Política

Pedro Güell, el "autoflagelante" en el corazón de La Moneda

Pedro Güell, el "autoflagelante" en el corazón de La Moneda
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El sociólogo es el principal asesor de contenidos de la Presidenta y quien le escribe sus discursos. En el oficialismo le atribuyen el diagnóstico crítico de los años de transición y los gobiernos concertacionistas. El senador Allamand le dedicó un capítulo de su libro "La Salida. Cómo derrotar a la Nueva Mayoría en 2017".

Por Pablo Cádiz

Varias fotografías aceptó tomarse la Presidenta Michelle Bachelet con los asistentes al encuentro nacional de profesores rurales, el pasado 19 de julio en Paihuano, Región de Coquimbo. Algunos metros atrás, alejado de los focos, estaba uno de los asesores más cercanos a la Mandataria, pero poco asiduo a sumarse a las actividades en terreno: el jefe de políticas públicas de la Presidencia, Pedro Güell.

La idea de que la Presidenta acudiera a actividades fuera de La Moneda y que pudiera estar más cerca de la gente, como ocurrió en Paihuano, ha sido un diseño más “ciudadano” -como lo califican algunos- promovido, entre otros, por Güell. Una muestra más de la fuerte influencia del sociólogo, quien integra el grupo más estrecho de asesores de Bachelet, en el llamado “Segundo Piso” de Palacio, junto a la jefa de gabinete de la Presidencia, Ana Lya Uriarte, y la encargada de prensa, Haydeé Rojas.

Pese a su bajo perfil, su influencia en el rumbo del gobierno ha sido en algunas ocasiones cuestionada desde el mundo político. Como lo hizo este lunes el senador Andrés Allamand (RN), quien incluyó en su nuevo libro “La Salida. Cómo derrotar a la Nueva Mayoría en 2017”, un capítulo dedicado al sociólogo, llamado "El gran testarudo".

"Tengo un convencimiento fundado, hay una influencia del corazón del Segundo Piso, Pedro Güell es una persona que está obsesionada con sus tesi refundacional. Le da lo mismo que al gobierno le vaya pésimo, esta consciente que en definitiva las cosas van mal para la Nueva Mayoría, pero tiene la obsesión de la refundación vía retroexcavadora (...) Hay una influencia desmedida, de una persona profundamente equivocada y que ha sido eficaz para instalar un relato político en el gobierno que hace que las cosas no se pueden corregir", indicó el parlamentario en Tele13 Radio.

La calle y el “malestar”

“Digámoslo claramente: los indudables avances en la lucha contra la pobreza no se han traducido necesariamente en cambios significativos en los niveles de desigualdad de nuestro país. Sabemos que, a pesar de los indicadores económicos positivos, hay mucha gente que no está contenta. Y hay mucha gente que lo está pasando mal. Sabemos que hay un malestar ciudadano bastante transversal”.

La frase corresponde al documento “Las paradojas de la Modernización”, segundo informe en Chile del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), coordinado por Pedro Güell y presentado en 1998.

El texto hacía una crítica lectura de los avances realizados por la Concertación tras el retorno a la democracia, provocó en su momento incomodidad en La Moneda y fue clave -según dicen en el oficialismo- en el posterior debate entre “autoflagelantes” y “autocomplacientes”, las dos “almas” en que se dividió el bloque en función de la evaluación que se hacía de los avances del conglomerado de gobierno.

De hecho, los planteamientos incluidos en “Las paradojas de la modernización” de Güell fueron la base de “La gente tiene razón”, documento fundacional del ala “autoflagelante”, elaborado -entre otros- por Carlos Ominami, Francisco Vidal y Jaime Estévez. “Al igual que destacamos los éxitos, también reconocemos las grandes insuficiencias que perduran en el terreno económico y social. Es así que a pesar de la reducción de la pobreza no se logró reducir la heterogeneidad productiva ni la desigualdad social”, se lee en este texto.

Para varios en el oficialismo, el diagnóstico “autoflagelante” fue la semilla de la impronta “reformista” y -para los más críticos- “refundacional” del ala izquierda de la Nueva Mayoría.

Bachelet y poesía

El nexo de Bachelet con Pedro Güell se remonta a 2006, cuando el sociólogo aún estaba en el PNUD y fue uno de los encargados de presentar el Informe de Desarrollo Humano de Chile.

Ese año, Güell presentó el documento titulado “Las tecnologías: ¿un salto al futuro?”, que concluía que el acceso masivo en Chile al teléfono celular, TV, computadores e internet no producirían un salto cualitativo en los índices de desarrollo humano si, al mismo tiempo, no se creaban las condiciones que permitieran ponerlas al “servicio de los fines de la sociedad y de las personas”.

Desde ese momento, Güell comenzó a ser considerado dentro del grupo de expertos a quienes el bacheletismo sondeaba respecto de determinadas políticas públicas.

