Política

El asesor chavista que reinventó a ME-O

El asesor chavista que reinventó a ME-O
T13
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Amauri Chamorro, periodista ecuatoriano-brasileño, asumió en agosto la jefatura de la campaña presidencial de Marco Enríquez Ominami. Venía de Ecuador, donde aprendió al alero del estratega político-comunicacional del gobierno de Rafael Correa, Vinicio Alvarado. Hombre de izquierda - cree que la izquierda chilena es como la derecha de otros países-, admirador de Chávez y Maduro, ha sido clave en moldear al nuevo ME-O: más agresivo con sus contendores y periodistas, a quienes increpa cada vez que le preguntan por su vinculación al caso SQM o al avión que en la campaña pasada utilizó gracias a la empresa brasileña OAS, acusada de corrupción en Brasil.

Por Nancy Castillo

El set de televisión está ubicado en un piso alto, desde el cual se observa un parque en Quito. La periodista de Telesur, el canal multiestatal fundado por gobiernos de la izquierda latinoamericana, conduce una entrevista sobre el tema del día: la votación en Venezuela para elegir a los representantes de la Asamblea Constituyente.

La mujer lo dice y lo repite: los medios extranjeros han tergiversado la verdad, pues en la jornada “el pueblo venezolano” fue a votar de manera masiva. El entrevistado, Amauri Chamorro, presentado como analista internacional, asiente, sonríe ante la afirmación y califica de arriesgada -políticamente hablando- la decisión del Presidente Nicolás Maduro de convocar a una Asamblea Constituyente; luego, la califica como una lección para el resto del mundo, y agrega:  “Los medios de comunicación en el extranjero, todas las empresas de comunicación que responden a grupos financieros, de poderes fácticos que están acosando a Venezuela, obviamente, no transmiten la realidad del gran volumen de gente que ha salido a la calle a votar (…) Es ridícula la participación de los medios regionales en deslegitimizar la participación del pueblo democrático”.

Es la tarde del 31 de julio de 2017. En Venezuela votaron poco más de ocho millones de personas según el reporte oficial (de las 19 millones del padrón electoral) y quedan pocos días, para que Carlos Amauri Venegas Chamorro aterrice en Chile en calidad de jefe de campaña del presidenciable del PRO, Marco Enríquez-Ominami.

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No es la primera vez que este periodista de 39 años, hijo de padre ecuatoriano y madre brasileña, está en Chile. Sus vínculos familiares con el país, en realidad, son más remotos que cualquier campaña presidencial, pues su madre, militante de izquierda, estuvo en Chile en 1972 mientras estaba exiliada.

Anita Chamorro, era hija de un dirigente del Partido Comunista brasileño que se había ido a la URSS tras el golpe de Estado de 1964 en Brasil. La joven se quedó, pero en 1970  el partido prefirió que siguiera a su padre por seguridad. Se fue a la URSS y ya como militante de las Juventudes Comunistas se vino a Chile en las postrimerías del gobierno de Salvador Allende para un encuentro de jóvenes de izquierda. Acá estaba cuando fue el golpe de Pinochet y con el apoyo de Naciones Unidas, logró salir. Se fue entonces a la República Democrática Alemana  (RDA). Allá conoció a Carlos Venegas, ecuatoriano, también de familia comunista. Se casaron y ya en Quito, tuvieron a Carlos Amauri Venegas Chamorro.

Siguiendo una tradición de los Venegas, al primogénito le pusieron Carlos, y siguiendo la misma tradición, de niño lo llamaban por su segundo nombre para distinguirlo de todos los otros Carlos. Según una historia familiar, su segundo nombre iba a ser Vinicius, en honor al poeta y cantante brasileño Vinicius de Moraes. En una noche de juerga del padre con sus amigos, el segundo nombre del primogénito mutó a Amauri. La explicación del padre fue que era en honor a un revolucionario. Si existió o no ese personaje, esa es otra historia.

