fe de bautismo, y también enseña la estampita que regaló Romero a la comunidad cuando dio su primera misa en el Templo de Roma de Ciudad Barrios, una antigua y casi derruida iglesia.

El pequeño Romero, "más responsable, más hogareño que otros niños de su edad", dice Gómez, ayudaba a su padre a repartir telegramas y empezó como aprendiz de carpintería.

Hasta que a los 13 años un sacerdote visitó el pueblo, se fijó en él y lo invitó al seminario.

Pese a la resistencia inicial de su padre, un año después se fue a la ciudad de San Miguel.

"Es un ejemplo"

Frente a la iglesia, se encuentra el parque Obispo Mártir, que cuenta con una estatua de Romero, a sus pies una placa lo recuerda como "hijo meritísimo" de Ciudad Barrios.

En la glorieta central, un grupo de estudiantes disfruta el sol del mediodía.

"Nos hubiera gustado ir a la beatificación, pero no pudimos. Él nos hizo famosos, es un ejemplo", dice una chica.

Una que sí dirá presente en la ceremonia en la Plaza Salvador del Mundo es Mariana.

Es una de las 400 personas del pueblo que viajarán en autobuses hasta la capital.

"Es un orgullo, un placer, vivir en esta tierra", dice, "es la tierra del profeta, el mártir Óscar Romero, un hombre valiente que luchó por los pobres".

Casa en venta

Sobre una de las esquinas de la plaza una placa indica que allí se encuentra la casa donde nació monseñor Romero.

La edificación está en manos de la Sociedad Cooperativa de Cafetaleros y su deseo de venderla dio pie a una disputa con la iglesia local.

"Están locos, están locos", se ríe el párroco Gómez al recordar lo que pensó cuando le dijeron el precio que pretendían: medio millón de dólares.

La Iglesia solicitó que la vivienda fuera donada o que, al menos, se le pusiera un precio accesible.

"Decidimos ya no insistir, porque no se vería justo, el papa Francisco insiste en una Iglesia pobre, no podemos hacer un negocio así, es una burla, algo injusto, una locura pedir eso", añade.

Semanas atrás, el nuncio papal en el país, León Kalenga, visitó Ciudad Barrios y anunció que iba a pedir que se declare a Ciudad Barrios como lugar de peregrinación.

La casa donde nació también funciona como museo. Este viernes, un día antes de la esperada beatificación, parecía un lugar abandonado. Estaba cerrado.

Los artículos que suelen exponerse, dice la gente del lugar, habían sido llevados a San Salvador.

Ante la insistencia de un grupo de salvadoreños residentes en Los Ángeles que llegaron al país para la ceremonia, tras una solicitud en el Palacio Municipal y una espera de media hora, apareció la bendita llave.

Posaron felices ante el único símbolo del arzobispo asesinado, una gran pancarta que decoraba la pared del fondo.

La cuna de Romero estaba vacía.

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