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Petros Márkaris: "La crisis de Grecia solo la puede resolver un milagro"

Petros Márkaris: "La crisis de Grecia solo la puede resolver un milagro"
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A sus 80 años, Petros Márkaris es un observador privilegiado del siglo XX y uno de los escritores que mejor retrató la última gran recesión desde Grecia, uno de los países que la sufrió y la sufre con mayor intensidad. Hablamos con él sobre la situación de su país y sobre la crisis económica y política en Europa.

A sus 80 años, el escritor y dramaturgo griego Petros Márkaris es un testigo privilegiado de buena parte del siglo XX y del que vivimos, con sus colecciones de guerras, gobiernos autoritarios, decepciones ideológicas y migraciones forzosas.

También es uno de los mejores -si no el mejor- cronistas negros de la crisis económica que se desencadenó en Grecia en 2008 y que ha causado el mayor retroceso en un país desarrollado desde los años 50.

Sin embargo, su gran debacle apenas aparece en estos días en la prensa internacional.

Pero Márkaris, nacido en Estambul de padre armenio y formación alemana, no es de los que la calla.

A golpe de robos, asesinatos e investigaciones criminales, cuenta las causas y los efectos de la recesión y señala a los culpables: banqueros, políticos, periodistas, especuladores? También pone el dedo en la llaga de la corrupción cotidiana que impregna todos los niveles sociales.

Mujer mira a Atenas.
Mujer mira a Atenas.

Su serie de novelas protagonizadas por el comisario Kostas Jaritos, un policía veterano y conservador que no sabe no ser consecuente con su forma de pensar, es un éxito de ventas y ha sido traducida a numerosos idiomas, entre ellos el español.

Jaritos, a quien solo le dan sosiego los tomates rellenos que cocina su mujer, pertenece, como el Pepe Carvallo del español Manuel Vázquez Montalbán y el inspector Salvo Montalbano del italiano Andrea Camilleri, a la estirpe de detectives mediterráneos amantes de la comida.

Y al igual que ellos, Márkaris sitúa a su personaje en una realidad víctima del desencanto en la que es difícil hallar respuestas rotundas.

En conversación con BBC Mundo, el autor heleno habla con firmeza pero sin estridencias de su decepción con la política y con los políticos -tanto los tradicionales como los recién llegados- y de un mundo cuyo "valor único es el dinero".

En la primera escena de su último libro,Offshore, una procesión de Semana Santa recorre la plaza Syntagma de Atenas, como si las procesiones hubieran sustituido a las manifestaciones políticas? ¿Cree como Adrianí -la esposa del comisario Jaritos- que para que termine esta crisis hace falta un milagro?

En mi opinión, la crisis en la que nos encontramos solo puede ser resuelta por milagros.

Protesta ante la plaza Syntagma de Atenas, Grecia.
Protesta ante la plaza Syntagma de Atenas, Grecia.

¿Pero podemos dejar esos "milagros" en manos de los políticos actuales?

Los políticos en la actualidad -y en este punto hablo sobre todo de Grecia, que es el lugar que mejor conozco- no solo no son capaces de hacer milagros, sino tampoco de gestionar el país adecuadamente.

De modo que no espero que hagan milagros. Los milagros suceden más allá de la razón. Si no, no serían milagros.

¿Qué tipo de "milagros" deberíamos esperar para que acabe la crisis?

Creo que el tipo de milagros que esperan los griegos, porque yo, para ser sincero, no los espero, es que una buen día se levantarán por la mañana y esta situación dura y desesperada se habrá desvanecido. Esto no sucederá. La realidad es que nos tenemos que adaptar a unas condiciones muy duras durante mucho tiempo.

Yo trato de explicarle a los griegos que los tiempos de las generaciones que crecieron en medio de una riqueza virtual no van a volver.

El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, habla a la gente reunida en la plaza Syntagma en protesta por las medidas de austeridad el 3 de julio de 2015.
El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, habla a la gente reunida en la plaza Syntagma en protesta por las medidas de austeridad el 3 de julio de 2015.

En su libro, la clave para salir de la clase se encuentra, obviamente, en el dinero. Pero es un dinero de procedencia dudosa, dinero sucio?

Hemos construido un sistema en los últimos 30 años en el cual lo único que importa, desde los bancos y los fondos de inversión a las instituciones financieras, es el dinero. Abolimos de nuestras sociedades cualquier otra forma de gestionar los tiempos difíciles.

Antes de esta crisis la gente también vivió tiempos duros. Esta no es la primera vez. La diferencia es que en otras ocasiones la supervivencia cotidiana no estaba ligada necesariamente a una forma de vida lujosa. Y eso siempre implica dinero.

Por otro lado, antes existían vías para luchar por una causa. Hoy en cambio no hay lucha. Nadie lucha realmente para cambiar las cosas. En todo el mundo, no solo en Grecia.