Lo que sí está claro es que el hoy jefe de campaña de Enríquez-Ominami, vino a Chile por primera vez allá por el 2010. Estaba de vacaciones y lo motivaba conocer ese país del que tanto hablaba su madre. En ese minuto, al candidato del PRO lo conocía de oídas. En 2009, mientras aún trabajaba en Brasil –estudió periodismo en la Universidad de Sorocaba, en el estado de Sao Paulo y un magister en comunicación política en Barcelona-, Chamorro supo de la campaña presidencial de ME-O a través de su computador y la encontró fascinante, según cuenta él.

Para ese entonces, Chamorro había trabajado en algunos medios de comunicación y ya había abandonado una juvenil carrera musical en un grupo de heavy metal, llamado Temblor, del cual era vocalista y compositor. Según cuenta él: “Tenía la banda pues creía que era un gran instrumento para hacer política”. Sin embargo, en la lucha por producir su segundo disco, encontró que más efectivo para sus sueños de hacer crecer la izquierda latinoamericana, era la comunicación política. Para ese entonces, ya tenía experiencia en el uso de la tecnología digital para esos fines. 

Así llega a Quito en 2011. Y tal vez ahí comienza la parte de la historia de Amauri Chamorro que lo liga con el Chile de hoy, donde figura intentando que Marco Enríquez Ominami recupere parte de su capital político perdido en su tercera aventura presidencial. Y dé la pelea por llegar a lo menos en cuarto lugar. Algo que nadie expresa en voz alta en ese comando ubicado a media cuadra de la sede de la UDI, pues cuando se les pregunta, responden que la batalla es por el tercer puesto y hasta por la segunda vuelta. Eso es lo que dicen a la prensa.

¿Por qué el arribo de Chamorro a Quito lo acerca a Enríquez-Ominami? Una vez allá, alguien lo recomendó con quien es reconocido como el principal estratega de las campañas de Rafael Correa y del partido Alianza País (en el cual también milita Chamorro): Vinicio Alvarado. En ese entonces, éste ocupaba la Secretaría Nacional de la Administración Pública. Algo así como ser el ministro jefe político y de gabinete.  Su hermano Fernando Alvarado, también publicista político, ocupó la Secretaría de Comunicaciones. Los hermanos habían trabajado en esa primera campaña de Correa y, según le contó Fernando a la revista colombiana Gatopardo, cuando el recién asumido presidente se reunió con ellos para conocer qué estrategia político comunicacional pensaban para su gobierno, este expuso: “Le dije al Presidente que los grandes medios eran como una maleza que había que limpiar. La maleza siempre iba a estar allí, y solo hay dos caminos: dejar la maleza crecer y solo podarla de vez en cuando o sacarla de la cancha. Para eso hay que cortar la maleza, y cortarla todos los días. Si no, regresará y lo tapará. No se puede llevar adelante un proceso de cambio profundo sin la polarización”.

Y cuando se escucha hablar a Amauri Chamorro sobre política y comunicaciones, y se observa el desempeño de Marco Enríquez-Ominami en esta campaña presidencial, se percibe a un discípulo de la escuela de los hermanos Alvarado.

Pues se escuchan frases como:

-Hubo una tentativa de matar mediáticamente a Marco (tras el caso Soquimich)

O,

-Y cuando Marco llega al tercer lugar en las encuestas, y los medios saben de eso, no lo dicen.

(En la última encuesta CEP está en cuarto lugar. La noticia está en que duplicó su intención de voto en los últimos meses).

O,

-Los medios escritos tienen un bloqueo a Marco. Y eso es a propósito.  

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En Ecuador, Chamorro creó una empresa con su padre, Ribeney. De acuerdo a una publicación del diario El Comercio de ese país, dicha empresa ganó contratos con el gobierno para la realización de un plan de comunicación estratégico en áreas de gestión con la ciudadanía, así como del diseño de estrategias comunicacionales para la industria del petróleo y electricidad. Chamorro asegura que él nunca trabajó como funcionario de gobierno, sino como asesor a través de sus consultoras con sede en Quito.

En 2015, dos años después de la última campaña presidencial del Presidente Correa, el diario El Comercio publicó un artículo en que establece la relación entre la consultora de Chamorro y una de Vinicio Alvarado, desde la cual, habría operado el “Troll Center”. Así se había llamado a una campaña de redes sociales, con creación de cuentas falsas y otras acciones, que atacó a la oposición durante la campaña presidencial.

