En octubre de 2014, Peter Rock dio a conocer públicamente que padecía de ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica, enfermedad que no tiene cura y que consiste en la paralización de los músculos del cuerpo, hasta provocar la muerte de la persona. Y eso es, lamentablemente, lo que ocurrió hoy con el cantante de la Nueva Ola.
Peter Mociulski von Remenyk, su nombre verdadero, dejó de existir este lluvioso sábado 16 de abril en su departamento de Reñaca luego de dar una ardua lucha contra esta enfermedad.
Fueron dos años en que el intérprete de origen austríaco no paró de batallar, aunque siempre en su especial estilo, es decir, con ese lado lúdico que tanto lo caracterizó arriba como debajo de los escenarios.
El único miedo que me da es que cuando me reciban arriba no me tengan un pisco sour
De hecho, entre risas, cuando dijo que padecía de ELA, destacó que “el único miedo que me da es que cuando me reciban arriba no me tengan un pisco sour”.
Así era Peter Rock, alegre, optimista, bueno para las “tallas” y con una especial mirada positiva ante la vida. “Primero siempre una sonrisa”, señaló al hablar de su enfermedad y confidenciando que había que aceptar el destino que le tocó. Eso sí, siempre esperó no perder la movilidad de todo su cuerpo.
No obstante, rápidamente la enfermedad empezó a avanzar. La forma en que llegaron a detectársela fue que en ese año perdió 10 kilos de masa muscular. Para muchos, la muerte de la hermana de Peter, en enero de 2014, producto de un cáncer, marcó el inicio de la caída física y emocional del popular rockero.
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Los días finales
A mediados de 2015, ya ni siquiera podía hablar, hasta llegar a un punto, en los últimos meses, en que no hablaba. Y si al principio de su enfermedad daba entrevistas, el año pasado decidió que no lo mostraran más públicamente, pues quería que el público lo recordara con el hombre vital que fue y que no lo viera con todo su cuerpo perdiendo movimiento.
Uno de las mayores motivaciones de Peter Rock era llegar a cumplir 70 años, lo cual se dio en septiembre pasado. La primera gran batalla la había ganado y él seguiría luchando.
Pero la enfermedad no se detuvo y avanzó sin límites. Por decisión de él, los últimos meses de su vida los pasó en la Quinta Región, rodeado de su familia y con cuidado médico constante, por lo que también la familia invirtió bastante dinero, de allí que se realizaran eventos a beneficios a favor del artista.
En mayo de 2015, su esposa, Nileya Morales, decía que la única forma de comunicarse con su esposo era deletrearle el abecedario y pestañear cada letra hasta formar la palabra que pretendía darse a conocer. Eso sí, su mente seguía muy intacta.
Pero este 2016, ya en el verano, ni siquiera tenía la capacidad de comunicarse. Su hija Natalia decía hace unas semanas que su padre estaba en coma y que ya no había mucho que hacer. La hora de su despedida de este mundo podía llegar en cualquier momento.
Un momento que se dio esta jornada, cerrando así la vida de un artista que, sin duda, jamás será olvidado, tanto por su talento como por su gran carisma y personalidad. Es más, él mismo dijo en vida, “voy a morir el día que me olviden”.
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