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Jorge Arrate: "Espero que los diputados del Frente Amplio sigan saliendo a la calle"

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Jorge Arrate: "Espero que los diputados del Frente Amplio sigan saliendo a la calle"
David Muñoz
El ex ministro de Allende y ex candidato presidencial de la izquierda extraparlamentaria regresó de una temporada en Estados Unidos, donde emitió su sufragio en primera y segunda vuelta presidencial. Aquí expone lo que vio desde afuera y los efectos que, cree, tendrán los resultados del largo proceso de campaña. Cree que el gobierno de Bachelet fue "opaco" y anticipa un gobierno de Piñera de "poder total".

En el Catedral High School, a poco más de diez cuadras de Central Park, en el corazón de Manhattan en la ciudad de Nueva York, Jorge Arrate emitió su sufragio en primera y segunda vuelta en los pasados comicios presidenciales. Aunque inicialmente formó parte del consejo social de la campaña a las primarias de la candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, superada esta etapa, se instaló en Estados Unidos para acompañar durante la temporada académica a su mujer, la escritora, Diamela Eltit, quien hace clases en la Universidad de Nueva York. 

En las dos ocasiones, Arrate cuenta que la votación fue muy expedita, pero lo que más le emocionó fue la reacción de compatriotas que no habían sufragado desde el retorno de la democracia.

-¿Quién ganó en su mesa?

No supe del resultado por mesa, solo el resultado global de la ciudad. En las dos vueltas ganó Piñera. 

Resuelto el dilema presidencial, Arrate y su mujer regresaron a Chile antes de las fiestas de fin de año. Acá retomó algunas conversaciones con sus amigos del Frente Amplio, y de las izquierdas antes extra parlamentarias. Pese al envión inicial, dice que no participará en política activa. Apoyará a naciente bloque, cuyo futuro observa con optimismo. Prefiere dedicarse a terminar la segunda parte de sus memorias, que concentra gran parte del relato en su vida en el exilio y los intentos por regresar al país, así como el proceso de reunificación del Partido Socialista. Entre tanto, se toma un café Cappuccino con T13 Semanal en el café Bolonia del Barrio Italia, su lugar preferido en Santiago.

¿Cómo fue seguir las elecciones presidenciales desde el extranjero?

Seguí los últimos meses de la campaña desde afuera, así que mi impresión se formó a través del seguimiento de la prensa y conversaciones con amigos en Chile. Pensaba que Beatriz Sánchez iba a sacar una buena votación, pero nunca un 20%. Esa era mi impresión. Creo que sacó una votación extraordinaria más alta que la que sacó el Frente Amplio en sus candidaturas a diputado, lo que indica que ella tuvo una capacidad de acceder a sectores a los que el Frente Amplio como tal no llegó. Pienso que el hecho más impresionante de la votación fue la tremenda caída de la Nueva Mayoría. Este bloque ha ido perdiendo votos sistemáticamente. Si reconstruimos la Nueva Mayoría hacia atrás, es decir, sumamos hacia atrás los votos  de la Concertación y los del Partido Comunista, la cantidad de votos que ha perdido desde el año 1989 es cerca de dos millones de votos. Desde el 2013, perdió 900 mil votos.

¿Por qué el Frente Amplio no fue más explícito en apoyar a Alejandro Guillier en segunda vuelta? ¿Comparte la idea de que le convenía más bien estar en la oposición a Sebastián Piñera?

Le convenía más que ganara la Nueva Mayoría como perspectiva estratégica. Con la gente que conversé desde Estados Unidos, en su mayoría pensaban que al Frente Amplio le convenía un triunfo de la Nueva Mayoría, porque eso permitía más espacios de libertades, una conciencia más crítica respecto de los que iban a ejercer el gobierno, y le daba más posibilidades al desarrollo de organizaciones y movimientos sociales. Un gobierno de derecha siempre cierra esos espacios, por más que respete las normas básicas constitucionales. 

Pero el Frente Amplio se puede fortalecer en la oposición ¿No cree?

No creo eso. Creo que se hubiese fortalecido más en un gobierno como la Nueva Mayoría, donde hubiera habido un espacio de debate, una franja de debate en el Parlamento en que el Frente Amplio podría haber incidido mucho más en las decisiones que adoptara el gobierno. 

¿Entrando al gobierno?

