Es una de las pocas mujeres a la que se le reconoce haber participado activamente en los procesos de independencia en América Latina. Policarpa, también conocida como la Pola, fue espía y esclava, y murió como mártir en su batalla por la libertad.
Habría nacido en Cundimarca, Virreinato de la Nueva Granada, actual Colombia. Los Salavarrieta eran una familia acomodada que se trasladó a una casona en Bogotá y que fueron víctimas de una epidemia de viruela. Policarpa perdió a sus dos padres y dos hermanos por la enfermedad, y el resto tuvo que repartirse en casas de familiares.
Con sólo 14 años Policarpa Salavarrieta participó en el grito de independencia del 20 julio de 1810 y se entregó luego a la lucha independentista como espía; colaboró con el ejército patriota de los Llanos transmitiendo mensajes, comprando material de guerra y convocando a otros jóvenes a la causa. Así Policarpa se transformó en un elemento indispensable para el movimiento patriota y trabajó en conjunto con su hermano Bibiano y su prometido Alejo Sabaraín. Cuando los realistas capturaron a los independentistas hermanos Almeyda, encontraron en su posesión documentos que involucraban a la Pola y sus labores de espionaje. Se cree también que la delataron a ella y a Sabaraín. Fue detenida, encarcelada y el Consejo de Guerra la condenó a muerte junto con Sabaraín y otros patriotas más.
A las nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817, Policarpa fue fusilada junto a sus compañeros por traición a la patria. La ejecución de una mujer tan joven por razones políticas causó conmoción en la época y hizo que se alzara una fuerte resistencia al régimen de Juan Sámano. La vida y muerte de la Pola fue inmortalizada por poetas, escritores y dramaturgos que se preocuparon de resaltar su inmensa valentía y pasión. En 1967 el Congreso de la República de Colombia declaró el 14 de noviembre como el “Día de la Mujer Colombiana” en honor al aniversario de la muerte de Policarpa Salavarrieta.