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La lenta asfixia de Ucrania al ejército ruso

La lenta asfixia de Ucrania al ejército ruso
T13
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Ucrania dejó de enviar a Rusia motores para las versiones militares del helicóptero Mi-26.

Las firmas de defensa rusas están siendo golpeadas por un movimiento más sutil que las sanciones occidentales, pero también dañino para sus intereses: la ruptura de vínculos comerciales con Ucrania.

Por décadas, en la era soviética, las industrias estratégicas rusas tenían vínculos muy estrechos con sus socios en Ucrania.

Entonces, el control estaba centralizado en Moscú.

Pero las relaciones empeoraron el año pasado cuando Ucrania decidió trasladar su centro de referencia a Occidente tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y la aparición de grupos insurgentes prorrusos en el este del país.

La Unión Europea y Estados Unidos prohibieron la exportación de equipos militares a Rusia alegando que Moscú estaba proveyendo a los insurgentes armamento pesado sofisticado y tropas de combate, una acusación que las autoridades rusas siempre han negado.

Equipos bloqueados

En términos militares, el cambio de rumbo de Ucrania supone un serio problema para el ejército ruso que no se podrá resolver antes de 2018, tal y como admitió el vice primer ministro ruso, Dmitry Rogozin.

Antonov An-22
Antonov An-22

El mes pasado, Rogozin dijo ante el Parlamento que se usan componentes ucranianos en la construcción de 186 tipos de equipos militares rusos.

En junio del año pasado, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, instó a frenar la cooperación militar con Rusia y eso significó el cierre de varios proyectos conjuntos.

Por ejemplo, en Ucrania está la oficina de diseño de los aviones Antonov de transporte militar.

El congelamiento de las relaciones económicas bloqueó los planes de entrega de un nuevo avión de transporte pesado, el An-70.

Y este mismo mes, Rusia dejó de producir otro avión de transporte, el An-140.

Además, en febrero, Moscú cerró otro programa, el de los cohetes espaciales Rokot, que ponía satélites militares en órbita.

La marina rusa también sufre de esta especie de asfixia silenciosa por parte de Ucrania.

Las tres fragatas Project 22350 que esperaba, nunca llegaron porque Ucrania no entregó las turbinas que debían ir en ellas.

Problemas de transporte aéreo

Los ciclos de producción en la era comunista incluían la creación de plantas en diferentes repúblicas, que se convirtieron en estados diferentes con el colapso de la Unión Soviética en 1991.

Desde entonces, Rusia empezó a depender de componentes electrónicos occidentales, especialmente de las computadoras, un elemento vital para los ejércitos modernos.

En un notorio revés para la marina rusa, Francia canceló la entrega de dos buques portadores de helicópteros Mistral.

Finalmente y tras largas negociaciones entre ambos países, esta semana Francia acordó entregar una compensación económica a Rusia.

Después de 1991, las fuerzas armadas rusas siguieron confiando en los aviones de transporte Antonov: el An-26, para cargas ligeras; el An-12, para cargas medianas; el An-124, para cargas muy pesadas.

Para las extrapesadas, Rusia también tiene los Ilyushin-76.

Todos los Antonov tienen componentes ucranianos.

Según los expertos, la suspensión del programa de los An-70 no afectará mucho al ejército ruso, pero la falta de componentes para la producción del An-140 sí que será un problema.

Aviones obsoletos

La fuerza aérea y la marina rusa ya habían recibido hasta 10 nuevos Antonovs antes de que Ucrania detuviera las entregas.

Rusia necesita urgentemente reemplazar los obsoletos aviones An-26, que se dejaron de producir a mediados de la década de 1980.

El país podría reactivar sus planes de construir un avión de carga ligera, el Ilyushin-112, pero eso implica encontrar reemplazos fiables a los componentes ucranianos.

"Cualquier opción por la que se decidan, los esfuerzos rusos para renovar sus capacidades de transporte de ala fija serán afectados por la crisis con Ucrania más allá de los An-140", escribió el analista Gareth Jennings en el semanario Jane's Defence.

Ucrania también era un proveedor clave de componentes de motor.

En mayo, la compañía ucraniana Motor-Sich detuvo las entregas de motores de helicópteros de combate, pero siguió recibiendo pedidos de helicópteros civiles.

El ministro Rogozin aseguró que el Kremlin intentaría integrar su producción de motores para la marina y la fuerza aérea para reducir los costos y dejar de depender de los equipos ucranianos y occidentales.

Pero un intento previo por parte de Rusia en ese sentido solo funcionó parcialmente, según le dijo a la BBC el experto militar ruso Alexander Golts.

"No podemos tomar en serio las declaraciones del señor Rogozin. Solo podremos creerle cuando veamos las primeras turbinas de gas rusas (para el ejército)", concluyó.

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