Luego que Bachelet dejó La Moneda en 2010 y se trasladó a Nueva York para liderar ONU Mujeres, Güell ingresó al directorio de Dialoga, fundación creada para “proyectar el legado” de quien fuera la primera mujer en llegar a la Presidencia de la República y donde estaban sus principales colaboradores, como su amiga María Angélica Alvarez, la “Jupi”.

“Hasta hace algunos años se decía que la igualdad podía esperar, que lo urgente era superar la pobreza. Esto ya no es así. Hoy muchas desigualdades se han vuelto intolerables y la pobreza ha dejado de ser un tema candente (…) Pero no es sólo eso lo que ha cambiado. No es solo que ahora importe más la desigualdad. También han cobrado relevancia formas de desigualdad que no se limitan a la desigualdad en la distribución del ingreso. Tanto o más que las desigualdades económicas, a la sociedad chilena hoy comienzan a importarle e irritarle las desigualdades sociales, políticas y culturales", señalaba Güell en su ponencia “Desigualdad y desarrollo: Perspectivas para Chile”, presentada en un seminario del CEP a inicios de abril de 2013.

Un año después, cuando regresó a La Moneda, Bachelet pidió al sociólogo que asumiera como jefe de Contenidos, cargo que luego derivó en la Dirección de Políticas Públicas, donde asumió mayor influencia en temas como las encuestas encargadas por el gobierno. Güell puso pausa a su trabajo de académico del doctorado en sociología de la Universidad Alberto Hurtado para trasladarse a La Moneda.

En Palacio, el sociólogo tiene un reducido grupo de asesores, que -al igual que él- comparten el gusto por la poesía. Entre ellos se encuentra Ximena Jara, periodista que durante la campaña presidencial integró el equipo de contenidos.

Una de las intervenciones emblemáticas realizadas por la Presidenta -en las que trabajó Güell- fue la que pronunció en julio de 2015, tras un consejo de gabinete realizado en el Estado San Jorge. La cita -llamada a fijar una línea clara que conjugara el escenario económico desacelerado, las reformas comprometidas y el nuevo gabinete integrado, entre otros, por Jorge Burgos y Rodrigo Valdés- fue resumida por la Mandataria con la frase de “realismo sin renuncia”.

En el oficialismo, algunos apuntaron después a que se trataba de una frase ambigua, que no permitía inferir una línea clara de acción hacia adelante. “Ese equilibrismo es el que ha tensionado permanentemente a la Nueva Mayoría”, señala un parlamentario. De hecho, la frase fue resistida en su momento por la Secretaría de Comunicaciones, a cargo de Carlos Correa, quien dejó su cargo meses después de dicho cónclave.

En ese contexto, las principales críticas en su contra -desde el oficialismo- apuntan a que, más allá de su se comparte o no su lectura sobre la sociedad, le atribuyen carencia al momento de evaluar políticamente las posturas que asumirá La Moneda. “Mira desde una perspectiva más intelectual que política, lo que a veces genera problemas”, dicen en el bloque.

Más allá de dicho episodio, en el gobierno señalan que uno de los momentos en que Güell consolidó su influencia en La Moneda fue con la salida del comité político integrado por Rodrigo Peñailillo en Interior y Alberto Arenas en Hacienda, en mayo de 2015. Ambos, piezas claves del bacheletismo desde el comando de calle Tegualda.

Del seminario a la política

Güell suele andar con una libreta para tomar apuntes y quienes lo conocen destacan su tono pausado, que mantiene desde antes incluso de entrar al Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Tras abandonarlo, entró a Sociología en la Universidad de Chile. Al salir llegó a la Flacso, donde conoció a uno de sus mentores: Norbert Lechner, fallecido investigador, politólogo y abogado alemán nacionalizado chileno, ex director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Fue él quien lo instó a hacer un doctorado en Sociología de la Universidad Erlangen-Nürnberg, de Alemania. Tras volver a Chile comenzó a trabajar en el PNUD.

En el Ejecutivo dicen que la Presidenta valora una característica importante de Güell: no tiene agenda política propia.

Así, tiene pocos nexos en el oficialismo, y son de corte personal más que político.

Uno de ellos es el senador PS Carlos Montes. El vínculo con Montes se remonta a los años que Güell trabajaba en el PNUD. El nexo fue Lechner, quien mantenía una amistad con el entonces diputado, al que le recomendaba lecturas. Tras la muerte de Lechner, producto de un cáncer en 2004, Güell continuó la tradición de sugerir lecturas a Montes, pensadores modernos y muy escasamente novelas.

Otro de los socialistas que conoce a Pedro Güell es el senador Juan Pablo Letelier. Sin embargo, su vínculo se debe a que su hermano es amigo de infancia del sociólogo.

Quien también es cercano a Güell es el analista político Max Colodro, con quien solía juntarse a conversar desde la época en que el sociólogo trabajaba en el PNUD y Colodro en Unesco. Sin embargo, desde su llegada al gobierno ambos han perdido contacto.  

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