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No todo es alegría: La historia de esfuerzo y superación del "colombiano más feliz del Metro"

No todo es alegría: La historia de esfuerzo y superación del "colombiano más feliz del Metro"
Tomás Pardo
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En redes sociales se viralizó el registro de un pasajero bailando en el andén del transporte subterráneo, y acá te contamos su historia.

Vivir en Santiago en algunas ocasiones puede ser más estresante que en otras ciudades, considerando los largos tramos de viajes que se deben recorrer para llegar a los puntos de trabajo o estudio. Una ciudad en la que se mezclan culturas y nacionalidades las 24 horas del día.

Y como en todos lados, hay historias de esfuerzo, superación, penas y alegrías que pasan desapercibidas en su fondo y contexto. Por eso cuando en la calle, o el transporte público, alguien realiza una acción distinta que rompe el status quo llama la atención de todos a su alrededor.

Eso fue lo que le ocurrió a un alegre bailarín en el Metro de Santiago, quien en la Línea 6 mientras esperaba el tren que lo llevara a su trabajo desde estación Ñuñoa, mostró algunos pasos de baile que se viralizaron rápidamente en redes sociales. Hasta la cuenta oficial del tren subterráneo comentó la energía que mostraba uno de sus pasajeros, calificado como "el más feliz del Metro". 

Por el color de su piel muchos pensaron que este "personaje" era haitiano. Pero no, es colombiano y su nombre es Jefferson Valencia quien proveniente de Buenaventura, Colombia, ha encontrado en la música un refugio para dejar de lado los problemas, olvidar la explotación laboral que ha sufrido en Chile, y pasar a recordar a su pequeña niña de 2 años que dejó en su país natal para salir a buscar mejores oportunidades.

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Al país llegó hace un año y medio con la ilusión de formar una empresa de asesorías empresariales, ya que tiene su título profesional de adminitración de empresas, además de ser tecnólogo en gestión empresarial y manejo de inglés. Sin embargo, sus estudios poco y nada le sirvieron en el inicio, donde debió luchar para encontrar un trabajo para poder sustentar sus gastos.

"Aún debo el pasaje con el que llegué", comenta "Jeff" a T13.cl entre nostalgia y su particular sonrisa que no desaparece a pesar de estar hablando sobre uno de los episodios más duros de su vida. "Venir a Chile me costó la familia", agrega el bailarín "más feliz del Metro".

Esto último, ya que a menos de un mes de estar en territorio chileno, terminó la relación con la madre de su pequeña hija. Retoña a quien recuerda día a día, puesto que entre su lista de reproducción que ameniza sus viajes, tiene las primeras palabras de ella.

El primer año lo vivió en Concepción, siempre acompañado de la música y el baile. Pero este alegre colombiano sufrió de explotación laboral teniendo más de 12 horas de trabajo. "Trabajaba al intemperie, en pleno invierno, con lluvia y en Conce donde ni alcanzaba a almorzar. Estuve semanas comiendo sólo pan con jamón", recuerda Valencia.

Luego de esta experiencia, no se quedó ahí, y decidió seguir buscando mejoras laborales hasta que llegó a una panadería. "Aprendí a hacer pan, y tomé el turno de la tarde el que nadie quiere en verano. Nadie quiere estar en una panadería desde las 2 de la tarde", prosigue en su relato el hombre que tiene el ritmo en la sangre, siendo en este lugar donde conoció a las personas adecuadas.

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Gracias a su buena energía y manejo de idiomas, se topó con quienes le abrieron las puertas en Concepción para trabajar en lo que él sabe y estudió, en una empresa encargada de administrar recursos en Concepción.

Y desde la región del Biobío llegó una nueva oportunidad de seguir creciendo como profesional, pero el reto estaba en Santiago, una de las ciudades más ajetreadas para convivir. "Ni en los peores momentos dejé mis audífonos de lado", señala con alegría Jefferson, quien camino a su casa no para de bailar y comentar que también es profesor de baile y coreógrafo.

Con este cambio de puesto laboral, lo que significaba una alegría inmensa, también tuvo otro gran sacrificio personal. Ya en su nuevo escritorio, debió postergar el primer viaje a Colombia desde que llegó a Chile el cual tenía una misión demasiado importante: llegar al cumpleaños de su gran amor, su hija.

A pesar de estar otro año sin su primogénita, añade que "los esfuerzos son para darle lo mejor a ella", por lo que espera pronto poder fundirse en un abrazo con su hija, el principal motor de mantenerse lejos, en Chile, y con la vitalidad del baile a flor de piel para cargar en sus hombros con la discriminación y la explotación laboral que ya es parte del pasado.