-¿Qué respondes a la acusación de que tú fuiste quien condujo el Troll Center?-

La pregunta a Chamorro es en una tarde de feriado, en una pausa que hace en su agenda de campaña para hablar con T13 Semanal.

Y antes de responder que no es así, que le hubiese encantado ser el Troll Center, y que la acusación fue parte de un ataque que hizo la petrolera Chevron al gobierno de Rafael Correa (por un litigio que mantuvieron por años), antes de todo eso, Amauri Chamorro dice:

-Antes de ser un profesional, yo soy un militante de izquierda, un internacionalista. La izquierda suele perder en el escenario de los medios de comunicación porque estos son de derecha, entonces, yo llevo mi conocimiento para pelear con la izquierda en esas batallas.

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En paralelo a su trabajo como asesor del ministro ecuatoriano Vinicio Alvarado, el periodista participó de conferencias y charlas del circuito de la izquierda latinoamericana. En algunas de esas, Marco Enríquez Ominami fue charlista y él lo miró desde la audiencia. 

Por otro lado, Enríquez Ominami solía visitar al Presidente Correa, con quien estableció una cercana relación. Un político chileno que conoce al ex presidente ecuatoriano y al presidenciable chileno asegura que entre ellos hay una relación de afecto. Chamorro, quien se declara “correísta y fan de Correa”, agrega: “El Presidente Correa aprecia y respeta mucho a Marco, como un líder de la siguiente generación (de la izquierda latinoamericana)”.

El punto es que fue justamente en Ecuador donde el candidato y el asesor se conocieron. De a poco fueron creando un vínculo y este año Chamorro recibió el llamado de Camilo Lagos, presidente del PRO, para sondear si estaba disponible para jugar un rol en la campaña. El segundo llamado fue para decirle que lo esperaban en Chile para liderar el equipo de campaña.  

Para ese entonces, Chamorro ya había sido jefe de campañas de candidatos a alcaldes y gobernadores en Ecuador y Brasil. También había participado en el equipo cultural de la campaña de Dilma Rousseff, y fue parte del último triunfo que le dio su mentor –Vinicio Alvarado- al elegir a Lenín Moreno en Ecuador. Y aunque algunos medios han publicado que trabajó en la campaña de Michelle Bachelet, y Chamorro no lo desmiente e incluso agrega que fue una tarea informal con consultas en algunas temáticas, un político chileno que sabe quién sí y quién no jugó un rol en esa carrera, asegura que Chamorro no estuvo ahí.

Como sea, lo que sí está claro es que esta es la primera vez que Amauri Chamorro es jefe de una campaña presidencial.

En la campaña pasada, la de 2014, Enríquez-Ominami tuvo como publicista y estratega político al brasileño Duda Mendonca, un reconocido en su área a nivel internacional al haber elegido al Presidente Lula en Brasil, pero hoy uno de los principales delatores del caso de corrupción Lava Jato.

Le preguntamos a Chamorro:

-¿El Presidente Correa tuvo algo que ver en que te vinieras a la campaña de ME-O?

-Nada –asegura.

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Cuando Chamorro aterrizó acá para asumir en la campaña, Enríquez-Ominami bordeaba los 2 a 3 puntos en las encuestas. El análisis que hicieron es que si bien tenía un alto conocimiento ciudadano, la gente, especialmente de sectores populares, no sabía que era candidato presidencial. En base a conseguir ese objetivo se elaboró la estrategia comunicacional y la agenda en terreno.

Pero, Chamorro también se encargó de dar una perspectiva distinta en el comando respecto de los medios de comunicación chilenos y la manera en que los periodistas enfrentaban a ME-O. Un miembro del comando explica que para el equipo chileno era normal que los periodistas hicieran aseveraciones sobre la investigación de la fiscalía hacia  Enríquez Ominami por el financiamiento irregular de campaña, “como si ya se hubiese establecido judicialmente su responsabilidad, cuando el caso está en investigación de la fiscalía aún”. Y que fue Chamorro quien les dijo que eso no había que aceptarlo: Enríquez no debía aceptar aseveraciones de ese tipo, debía enfrentar más directamente a los periodistas.

