Tendencias

La historia del doctor que salvó miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial

La historia del doctor que salvó miles de vidas en la Segunda Guerra Mundial
T13
Compartir
Además, Charles Drew se negó a aceptar que en EE.UU. hasta la sangre de los negros fuera segregada.

Tarde en la noche del 31 de marzo de 1950, cuatro doctores afroestadonidenses viajaban en un Buick de Washington DC a Tuskegee.

La Luna y las estrellas alumbraban el silencioso camino que tomaron tras un duro día de trabajo.

Habían partido después de la medianoche para llegar a tiempo a la clínica en la que atendían gratis a afroestadounidenses pobres, quienes los esperaban por la mañana.

Quien conducía era Charles Drew, de 45 años y en plena forma. Era un hombre extraordinario: atleta, erudito, médico brillante y con una legendaria habilidad para organizar grandes proyectos.

Había dirigido el programa del banco de sangre de la Cruz Roja durante un tiempo; había sido pionero en las técnicas de almacenamiento de sangre; era el cirujano en jefe del Freemen's Hospital y decano del departamento de cirugía de la Universidad de Howard.

Dormitando

Los hombres iban conversando sobre el trabajo, intercambiando anécdotas y chistes.

Pero a las 8 de la mañana, los pasajeros ya estaban somnolientos, casi dormidos.

Por un momento, Drew se desconcentró. Las ruedas del lado derecho del Buick golpearon el andén. Iban a más de 110kmh. Él volteó el timón hacia la izquierda con demasiada fuerza y el auto empezó a dar volteretas.

La puerta del lado del conductor se abrió y la mitad del cuerpo de Drew quedó afuera. Cuando el carro volvió a dar una vuelta, lo hizo sobre su torso.

¿Muy oscuro para el blanco hospital?

La policía llegó pronto. Una ambulancia llevó a Drew al hospital local.

Y entonces, cuenta la historia, pasó lo peor: los empleados del hospital no conocían a Drew; todo lo que vieron fue a un hombre negro. El hospital era sólo para blancos. No lo recibieron y murió.

Esa es la historia que se ha venido contando por más de 50 años.

Apareció en los diarios y en libros de historia: Charles Drew, el pionero de los bancos de sangre, murió desangrado por el color de su piel.

Sin embargo, no fue así.

De hecho, Drew llegó al hospital y los doctores lucharon por salvar su vida.

"Sabíamos quién era", declaró uno de los cirujanos.

Le dieron plasma, siguiendo el protocolo que él mismo había establecido. Pero sus heridas eran graves y, aunque los médicos hicieron todo lo que pudieron, murió.

No obstante, la historia de su vida y muerte, recordada bien o mal, nos habla del significado visceral de la sangre y la raza.

De dónde vino la historia de que no lo recibieron

Es posible que la de Drew se confundiera con innumerables historias en las que heridos fueron realmente rechazados en los hospitales por ser negros.

Un caso que probablemente se amalgamó con el de Drew ocurrió en diciembre de ese mismo año.

Maltheus Avery, un estudiante de 24 años y veterano de guerra, casado y con una hija, tuvo un accidente de auto. La ambulancia lo llevó a Duke Hospital en Durham, Carolina del Norte.

Necesitaba una operación para salvar su vida. Pero los doctores dijeron que todas sus 'camas negras' estaban ocupadas.

Había doctores, camas vacías, equipo y teatros de operaciones. Le habrían podido salvar la vida pero lo dejaron morir porque era negro. Los médicos realmente tomaron esa decisión.

Ese contexto hace de los logros de Drew aún más extraordinarios.

"Sangre para los británicos"

Drew fue el primer médico negro residente en la Universidad de Columbia y su tesis doctoral fue sobre el almacenamiento de sangre.

Apenas terminó su residencia, lo citaron en Nueva York para pedirle que fuera el director médico de "Sangre para los británicos", un programa piloto de la Cruz Roja para ayudar a los civiles heridos en Reino Unido por los bombardeos nazis y a sus tropas en Europa.