No, nunca estuvo considerado. Pienso que no era conveniente, pero no soy nadie en el Frente Amplio. Entiendo que sus dirigentes nunca han tenido la perspectiva de participar en el gobierno. 

¿Por qué cree que fracasó la candidatura de Alejandro Guillier?

Hay varios factores. Esta es la historia de un desgaste, de una decadencia, de una Concertación que aunque tuvo respiración boca a boca con la entrada del Partido Comunista, nunca quiso reconocer que le habían salvado la vida. Entonces la DC comenzó a plantear que esto no era una coalición, sino que era un pacto electoral y de gobierno y allí se inició un florecimiento de algo que era obvio: una contraposición interna dentro de la Nueva Mayoría que le hizo daño en definitiva al gobierno de Bachelet. Leí que los comunistas identificaron esto en su pleno en el ministro Burgos, coincido con esa visión, fue muy dañino para el gobierno. 

¿Se refiere a la dupla Burgos-Valdés y al realismo sin renuncia?

Creo que Valdés fue un ministro de Hacienda bastante opaco. Más bien la figura que ha tenido una influencia en todos estos ámbitos a nivel de la Presidenta fue el ministro Nicolás Eyzaguirre. Valdés fue más bien opaco, no tuvo grandes relieves, no le doy un gran significado. Del mismo modo que no le doy un gran significado al hecho de que haya visitado a Piñera dichoso, sonriente, hace unos días. 

Estábamos hablando de Guillier y la derrota…

Otra razón es el gobierno y su administración que fue débil, fue opaca. Una segunda razón es que Alejandro Guillier siendo una buena persona no era un buen candidato, creo yo. Ambiguo, resbaloso, con temor a asumir riesgos, indefinido en muchas materias, en realidad su gran virtud era el ser un buen padre de familia. Una persona en que uno confiaría, y yo confiaría en él a través de su vocación periodística durante años, pero no tenía las condiciones de liderazgo como el mismo lo dijo, en un gesto muy noble, en su discurso después de las elecciones. 

Se le ha culpado a él y su comando de haber izquierdizado su candidatura en segunda vuelta…

No creo que Guillier haya izquierdizado su mensaje, no veo en qué materias él planteo un mensaje de izquierda.

Comenzó a hacerle gestos al Frente Amplio, primero planteando que también estaba a favor del fin de las AFP y luego tomando una parte de la propuesta de Beatriz Sánchez para condonar las deudas del CAE. También, se le comparó con Maduro después que dijo que le metería la mano en el bolsillo a los empresarios…

Esa es una mala frase y no es una frase que yo reivindique desde la izquierda. Esa fue una torpeza. La izquierda no está buscando meterle la mano en el bolsillo a nadie, eso se asimila al robo. La izquierda no roba. La izquierda a lo que aspira es a que haya justicia social. Cobrarle impuestos a quienes tienen más y pueden pagar, es muy distinto a entrar al Banco de Chile y robarse la bóveda. Fue una de las varias torpezas que cometió Alejandro Guillier. Yo le agregaría a eso la evolución de la democracia chilena hacia un cuadro de desconfianza, de indiferencia, de falta de respeto por las instituciones, especialmente por los partidos políticos, a los polos políticos, al ejercicio de la política.

Desde la Nueva Mayoría acusaban al Frente Amplio de la derrota...

El cojo le echa la culpa al empedrado. El Frente Amplio no tuvo ninguna responsabilidad porque el Frente Amplio no era parte de la Nueva Mayoría y siempre dijo que el tema de la segunda vuelta estaba en discusión, nunca avanzó en que fuera apoyar a Alejandro Guillier si pasaba a segunda vuelta. Y cuando llegó la segunda vuelta señaló que era tarea de Guillier y su campaña el conquistar esos votos. Tengo la convicción, pero no está fundado en estudios serios, que la mayor parte del Frente Amplio votó por Alejandro Guillier. 