Y si pensamos en la gente joven, en personas de 20, 30, 40 años? ¿De qué forma y por qué deberían luchar?

Uno debería empezar luchando por objetivos que son realizables. Veo a gente joven que se quedó en Grecia y trata de buscar formas diferentes de hacer las cosas. Por ejemplo, creando empresas con una organización nueva y diferente, haciendo agricultura biológica, utilizando internet para crear empresas? Muchos tienen éxito, pero aun así son una minoría.

En su libro describe un gobierno formado por personas de 40 años sin experiencia política que no son de derechas ni de izquierdas. Es como si su ficción se hubiera hecho realidad en Francia con la victoria de Macron...

Me haces muy feliz, ¿sabes? Porque no había pensado en ello y es cierto.

La gente está buscando soluciones desesperadamente y se dan dos tipos de reacciones.

La primera es elegir a personas que no pertenecen al sistema, en el sentido de que no crecieron como políticos dentro de él, para que se hagan cargo. Eso puede suponer una esperanza, incluso si es una esperanza desesperada.

Emmanuel Macron, presidente de Francia.
Emmanuel Macron, presidente de Francia.

La segunda es la de aquellas personas que tienen tanto miedo a que la extrema derecha llegue al poder que están dispuestos a votar a cualquier otro candidato.

En el caso de Macron, aunque no sé el porcentaje, hay gente joven que ven en él la posibilidad de empezar una presidencia de una forma no tradicional.

En parte, eso parece ya un hecho: los partidos tradicionales, no solo en Francia, sino también en Grecia y, hasta cierto punto en otros países como España están en crisis?

Así es, están acabados. La crisis del sistema es la crisis de los partidos del sistema.

¿De la izquierda y de la derecha?

Tanto a la izquierda como a la derecha. No hay distinción. Están todos en una crisis profunda. Y esto tiene que ver con el hecho de que los principales grupos de centroizquierda y de centroderecha que gobernaron Europa en los últimos 30 años están tan cerca unos de otros que para los votantes se ha llegado a un punto en que no hay una alternativa radical. Y ante eso, la reacción del votante, del ciudadano es pensar que son todos iguales.

Para mí ese es el problema: que no hay diferencias radicales entre izquierda y derecha.

¿Qué papel ha representado la corrupción política en esa percepción?

La corrupción ha tenido un gran impacto en la pérdida de fe en los políticos. En Grecia es un problema grande. Sé que también lo es en España y en América Latina. Pero he decir que si se construye un sistema en que el dinero es el único factor que cuenta y en el que la única vía hacia el éxito es conseguir dinero lo más rápidamente posible, entonces la corrupción es inminente en el sistema. Es inherente al sistema.

Le recuerdo una imagen de "La mirada de Ulises", una película de Theo Angelopoulos de la que fue guionista: una gran estatua de Lenin desmontada navegando Danubio abajo. Es una imagen poderosa que ilustra el fin de una época... ¿Qué imagen elegiría para describir la situación política y social actual?

(Se ríe) La imagen que vería para ilustrar el punto de inflexión en que está el mundo hoy sería la de la gente de pie ante la vitrina de una gran tienda, mirándola y sin poder entrar en ella.

Usted es un griego que nació en Estambul, su padre era armenio, estudió en Alemania? ¿Cómo cree que Europa está gestionando la llamada crisis de los refugiados?

De la manera más repugnante. Es la única respuesta que te puedo dar. La forma en que Europa trata a los refugiados es el mejor ejemplo de la hipocresía que esconde la política actual.

Migrantes rescatados del Mediterráneo camino de Reggio Calabria, Italia.
Migrantes rescatados del Mediterráneo camino de Reggio Calabria, Italia.

Porque, asumámoslo, los europeos estarían muy contentos si Italia y Grecia se convirtieran en centros para los refugiados y el resto de países pudieran estar tranquilos. Nadie los quiere. Hablamos de Schengen, pero al mismo tiempo están construyendo muros y vallas y todos el mundo está cerrándose a acoger refugiados. La única excepción es Alemania que aceptó un millón y Suecia que aceptó a 150.000. Lo demás son muros y vallas.

Sin embargo, como sucede en su libro, los inmigrantes son para ciertos movimientos políticos un objetivo fácil al que culpar?

Es fácil culpar de todo a los inmigrantes y los refugiados. La Grecia moderna es un país con una relación muy cercana con la emigración.

Los primeros inmigrantes llegaron a Grecia en 1922. Eran griegos que llegaban de Anatolia. Esto continuó en 1924. Los primeros inmigrantes extranjeros llegaron después de 1989. Al mismo tiempo, los griegos, como los españoles, salían de su país para ir a Canadá, Australia y Estados Unidos como emigrantes.

En los 60 casi no había familias en Grecia que no tuvieran a algún emigrado entre sus miembros. En eso tampoco creo que hayamos aprendido mucho de nuestra propia experiencia.

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