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Mujeres Bacanas: Yuriko Koike, la gobernadora de Tokio

Mujeres Bacanas: Yuriko Koike, la gobernadora de Tokio
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Es conservadora y cree en el liberalismo económico, y sobre todo cree en el avance de las mujeres en un país donde suelen estar en segundo plano.

En 2016 se convirtió en la primera gobernadora de Tokio. Y lo hizo sin el apoyo de su partido. Su misión al mando no es menor: no sólo hacerse cargo de una gran ciudad -13 millones de habitantes- que debe atender otra vez  niños y tercera edad, sino que limpiar la corrupción -que ha hecho a los últimos dos oficiales en el cargo renunciar-, y tenerlo todo listo para los Juegos Olímpicos de 2020.

Koike nació en una familia adinerada en Kobe; su padre era comerciante y tenía negocios en Medio Oriente; así fue como ella se interesó en aprender otros idiomas. En los 70 estudió para ser traductora arábica en la universidad de Egipto y además sacó el título de socióloga, y luego volvió a Japón para comenzar una carrera en TV; entrevistó a mandatarios como Yasser Arafat o incluso Gaddafi.

En 1992 comenzó su carrera política cuando fue elegida para la cámara de representantes de Japón. Y en 2003 hasta 2006, fue la ministra de Medio Ambiente del país. En 2007 vino el tropiezo, cuando tras ser elegida la primera Ministra de Defensa en Japón, renunció al mes en el cargo, por escándalos y por conflictos internos en su partido. Koike ha militado en tres partidos diferentes, lo que le ha ganado eternas enemistades y resquemores; hoy participa del Partido Liberal Demócrata, el mismo del Primer Ministro del país. Es conservadora y cree en el liberalismo económico, y sobre todo cree en el avance de las mujeres en un país donde suelen estar en segundo plano.

Para la campaña por la Gobernación de Tokio, Koike no esperó la aprobación del partido que, al encontrarla rebelde, lanzó otro candidato. No importó, aunque muchos la consideraban una política en baja, ella siguió con su campaña. Cuando se le preguntó por la animadversión que genera en sus colegas políticos, ella contestó: “No estoy interesada en si les caigo bien o no. En política, creo que es necesario no ser querida”. Tuvo que aguantar insultos de sus detractores durante su campaña, que criticaban desde su uso del maquillaje, a que no se le podía confiar el cargo a una mujer.

El rigor dio frutos: ganó la elección, un hito para las mujeres de Japón. En una ciudad que vive desaceleración económica y corrupción, ya ha adelantado un plan de austeridad, además de políticas pro medio ambiente. El gran desafío son los Juegos Olímpicos que vienen, que han triplicado su presupuesto. Uno de sus primeros honores oficiales incuirá ir a Río de Janeiro al finalizar los actuales Juegos, para representar a su cuidad como futura anfitriona.

“Lideraré la política de Tokio de una manera sin precedentes, como nunca han visto”, dijo.

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