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Cómo Irak quedó atrapado en el conflicto entre Estados Unidos e Irán

Cómo Irak quedó atrapado en el conflicto entre Estados Unidos e Irán
BBC News Mundo
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El aumento de las tensiones entre Washington y Teherán deja a Bagdad en una situación difícil que puede afectar seriamente su estabilidad interna y su economía.

Las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán ya empiezan a tener repercusiones en otros lugares del mundo.

Este miércoles, Estados Unidos comenzó a retirar a todo su personal diplomático no esencial de Irak alegando que había identificado amenazas creíbles, mientras que Alemania y los Países Bajos anunciaron la suspensión de los programas de entrenamiento militar que realizan en ese país.

Un portavoz del ministerio de Defensa germano refirió que habían recibido información sobre posibles ataques apoyados por Irán.

Las alertas en Irak estuvieron precedidas por varios incidentes.

El lunes, el gobierno de Emiratos Árabes Unidos denunció que cuatro tanqueros comerciales que se encontraban en sus aguas fueron objeto de actos de sabotaje.

Investigadores estadounidenses consultados por la agencia AP atribuyeron lo ocurrido a un ataque de Irán o de algún grupo vinculado con ese país, aunque no mostraron pruebas de ello.

El martes, Arabia Saudita dijo que había tenido que cerrar el principal oleoducto del país, luego de sufrir ataques realizados con drones que afectaron varios objetivos, incluyendo dos estaciones de gasolina.

La acción fue reivindicada por rebeldes hutíes, un movimiento armado de Yemen que combaten las fuerzas sauditas en ese país y que cuenta con el apoyo de Irán.

Estados Unidos elevó el nivel de alerta para todo Medio Oriente asegurando que responde a información de inteligencia sobre la actividad de grupos armados respaldados por Teherán.

Sin embargo, algunos expertos consideran que el país que más puede sufrir por este choque entre Washington y Teherán es Irak.

¿Por qué?

Un equilibrio imposible

Desde la invasión angloestadounidense de 2003 y el derrocamiento de Saddam Hussein, Irak ha atravesado un largo periodo marcado por el conflicto, cuyo coletazo más reciente fue la guerra contra el autodenominado Estado Islámico.

Además, el país vivió un drástico cambio político interno con el paso de un orden en el que imperaba la minoría sunita laica a una nueva situación en la cual el poder está más repartido aunque con preponderancia de la menos homogénea mayoría chiita.

El gobierno actual, encabezado por el primer ministro Adel Abdel Mahdi, solo pudo ser formado tras cinco meses de negociaciones entre dos facciones chiitas: la coalición Sairoon (Adelante), liderada por el clérigo Muqtada al Sadr; y la alianza Fatah, conformada por grupos ligados a milicias consideradas como proiraníes.

Abdel Mahdi no pertenece a ninguna de estas organizaciones pero la estabilidad de su gobierno depende de que le apoyen en el Parlamento.

Como consecuencia de todo este proceso, la situación del país aún está marcada por un equilibrio precario.

El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, junto al primer ministro de Irak, Adel Abdel Mahdi.
El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, junto al primer ministro de Irak, Adel Abdel Mahdi.

"Irak es muy dependiente de potencias extranjeras para su seguridad y estabilidad económica. Entre ellas se incluyen Irán y Estados Unidos, que son los dos actores más fuertes; así como otros países como Turquía, algunos estados del Golfo y cada vez más ciertos países europeos", explica Emily Hawthorne, analista sobre temas de Medio Oriente de la consultora Stratfor, a BBC Mundo.

La experta indica que aunque las relaciones políticas de Bagdad no son fáciles ni con Washington ni con Teherán, las crecientes tensiones entre ambos la colocan en una situación muy complicada.

"Irak se enfrenta a un acto de equilibrio imposible entre Estados Unidos e Irán, que en adelante se va a hacer cada vez más difícil", apunta.

Maria Fantappie y Ali Vaez, analistas del International Crisis Group, señalan que una característica que ha marcado a Irak desde 2003 es el hecho de que mientras más crece el antagonismo entre Washington y Teherán, más débil se vuelve el gobierno en Bagdad.

"La competencia entre los dos principales apoyos externos de Irak polariza su política y paraliza las operaciones cotidianas. Hoy, cuando crecen las tensiones entre Teherán y Washington, Irak podría ser nuevamente el campo de batalla físico y político, trastocando su frágil equilibrio interno y profundizando el caos regional", escribieron ambos expertos en un artículo publicado hace un par de semanas en la revista Foreign Policy.

Hawthorne, sin embargo, no cree que en lo inmediato haya riesgo de que Irak se convierta en el terreno donde Estados Unidos e Irán libren una guerra armada.