Puritanismo frenteamplista

¿Cómo cree usted que sobrevivirá el Frente Amplio, esa coalición que dice estar alejada de las formas tradicionales de hacer política, precisamente a esas formas? Es con las reglas de la política tradicional que se negocia, por ejemplo, la presidencia de la Cámara de Diputados…

Tengo una cierta distancia con las perspectivas que sienten que están refundando la política como tal. La política en el curso de la historia humana parece que se ha refundado infinitas veces. Siempre hay un factor que es inevitable en la política que es la forma como el espíritu humano se enfrenta al problema del poder. El problema del poder no es solo un problema de la política. Todos sabemos que el poder se escuda en todos los espacios, están en la familia, está en los medios de comunicación, está en la iglesia, y está en la escuela, está en la sala de clases, estamos hablando del poder político que está asociado a los poderes centrales del Estado, la relación con ese poder es lo que define una cierta calidad de la política. Yo entiendo estas invocaciones del Frente Amplio, primero como una crítica a lo que es la política hoy día en Chile y yo la comparto plenamente, pero segundo, como una tentativa de poner una distancia entre los que ejercen la política y el poder y la única forma de lograr eso es tratar de observarse a sí mismo críticamente, en cada momento. Usted no va a suprimir el tema del poder de la política, el poder es central al ejercicio de la política. Lo que tienen que hacer es estar siempre con el ojo avizor para ver cómo usted se está relacionando con el poder, es decir, el colectivo. Yo creo que el Frente Amplio tiene una capacidad para hacer eso, por la juventud de sus representantes, por la calidad de sus representantes, pero, tiene que estar atento. El gran riesgo que corre el Frente Amplio es poner la primera prioridad en las cuestiones parlamentarias. La prioridad debiese ser la constitución de fuerzas en la base social, en las localidades, en los espacios de conflicto social, por cierto que la función parlamentaria es interesante, es útil y hay que participar en ella. Pero no es lo óptimo. 

¿Usted no habría entrado en la negociación por la presidencia de la Cámara?

Si para acceder la presidencia de la Cámara hay condiciones dignas para el Frente Amplio, no veo razón para que no se asuma. Pero yo no haría una negociación donde tenga que hacer concesiones para obtener la presidencia de la Cámara, no me parece que para el Frente Amplio sea una prioridad. 

No se ha visto bien la forma en que el Frente Amplio aparece negociando y repartiéndose las comisiones de la Cámara, según han opinado dentro y fuera del bloque…

En política siempre ocurren discusiones internas que no se ven bien, usted sabe que pasan en todos los partidos, es normal. Pero tengo confianza que los principales dirigentes del Frente Amplio van a saber poner esta distancia incorporando al ejercicio de la política elementos de dignidad, decencia, honestidad, de transparencia, y el planteamiento sobre las dietas parlamentarias, el planteamiento de Jackson de no ir a un tercer periodo, son cosas importantes en esta línea. 

Se ha acusado al bloque de predicar un cierto puritanismo. Hace unas semanas esta visión se personalizó en la votación para que Andrés Zaldívar y otros, fueran parte del Consejo de Asignaciones Parlamentarias…

Andrés Zaldívar no tiene por qué retirarse de la política, tiene 80 años y no tiene por qué retirarse. Lamento la personalización. Más allá de que uno tiene ideas que son contrapuestas en muchas materias con Zaldívar, no me parece que se haga esa personalización y no me parece que el tener 80 años sea argumento para nada. 

Se cuestiona el acuerdo “entre cuatro paredes” de una comisión Bicameral...

Por eso votaron contra todos los integrantes propuestos para dicho consejo. 

¿No le parece un exceso de puritanismo?

La política es un terreno muy complejo para el que predica la santidad y virginidad absoluta. El punto es, como entrar a ese terreno, teniendo consciencia de los riesgos que hay ahí. Qué grado de flexibilidad es el que hay que tener para enfrentar esos riesgos sin caer presa de aquellos factores o elementos que uno critica o condena y ese es un ejercicio muy difícil. Mantener esa distancia es bien complicado y el Frente Amplio no va a ser una excepción. Son jóvenes, son honestos, creen en lo que dicen y pueden hacer una gran contribución a la calidad de la política.

¿Es posible una alianza del Frente Amplio con el PC, o lo que queda de la Nueva Mayoría?

Siempre hubiese deseado que el Frente Amplio y el PC estuvieran en una misma barricada. La reconstrucción en Chile de una izquierda influyente, poderosa, que sea capaz de incidir realmente en el curso de los acontecimientos, con una fuerte base social, es una tarea que está por hacerse. He trabajado los últimos años, sobre todo cuando he estado más activo en política en esa dirección, fracasé, pero es una tarea que está ahí puesta. Esa tarea va a ser muy difícil cumplirla si no se llega a acuerdos y procesos convergentes entre el PC, sectores importantes del PS y el Frente Amplio. Creo que en el PS ya hay algunos sectores que están en otra perspectiva. 

