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Fútbol femenino: la batalla mundial por la igualdad

Fútbol femenino: la batalla mundial por la igualdad
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Mucho se ha avanzado en la lucha por lograr condiciones justas para las futbolistas. Pero los retos por superar aún son enormes.

La noticia de que la selección estadounidense de fútbol femenino alcanzó un acuerdo laboral de largo plazo con la federación nacional ha puesto de nuevo en el centro de la discusión al tema de la igualdad de género en este deporte.

Desde que el equipo nacional estadounidense ganó la Copa del Mundo en 2015, las seleccionadas han estado luchando por una paga igualitaria. Este miércoles, la Federación de Fútbol de Estados Unidos y el sindicato del conjunto nacional lograron un acuerdo mediante el cual las jugadoras recibirán un salario base considerablemente más alto, así como bonos por partido.

Sin embargo, el acuerdo aún está lejos de garantizar un pago igual al que reciben los jugadores de la selección masculina estadounidense. La batalla por lograr esta nivelación salarial es uno de los múltiples retos a los que continuamente se enfrentan las futbolistas, en varios niveles, en todo el mundo.

Herramienta de cambio

Organizaciones sin fines de lucro como la berlinesa "Discover Football” usa el deporte como herramienta para capacitar a mujeres y trabajar contra la discriminación. Junto con el ministerio alemán del Interior, el grupo organizó la Conferencia del Fútbol Femenino para Asia Este y Sureste, realizada esta semana en la capital germana. Jugadoras, entrenadoras y activistas debaten acerca de cómo puede ser utilizado el fútbol femenino en la lucha por los derechos de las mujeres en esas regiones.

La vicepresidenta de la Federación de Fútbol de Papúa-Nueva Guinea, Linda Wonuhali, hizo el largo viaje desde Port Moresby para hablar en el evento. Ella fue la principal impulsora de la Copa del Mundo de Fútbol Femenino Sub-20, realizada el año pasado. Fue el primer torneo de importancia internacional realizado en su país. "La Copa del Mundo cambió la mentalidad y la percepción de las mujeres en nuestro país”, dijo.

Papúa-Nueva Guinea a menudo aparece como uno de los países en los cuales es peor la violencia contra las mujeres. Ésta fue una de las grandes preocupaciones de la FIFA al concederle la sede del torneo. Miembros del Consejo de la FIFA se inclinaban por Suecia como país organizador y votaron contra Papúa-Nueva guinea. Pero el expresidente de la FIFA, Sepp Blatter, revirtió la decisión.

"Pese a todo l que hoy sabemos sobre Blatter, él reamente creía en su eslogan ‘fútbol para el mundo, y el mundo para el fútbol', así que nos dio una oportunidad y por ello le estaremos siempre agradecidas. El ambiente del Mundial sigue presente e nuestro país”, afirma Wonuhali.

El Mundial Femenino Sub-20 de 2016 fue considerado un éxito, aunque la selección anfitriona perdió todos sus partidos en la fase de grupos y solo metió un gol, contra Corea del Norte. Hubo frustración entre funcionarios de la FIFA preocupados por los derechos humanos, porque precisamente el seleccionado norcoreano terminó el torneo como campeón.

"Ganaron la Sub-17 en Jordania y luego ganaron la Sub-20. Tratamos de entender las razones Es un reto para el resto del mundo”, señala la federativa.

Corea del Norte tiene solamente una academia de fútbol. A diferencia de otros países asiáticos, el gobierno norcoreano ha invertido de manera masiva en sus selecciones, tanto masculina como femenina. También ha reconocido que el deporte es una herramienta de transformación, aunque al final el régimen transforma el éxito deportivo en arma de propaganda.

"Poco en común”

La falta de apoyo financiero para el fútbol femenino permanece como uno de los problemas principales, incluso en países como Brasil, donde este deporte es como una religión.

"Lo único que tenemos en común con el equipo masculino es el escudo. Tuvimos que usar las camisetas de los jugadores de hace ocho años”, dice Caitlin Fisher, antigua jugadora del Santos FC en el país sudamericano.

Fisher es una ciudadana estadounidense que se mudó a Brasil en 2004 para jugar profesionalmente, pues la liga de fútbol femenino en su país fracasaba. A Fisher y sus colegas no se les permitía usar las canchas de entrenamiento ni los buses del equipo. A menudo se vieron obligadas a caminar hasta el lugar de las prácticas. Trece años más tarde, en 2017, jugadoras de la selección femenina de la República de Irlanda se vieron en situación similar. Las discrepancias entre las selecciones masculina y femenina son inmensas.

"¿Qué pasa? Jugamos en el Santos, el club de Pelé, el más grande. Y aun así, no tenemos recursos, cero inversiones, no hay cobertura de prensa, nadie sabe que existimos”, dice Fisher.

Combate por la igualdad

Tras retirarse del fútbol, Fisher comenzó a trabajar como consultora en FIFPro, el sindicato mundial de jugadores, a fin de luchar por los derechos de las mujeres en el fútbol.

FIFPro protege los derechos de jugadores y jugadoras en todo el mundo. La organización existe desde 1965, pero estableció su primer comité para el fútbol femenino a finales de 2014.

El fútbol femenino ha dado pasos enormes en años recientes. Pero la igualdad es algo por lo que Fisher lucha todos los días en FIFPro. "En cuanto al fútbol femenino, en FIFPro estamos aún e pañales. Pero construir solidaridad y una voz colectiva para proteger los derechos de las jugadoras es nuestra meta principal”, dice la exjugadora.

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