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Mujeres Bacanas: Berta Cáceres, mártir de la lucha medioambiental

Mujeres Bacanas: Berta Cáceres, mártir de la lucha medioambiental
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La historia de activismo de esta líder hondureña partió de niña y por influencia de su madre. Organizó a todo un pueblo contra la instalación de una represa. Vivió bajo amenazas hasta que alguien la asesinó.

Esta madre de cuatro hijos organizó al pueblo lenca, la mayor etnia indígena de Honduras con unos 400 mil  habitantes, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. Ambientalista y líder del grupo de derechos indígenas del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, Cáceres tomó la cabeza de la batalla medioambiental que pretendía evitar la construcción de un inmenso proyecto hidroeléctrico, prevista en el Río Gualcarque, sitio sagrado para las comunidades indígenas. En la tradición lenca, en los ríos residen los espíritus femeninos y las mujeres son sus principales guardianas.

La campaña de Berta no se detuvo ni con las amenazas de muerte que recibió, ni con los asesinatos de algunos de sus compañeros activistas. Según un informe de la ONG Global Witness,  al momento de escribir estas páginas más de 120 activistas ambientales han sido asesinados en Honduras desde 2010, lo que lo convierte en uno de los países más peligrosos del mundo para este tipo de movimientos.

Ante la falta de respuesta del gobierno, en 2010 Cáceres llevó la protesta a Tegucigalpa, para exigir al Congreso el rechazo al proyecto hidroeléctrico. Finalmente, en 2013, la comunidad lenca instaló una toma indefinida de carreteras para impedir la entrada de maquinaria a la construcción. El bloqueo duró más de un año y según contó después Cáceres fue el período más difícil porque  hubo constante hostigamiento militar, policial, y también de parte de sicarios privados.

A finales de 2013, la empresa tras el proyecto hidroeléctrico, Sinohydro, dio por terminado el contrato con DESA, la empresa de desarrollos energéticos de Honduras, señalando como motivo la continua resistencia comunitaria. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial, también abandonó la iniciativa.

La historia de activismo de Berta partió de niña y por influencia de su madre; siempre participó activamente en organizaciones estudiantiles y en 1993 cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. En 2015 recibió el Premio Medioambiental Goldman, también conocido como el Nobel verde, porque es el máximo reconocimiento mundial para activistas del medio ambiente.

El 3 de marzo de 2016, un día antes de cumplir 45 años, Berta Cáceres murió asesinada a tiros en su casa después de años de amenazas de muerte. La policía dice que se trató de un intento de robo, pero su familia y sus más cercanos están seguros que Berta que fue otra víctima de su lucha. Un año después de su muerte se levantaron pancartas para recordarla con el mensaje: “Berta no murió, se multiplicó”.

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