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Mujeres Bacanas: Adriana Olguín, la primera ministra de Sudamérica

Mujeres Bacanas: Adriana Olguín, la primera ministra de Sudamérica
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Fue una de las promotoras del voto femenino en Chile, el que se obtuvo finalmente de manera universal para las chilenas en 1949. Después de eso, Gabriel González Videla invitó a la experta abogada a formar parte de su gabinete.

La revolución femenina, que buscaba obtener los mismos derechos para las mujeres como humanas y ciudadanas, se instaló en Sudamérica en los años 40 y 50. Ahí, el honor de ser la primera mujer en tomar el cargo de ministra, tanto en Chile como en el resto de la región, es de la viñamarina Adriana Olguín, abogada, quien tuvo a su cargo la cartera de justicia en 1952, cuando tenía 41 años.

Adriana Olguín se tituló de abogada y comenzó a trabajar en el servicio de Aduanas o de profesora. Pero también estaba muy interesada en la política, junto a su marido, el radical Alberto Baltra. Adriana formó parte de la Federación de Instituciones Femeninas -creada en 1944 para presionar y llegar a lograr el voto-, y ayudó a la creación de la Agrupación Nacional de Amas de Casa, participó de la Oficina de la Mujer y del Colegio de Abogados.

El voto femenino en Chile fue aprobado para las elecciones municipales en 1934, lo que tuvo efecto en los sufragios de 1935. Y aunque mujeres como Elena Caffarena y Flor Heredia presentaron un proyecto en 1941 para ampliar el voto a la elección presidencial, no fue hasta 1949, bajo el gobierno de Gabriel González Videla, que se logró obtener el derecho a sufragio universal femenino. Olguín dijo en entrevistas posteriores, que la mujer del mismo presidente se reunía con los parlamentarios para convencerlos. González Videla invitó a la experta abogada a ser su ministra de Justicia, cargo que asumió aunque brevemente en 1952, año de las primeras elecciones donde ella y las mujeres con las que luchó, pudieron ir a las urnas a elegir un presidente.

Tras su trabajo en el gobierno, Olguín siguió en la vida pública trabajando en diferentes instituciones como destacada abogada y experta. Ella contó a El Mercurio: "Sólo quería que las mujeres votaran y cuando lo conseguimos me quedé tranquila", y que por eso aunque la llamaron, no volvió a entrar en política.

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