Al igual que Benedicto XVI, el Santo Padre criticó el relativismo y formuló su deseo como Pontífice de "construir puentes entre todos los hombres, de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo".

Asimismo, el papa también reiteró su llamado a la defensa de los pobres y el medio ambiente, asegurando que los países más ricos deberían combatir lo que llamó "la pobreza espiritual de nuestros días".

“¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas!”, indicó el Sumo Pontífice, quien destacó la necesidad de mantener la religión como centro de la vida pública.
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