Y ahí fue cuando apareció un Marco Enríquez-Ominami que, especialmente, en las entrevistas en vivo, ante una pregunta en esa materia, partía con: Usted está faltando a la verdad. Un ME-O que aparecía más beligerante en pantalla. Se defendía cuando un periodista le preguntaba por su formalización en el caso SQM por delitos tributarios, es decir, presunto financiamiento irregular por parte de la minera no metálica. También por la investigación a las circunstancias en que ejecutivos de OAS le facilitaron un avión en la pasada campaña presidencial, sin que ello fuera declarado como gasto de campaña.

Chamorro marca los tiempos. Acompaña a ME-O donde quiera que vaya. Revisa lo que toma, come y conversa. Cuando asistió a la entrevista en el programa En Buen Chileno en Canal 13 pidió que todas las botellas de Coca-Cola que había en el camarín de Enríquez-Ominami estuvieran cerradas y se abrieran en su presencia. Ya en el set, se mantuvo cerca, ME-O hablaba mirándolo y Amauri le marcaba cada gesto. Incluso le indicaba al panelista que debía aludir en sus respuestas. Ante cada respiro, una conversación privada con Amauri, y de vuelta a los dardos, a las respuestas directas pero con contraofensiva.

En los debates con los otros siete candidatos presidenciales, se vio, además, a un Marco Enríquez-Ominami que se preparaba para apuntar directamente a Sebastián Piñera y, con el paso de los días, contra Alejandro Guillier. Sus tonos son más agresivos que en campañas anteriores y no ha escatimado en buscar espacios de disputa. En los últimos días, pese a hacer llamados a construir acuerdos de segunda vuelta, Guillier ha sido su blanco predilecto. Lo ha asociado con los narcos de San Ramón y lo acusó de no tener programa: “Es una vergüenza”, llegó a decir.

En la última CEP, el trabajo de hacerse notar mostró sus frutos: si en agosto Enríquez-Ominami marcó 1,8% en intención de voto en urna entre votante más probable, ahora presentó 4,7%.

Un político de izquierda y con vasta experiencia en campañas presidenciales evalúa que la campaña de Marco Enríquez-Ominami -así como la del ex UDI José Antonio Kast-, han sido las sólidas y mejor realizadas. “Ambas tienen identidad, un solo discurso y han sabido manejar los tiempos y ritmos de campaña”, agrega.

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Al revisar los tuits, entrevistas y columnas de Chamorro uno lee una férrea defensa a Rafael Correa, a Nicolás Maduro, críticas a los medios de comunicación en manos de privados, etc. Sin embargo, poco hay sobre política interna de Chile. Pese a que su opinión sobre la centroizquierda chilena es bien lapidaria. En conversación con él, Chamorro dirá por ejemplo, que “la izquierda chilena es como la derecha en otros países”; que “es increíble que la Presidenta Bachelet haya apenas tenido apoyo para sus reformas” y,  “vergonzoso el poco avance social de este país, que el agua se haya privatizado, que se deba pagar en una universidad pública”, y así.

Él asegura que esa suerte de prudencia sobre política chilena, no tiene que ver con un consejo que un amigo le dio al llegar a Chile: no cometas el error de meterte en la escena nacional, le dijo. Según Chamorro, no ha escrito sobre Chile porque no ha tenido tiempo y porque le toma tiempo, ya que “escribo en portuñol y debo corregir mucho”.

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En los últimos dos meses, Chamorro casi no ha salido de Chile. El ritmo de campaña y del propio candidato del PRO, lo tiene absorbido. Su esposa, Daniela, y su madre, Anita, han viajado hasta acá para poder verlo.

 Y todo parecer indicar que seguirá así incluso después de las elecciones del 19 de noviembre. Pues este hombre que en su perfil de Twitter se define como “Soldado de la segunda independencia de América Latina” y que en la conversación con T13 Semanal dice “yo no trabajo por quien me pague, trabajo y colaboro con quien yo crea. Cuando decido colaborar con alguien lo hago, porque creo en él”, ya tiene en la mira su próximo objetivo. El próximo año hay elecciones en Colombia, y Chamorro se unirá a trabajar con las organizaciones sociales que apoyan al candidato Gustavo Petro. 

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