"Dile que siga conduciendo. Y si mueren, que los descargue en un bosque en Alemania".

Este es el escalofriante mensaje que el supuesto jefe de un grupo de traficantes de personas le transmitió a un conductor que transportaba a 71 migrantes apiñados en la parte de atrás de un pequeño camión a través de Europa.

El conductor, de nacionalidad búlgara, acababa de llamar a un cómplice para explicarle que los migrantes estaban montando alboroto en la parte trasera.

"Están gritando todo el rato, no te imaginas lo que está pasando aquí", le dice por teléfono, según transcripciones obtenidas por el diario alemán Sueddeutsche Zeitung (SZ) y las cadenas NDR y WDR.

"Puede ser que la policía los oiga en la frontera, ¿qué hago?", pregunta.

El cómplice llama entonces al jefe del grupo, un afgano, quien le transmite las órdenes.

"De ninguna manera abras la puerta del camión [?] Dile (al conductor) que siga. Y si mueren, que los descargue en un bosque en Alemania".

Poco después, la policía encontraba en una carretera austriaca los cuerpos de 59 hombres, ocho mujeres y cuatro niños, apiñados en un camión refrigerador cerca de la frontera con Hungría, en agosto de 2015.

Las autopsias posteriores determinaron que los migrantes murieron "asfixiados en condiciones horrorosas".

El descubrimiento generó indignación en todo el mundo.

Los 12 supuestos responsables (10 búlgaros, un afgano y un libanés) se enfrentan desde este miércoles a un juicio en la ciudad húngara de Kecskemét (los migrantes murieron en Hungría y por eso se hace allí el juicio), acusados de tráfico de personas y tortura.

Cuatro de ellos también se enfrentan al cargo de "homicidio con especial crueldad" y podrían ser condenados a pasar toda la vida en la cárcel.

Uno de los acusados está huido y será juzgado in absentia.

Una banda criminal

El grupo está acusado de pertenecer a una banda criminal que introdujo a más de 1.200 personas en Europa occidental durante el pico de la crisis migratoria.

Según los fiscales del caso, los refugiados eran transportados con frecuencia "en furgonetas cerradas, oscuras y sin aire no apropiadas para llevar pasajeros, en condiciones abarrotadas, inhumanas y horrorosas".

Todos los migrantes, menos uno, han sido identificados. La mayoría fueron repatriados a sus países de origen, mientras que una docena están enterrados en un cementerio musulmán en Viena.

La fiscalía ha recopilado 59.000 páginas de evidencia, en las que se detalla el horrible descubrimiento que hizo la policía en la autopista A4 en el estado de Burgenland, el 27 de agosto de 2015.

Una patrulla vio un camión vacío y líquido cayendo del vehículo que resultó ser fluidos corporales descomponiéndose.

Dentro, un mar de extremidades entrelazadas en un contenedor de carga de 14 metros cuadrados.

Entre ellos había un bebé de menos de un año.

Las víctimas, de Siria, Irak y Afganistán, llevaban dos días muertas.

Lo habrían evitado

El Sueddeutsche Zeitung (SZ) reportó que la policía húngara había interceptado las conversaciones como parte de una investigación sobre la red de tráfico de personas y, sin embargo, no actuó.

Pero las autoridades húngaras aseguraron que las conversaciones no fueron escuchadas en tiempo real, sino que se grabaron para ser traducidas posteriormente.

"Es incorrecto asumir que las autoridades húngaras hubieran podido evitar el crimen considerando lo rápido que se produjo", le dijo el fiscal Gabor Schmidt a la agencia Reuters.

"Si las autoridades húngaras hubieran podido detener esta tragedia horrible, lo habrían hecho", dijo también al SZ.

Según el fiscal, los investigadores intervinieron los teléfonos de los líderes de una banda de traficantes dos semanas antes del terrible incidente, como parte de otro caso.

Solo un día después de haber sido encontrado el camión, el grupo cargó a otros 67 migrantes en otro camión refrigerador y los llevó hasta Austria.

"Esta vez los migrantes pudieron abrir la puerta de la zona de carga, por lo que no murió nadie", afirmaron los fiscales.

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