La cacería anual de focas de la costa este de Canadá, comenzó el lunes, bajo el cuestionamiento de grupos ambientalistas, de procesos judiciales que buscan poner fin a esta actividad y de mercados que se cierran a la exportación de la carne de foca.

Rebecca Aldworth, directora ejecutiva de la ONG canadiense Humane Society International, ha sido una de las líderes de las campañas en contra de la caza anual. Y desde su cuenta en Twitter ha mantenido la atenciín; que, pese a no detener la matanza anual de focas arpa, sí ha golpeado comercialmente a esta industria. De hecho, tanto EE.UU. como la UE han prohibido la importación de carne de foca. Y China, uno de los principales mercados para los pescadores canadiense, ha anunciado que revisará el acuerdo que tiene con Canadá. "Tenemos que seguir diciéndole al mundo que se trata de una caza sostenible. Es una cacería humana", ha dicho Gail Shea, la ministra de pesca canadiense. La Organización Internacional del Comercio (OMC) concluyó, en noviembre pasado, que si bien la prohibición socava el comercio justo, las restricciones pueden estar justificadas por las "preocupaciones morales públicas" sobre el bienestar animal.

Canadá dice tener 6 mil cazadores con licencia y que todos están preparados para matar sin causar dolor a los animales, algo que los movimientos ambientalistas han dicho que es falso. Se calcula que cada temporada son 400 mil las focas arpas que son muertas por los cazadores. Según los críticos, la industria está en su peor momento. 

 

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