¿Pero está pensando en una coalición más de izquierda que de centroizquierda?

Esa izquierda poderosa tiene que tener la capacidad de hacer acuerdos, con sectores de centro que no sean parte de la izquierda. No tengo ninguna duda. Le quiero decir que valoro mucho la presencia de socialcristianos para englobar un conjunto, creo que el componente socialcristiano, en su componente más de izquierda, y el componente más de centro, tiene que establecer un proceso de vínculos de cooperación, porque en un determinado momento el país requiere la constitución de mayorías bullantes.

¿Qué le deja a usted el gobierno de Michelle Bachelet?

Ha sido un gobierno opaco que desperdició la oportunidad de haber impulsado a fondo ciertos cambios importantes en Chile, a riesgo de tener una confrontación muy fuerte en el Congreso y en la sociedad que permitiera a la ciudadanía realmente identificar a la derecha e identificar como diferente a la Nueva Mayoría. No se atrevieron a hacer eso. Creo que la presidenta Bachelet pudo hacer un acuerdo, un entendimiento con los ciudadanos con las organizaciones sociales, pero no lo hizo. Entonces creo que es un gobierno muy opaco que no deja un legado de significado histórico. 

¿No le reconoce a Bachelet sus intentos reformistas?

No lo veo. Hay algunos hechos importantes en el ámbito de las libertades individuales, hay otros hechos que son interesantes en el ámbito económico, se hizo una reforma tributaria que más allá de los defectos que tiene tuvo un impacto significativo. La educación, pero ahí valoro el término de la municipalización y el establecimiento de la gratuidad total para la educación secundaria y básica, pero no es acertado lo que se hizo en material universitaria. Creo que la gratuidad en la educación superior ha significado un nuevo subsidio al mundo privado, es como alguien ha dicho la gratuidad del mercado, se le entrega a cada estudiante un voucher y de lo que se trata es por el contrario la educación pública. Han pasado cuatro años y nadie ha pronunciado una palabra sobre cuál es la situación del sector minero. El 70% de las exportaciones en Chile son cobre, ¿Cuándo ha dicho una palabra este gobierno sobre el tema del cobre? El programa de Michelle Bachelet es el primer programa presidencial en Chile en democracia en que no se encuentra la palabra cobre. Búsquelo, no lo va a encontrar. Está Codelco, pero no está cobre. El Litio lo están concesionando de nuevo, por qué no se impulsó una empresa nacional del litio, un nuevo código de aguas, la ley de pesca, todo el ámbito de los recursos naturales. 

Entonces lo que se viene con Piñera, desde ese punto de vista suyo, debe ser aún más sombrío...

Tengo la impresión de que Sebastián Piñera va a incorporar la experiencia de su primer gobierno. Eso, desde mi punto de vista augura un mayor afiatamiento de sus equipos de gobierno, y una mirada más atenta al mundo social, de los conflictos sociales. El gobierno de Piñera es un gobierno del poder total, es la suma del poder económico, del poder político, del poder mediático y el poder eclesiástico. Entonces si yo alguna vez me he opuesto a que la derecha gobierne en Chile, es por eso, porque no me gustan las sumas de poder. Los regímenes de partido Estado y dictaduras del proletariado en el Este de Europa, fueron concentraciones totales de poder. El Partido Comunista tenía en la Unión Soviética y en otros países el control de la economía, del poder político, del poder ideológico y cultural y controlaba. No es bueno en una democracia cuando un determinado sector, sobre todo en un país tan desigual como Chile en que el 1% se queda con el 33% del PIB, ese 1% es el que va a gobernar ahora. Por lo tanto, es un gobierno que a cualquiera le induce una sospecha y una prevención muy fuerte.

¿Qué hará el Frente Amplio como oposición para contrarrestar ese poder total del que habla?

Espero que los diputados del Frente Amplio sigan saliendo a la calle. Creo que va a ser así. 

O sea, estar en el Parlamento y en la calle…

Como Camila (Vallejo), en el gobierno y en la calle. Sí, yo creo que tener 21 parlamentarios fortalece el Frente Amplio siempre que no caiga en la ilusión de poner al Parlamento como primera prioridad. Eso no significa dejar la actividad parlamentaria de lado. Ahora, creo que el gobierno de Piñera va a responder a los grandes intereses empresariales con una línea mercantilista a ultranza. Vamos a ver.