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Francia y el cielo sobre La Habana

Francia y el cielo sobre La Habana
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Cuba ha puesto en manos de dos empresas francesas la operación del Aeropuerto Internacional José Martí. Así responde La Habana a los desafíos que suponen el boom del turismo y la precariedad infraestructural de la isla.

El marcado incremento en el número de turistas que viajan a Cuba y la inminente regularización del tráfico aéreo entre Estados Unidos y ese país –pautada para finales de agosto– han obligado a buscar soluciones heterodoxas para las deficiencias infraestructurales del Aeropuerto Internacional José Martí. La Habana ha decidido ponerlo en las manos de dos empresas francesas: Bouygues Bâtiment International estará a cargo de su ampliación y Aeropuertos de París (ADP) será responsable de su operación.

A toda prisa

El proyecto incluye la modernización del aeródromo regional de San Antonio de los Baños, ubicado al oeste de la capital cubana. Más de la mitad de los turistas extranjeros que llegan a la Antilla Mayor lo hacen a través del Aeropuerto Internacional José Martí, que recibió a 3,5 millones de personas en 2015; lo más seguro es que esa cifra sea superada este año. La meta es que, a partir de 2020, más de diez millones de viajeros aterricen anualmente en el país insular usando sus instalaciones, optimizadas por ADP.

Cabe preguntarse, sin embargo, si este convenio franco-cubano no compromete la soberanía nacional tan cara al establishment de La Habana.

El que Cuba haya decidido confiarle su aeropuerto principal a un consorcio francés no es obra de la casualidad. Las relaciones diplomáticas y la “cooperación privilegiada” entre ambos Estados han sido cultivadas en los últimos años –intensamente, cara a cara– por sus ministros de Exteriores y sus mandatarios. La cantidad de empresarios alemanes haciendo negocios en la isla palidece frente a la de sus homólogos franceses: compañías galas del campo energético, comunicacional, turístico y licorero se han asentado en Cuba durante años.

Buenas relaciones

Eso es parte del legado del expresidente francés Charles de Gaulle, quien siempre condenó el embargo impuesto por Washington sobre la isla. Pero además de los aspectos políticos, económicos y comerciales de esa relación bilateral están los méritos técnicos de las empresas que le darán una nueva cara al aeropuerto de La Habana: aparte del de París, ADP opera otros 31 aeropuertos y Bouygues Bâtiment International participó en grandes obras de construcción como las del Eurotúnel, el aeropuerto de Hong Kong y el Estadio de Francia.

De ahí que las expectativas sean altas, dentro y fuera de Cuba. El Ministerio de Transporte de Estados Unidos prevé hasta 155 vuelos semanales hacia la nación caribeña. Las licencias para la cobertura de esa ruta no han sido concedidas aún porque, de momento, el aeropuerto de La Habana tiene una capacidad operativa limitada. Con frecuencia se registran quejas por la calidad del servicio, los problemas en el manejo del equipaje y los lapsos de espera. Ese estado de cosas es el que buscan solventar ADP y Bouygues Bâtiment International.

Y a juzgar por comunicados recientes del Ministerio de Transporte de Cuba, otros aeropuertos del país podrían pasar a ser operados por compañías extranjeras en poco tiempo. 

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