Para entender precisamente lo que Drew hizo y por qué era tan importante, debemos recordar qué es el plasma.

El problema con el almacenamiento de sangre es que tiene muy poca vida útil, incluso si se conserva en las mejores condiciones.

Además, la sangre tiene tipos: hay que comprobar que el donante y el recipiente son compatibles.

El plasma es la sangre sin glóbulos blancos y rojos, compuesta de mucha agua pero también muchas cosas que nuestro cuerpo necesita para sobrevivir: nutrientes, minerales, proteínas disueltas, químicos que mantienen a las células funcionando.

El plasma tiene dos grandes ventajas

  1.  No es necesario determinar el tipo de sangre. Se le puede dar cualquier plasma a cualquier persona, lo que significa que puedes actuar rápido para aumentar el volumen de sangre sin tener que esperar el resultado de un examen.
  2.  Tratada correctamente, mantenida en una cadena de manipulación estéril,puede ser secada y almacenada durante meses sin refrigeración. Puede ser hidratada en los campos de batalla y salvar incontables vidas.

Necesidad urgente

En 1940, Reino Unido estaba desesperado por plasma.

El país enfrentaba una lucha existencial contra el nazismo, y realmente parecía que iba a perder la guerra.

En Dunkirk, murieron 3.500 soldados británicos y más de 13.000 quedaron heridos. Los últimos necesitaban transfusiones de plasma.

En casa, los ataques aéreos de la Luftwaffe dejaban caer bombas en ciudades británicas casi todas las noches. Londres fue bombardeada por 57 noches consecutivas.

En total, más de 40.000 civiles murieron y 130.000 quedaron heridos.

Reino Unido no estaba preparado para esa embestida. Londres tenía cuatro depósitos de sangre en las afueras de la ciudad, pero se estaban agotando.

Al otro lado del Atlántico, en EE.UU., había un tremendo sentimiento de solidaridad con los británicos y muchos querían ayudar.

¿Qué mejor manera que donando sangre? Además, ya era claro que pronto sus militares estarían peleando en esa guerra, y este programa piloto les serviría para experimentar en beneficio de su propio programa de sangre.

Por eso reunieron a los mejores científicos especialistas en sangre bajo la dirección de Drew.

El polvo de la vida

Drew era una autoridad reconocida en la conservación de sangre y excelente administrador.

Un informe posterior dice que cuando lo pusieron a cargo del programa "nuestros grandes problemas se desvanecieron".

Con más de 1.300 donantes por semana y las técnicas que refinó Drew para la producción a gran escala de plasma, empezaron a mandar miles de ampolletas de plasma seco a Reino Unido que, bajo su supervisión, llegaron en perfecta condición.

La radicalización de la sangre

Todo ocurrió cuando en EE.UU. todavía había segregación racial, como subraya Michael McMillan, autor de la obra de teatro "Sangre para los británicos", que contaba la historia del trabajo de Drew en la Segunda Guerra Mundial.

"En Estados Unidos existía la regla de una gota, que dictaba que cualquiera que tuviera una gota de sangre negra era considerado negro", explica.

"La raza de Drew era mixta, y él nunca negó su identidad como negro, lo que tuvo consecuencias más tarde, particularmente cuando EE.UU. entró en la guerra y sus fuerzas, que eran segregadas, segregaron la donación de sangre".

En medio de esa situación estaba Charles Drew, dirigiendo el departamento encargado de atender la solicitud del ejército de su país, que primero se negó a usar 'sangre negra' y luego pidió que fuera segregada y destinada sólo a personas de raza negra... como él.

"Frustrado, Drew sintió que su integridad y su conciencia no le permitían continuar, así que renunció", concluye McMillan.

Drew volvió a Howard University como profesor y tomó el cargo de jefe de cirujanos en el Freedmen's Hospital.

Y el resto, es historia. O más bien leyenda. Y las leyendas también cuentan verdades.

Por más sangre que literalmente le dio a sus compatriotas, muchos de ellos nunca vieron más allá del color de la piel.

Señal T13 En Vivo
Etiquetas de esta nota