Este domingo 8 de marzo se celebrará, como es costumbre, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora -conocido mundialmente como el Día de la Mujer- en el que se realizarán diversos eventos y se podrá disfrutar de una larga lista de panoramas para celebrarlo.
Esta festividad, que ya cumple 114 años desde su primera celebración, tendrá por consigna este año "Empoderando a las mujeres, empoderando a la humanidad: ¡Imagínalo!" y en T13 hemos querido revisar esta situación y analizar cómo ha mejorado -o no- la condición de las mujeres en nuestra sociedad, a través de tres datos: participación en el mercado laboral, brecha salarial y fecundidad.
Trabajo y dinero: Avanzamos, pero todavía falta mucho
No es novedad que las mujeres han estado históricamente en una posición desfavorecida en el mercado laboral y la economía en comparación con los hombres: discriminadas, perjudicadas en empresas y servicios, dedicadas a labores domésticas y percibiendo salarios inferiores.
Sin embargo la tendencia durante los últimos años ha ido disminuyendo estas diferencias. Aunque todavía falta mucho para equiparar la cancha, desde 1986 a la fecha las mujeres han aumentado su participación en el mercado laboral. Así, mientras en 1986 un 29,1% de ellas participaba en el mercado laboral, esta cifra pasó a 41,9% en 2010.
Aunque la participación femenina ha crecido, sus ingresos siguen siendo más bajos en comparación a los hombres. En la actualidad una mujer con las mismas calificaciones y el mismo cargo que un hombre percibe, en promedio, el 78,3% del sueldo de su par masculino.
Como en la participación laboral, la tendencia en este indicador también es, desde muchas décadas, a equiparar la situación. En 1960 una mujer en las mismas condiciones que un hombre ganaba 32% menos de sueldo. Actualmente es el 21,7%. Se ha mejorado, pero todavía falta mucho por avanzar.
Fecundidad: Más empoderadas, menos hijos
A raíz de lo anteriormente explicado (además de otra serie de factores) las mujeres han vivido en nuestro país un paulatino aunque complejo proceso de independización económica que, entre otras consecuencias, ha derivado en una mayor concentración de éstas en proyectos personales, educacionales y profesionales y, de la misma manera, en una menor dedicación a labores domésticas y de crianza familiar.
Estas tendencias han contribuido a disminuir considerablemente la tasa de fecundidad entre las mujeres del país.
En los últimos 50 años, las mujeres chilenas han pasado de tener -en promedio- 5,58 a 1,83 hijos. La caída más drástica se registró entre los años 1960 y 1980, en donde la tasa de fecundidad cayó a casi la mitad. Luego la tendencia durante los 80's fue la estabilización, hasta que llegados los 90's comenzó a decaer nuevamente.