"No creo que eso sea lo que busca ni Estados Unidos ni Irán. Ninguno de ellos quiere usar a Irak como un campo de batalla. Ambos intentan cuidadosamente evitar un conflicto allí, nadie quiere que se desestabilice. Irak acaba de librarse de Estado Islámico y todo el mundo sabe que la situación de seguridad es frágil", apunta.

La experta reconoce, sin embargo, que existe el riesgo de que una actuación mal medida por parte de alguna de las varias milicias armadas proiraníes que operan en Irak podría desencadenar un conflicto mayor pues Estados Unidos atribuiría cualquier agresión directamente a Teherán.

Pero el hecho de que no haya riesgo inminente de una confrontación bélica no significa que Irak no sufre las consecuencias del aumento de las tensiones.

"Irak es el principal escenario a observar para ver el choque de los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos con los de Irán y cómo eso afecta a otro país", afirma Hawthorne, quien advierte que esa lucha también podría reflejarse en Líbano, el golfo Pérsico, el estrecho de Ormuz y Yemen, entre otros.

Choque asimétrico

Los ánimos entre Irán y Estados Unidos comenzaron a caldearse tras la decisión del gobierno de Donald Trump de retirarse hace un año del Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, por sus siglas en inglés), que había sido suscrito por su antecesor, Barack Obama, junto a los gobiernos de Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China.

Este acuerdo implicaba el compromiso de Teherán de limitar voluntariamente el alcance de su programa de desarrollo nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones económicas en su contra.

Pero desde hace un año Washington no solamente ha aplicado las sanciones anteriores sino que ha profundizado y ampliado su alcance, llevándolas a un nivel distinto.

Además, el gobierno de Trump ha ordenado un importante despliegue militar enviando a Medio Oriente un comando naval, encabezado por el portaaviones USS Abraham Lincoln, un acorazado y un grupo de bombarderos B-52.

Hawthorne asegura que Irán quiere demostrar a Estados Unidos que puede responderle si es atacado y que, además, busca la manera de hacer retroceder las presiones a las que está siendo sometido.

Para Fantappie y Vaez, Teherán podría optar por una respuesta asimétrica en contra de los intereses estadounidenses en Medio Oriente, especialmente en Irak.

Los expertos aseguran que un alto funcionario de seguridad de Irán les dijo el año pasado que Irak era el escenario más probable para ese tipo de respuesta.

"Podemos añadir más gasolina al fuego en Yemen, pero eso no afectaría directamente a Estados Unidos. Irak es donde tenemos experiencia, posibilidad de negar (nuestra responsabilidad) y la capacidad requerida para golpear a EE.UU. por debajo del umbral que ocasionaría una retaliación directa", les dijo el funcionario, según citaron en su texto.

Fantappie y Vaez apuntan que Teherán podría usar su influencia en la alianza Fatah para impulsar una acción parlamentaria que exija la retirada de las tropas estadounidenses de Irak, lo que tendría un efecto desestabilizador en el gobierno de ese país.

Pero, más allá del posible curso de acción, el efecto real que ya empiezan a sentir en Irak es el de las sanciones estadounidenses contra Irán.

Hawthorne señala que estas medidas han puesto en aprietos a muchas empresas iraquíes que no quieren ser sancionadas por Washington pero para las cuales el costo de dejar de hacer negocios con Irán es muy alto.

Explica que entre Irán e Irak hay una cierta interdependencia económica, especialmente debido a la cercanía geográfica.

Cifras de comercio preliminares, citadas por Fantappie y Vaez, indican que las exportaciones de Irán hacia Irak entre marzo de 2018 y febrero de 2019, sumaron unos US$12.000 millones, lo que representaría un incremento de 45% en comparación con el año anterior.

Según estos expertos, Washington está amenazando con suspender la ayuda económica que entrega a Irak si este no cumple con el régimen de sanciones contra Irán y quiere obligar a Bagdad a reducir la importación de energía procedente de ese país.

Hawthorne considera que se trata de medidas que, en cualquier caso, causarán daño a un aliado de Washington.

Paradójicamente, todo este escenario de confrontación ha sido posible en parte por la invasión de Irak que lideró Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein, quien hasta entonces había servido como un contrapeso geopolítico a Irán.

"Yo no diría que eso fue la causa pero sí un factor que contribuye. Al invadir Irak, derrocar a Saddam Hussein y cambiar la correlación de fuerzas entre los grupos sectarios en ese país, Estados Unidos abrió una oportunidad de la que Irán se aprovechó", afirma Hawthorne.

Fue entonces cuando Teherán empezó a convertirse en un actor de importancia en el juego político dentro de Irak. Un rol que ahora le resulta de mucha utilidad.

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