David Chapnick, un profesor de la Universidad de Vermont, en Estados Unidos, encontró una ingeniosa (y tierna) manera para incentivar la asistencia a la clase vespertina que imparte en el lugar.
El último horario de las 7 de la tarde era un gran problema para su curso de Ley y Políticas del Consumidor, y era habitual que la sala estuviera prácticamente vacía. Eso hasta que un día se le ocurrió llevar a su perra Maggie.
Los estudiantes estaban entusiasmados de conocer a Maggie, quien se comportó de maravillas durante la clase, incluso al punto de parecer que disfrutaba estar allí.
Al iniciar la clase, el profesor hizo un pequeño examen sorpresa que mostró en la pizarra gracias a un proyector. La pregunta a responder era:
¿Cómo te sientes con Maggie?
- A. Ella es un buen perro
- B. Ella es un muy buen perro, sí que lo es
- C. Ella es el ideal platónico de un perro
- D. No me gustan los perros, pero más allá de que en general no me gusten, haré una excepción con Maggie porque ella es grandiosa
El profesor dijo que llevar a Maggie fue una manera de hacer que los estudiantes cambiaran de humor respecto a la clase y se motivaran a asistir. De hecho, llegaron más que en días anteriores.
El buen resultado lo motivó a llevarla de vez en cuando a la sala.
"La primera vez que Maggie vino a clase, todo el mundo estaba mimándola (…) Ella es un perra muy tranquilo y adorable. Personalmente, sentí que tenerla en clase realmente contribuía a un ambiente mejor, más liviano, lo cual es muy útil en un curso que comienza a las 7 de la tarde", dijo una estudiante a The Dodo.
