Jan Egeland, asesor humanitario del enviado de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, cree que ahora mismo es difícil encontrar un peor lugar en la Tierra que la ciudad de Raqqa.

Allí, más de 20.000 personas están atrapadas en la ciudad vieja mientras se libra una dura batalla entre militantes del autodenominado Estado Islámico y la alianza con liderazgo kurdo de las Fuerzas Democráticas Sirias, apoyada con ataques aéreos de la coalición encabezada por Estados Unidos.

Egeland, director del cuerpo especial formado por Naciones Unidas y el Grupo de Apoyo Internacional a Siria para el acceso humanitario al país, y secretario general del Consejo Noruego para los refugiados, cree que la única solución para este conflicto pasa por la vía política.

En una entrevista con Nick Robinson en el programa "Today" de la estación Radio 4 de la BBC, Egeland recordó el enorme sufrimiento humano que está causando la guerra.

Señor Egeland, usted dijo no hace muchos meses que muchas veces quería gritar que no existe una victoria militar (en Siria). ¿Sigue usted gritando? Parece que nadie le está escuchando demasiado.

Bueno sí, este año 2017 es un año de tremendas turbulencias para la población civil siria.

Es un año muy diferente, en este respecto, en cuanto a cómo se están moviendo los campos de batalla, como están cambiando los frentes, cómo está cambiando el control de las ciudades.

Cuando hablamos hace medio año, un año, hablábamos de las batallas de Aleppo y de Homs, ahora es Raqqa y Deir Ezzor, controlado por Estado Islámico.

Lo que permanece constante, parece, es el sufrimiento de los civiles. Más gente ha sido desplazada en lo que va de este año que en todo el año pasado. Es incesante.

En otras palabras, la geografía ha cambiado, pero la gente puede pensar que parece horriblemente, dolorosamente y agotadoramente familiar. Pero usted también dice que el sufrimiento humanitario es todavía peor de lo que era: más gente está siendo desplazada de sus casas y perdiendo la vida. No solo es la geografía de dónde suceden las cosas lo que está cambiando.

Sí, lo constante es este desplazamiento enorme de gente y el derribo de propiedades y casas de civiles.

Cada día de este año son desplazadas 7.000 personas; el año pasado fueron 6.000.

Hemos visto 1,3 millones de veces que una persona siria ha sido desplazada de su zona, algunos de ellos varias veces.

¿Y dónde van? Sabemos que hay campos en el país, que quizás vayan a casas de amigos o familiares, que hay campos fuera del país. ¿Dónde termina la mayoría de esta gente?

Están acabando en miles de centros de desplazados, en campos provisionales, o van con familiares u otras personas.

Algunos, y esto es algo positivo de este año, en algunas zonas donde antes hubo feroces batallas ahora la situación está tranquila.

Así, por ejemplo, cientos de miles de personas han podido volver a sus casas en Aleppo. Y asumo que la gente podrá con el tiempo volver a sus casas en Raqqa y a Deir Ezzor, lugar que conozco bien, que está ahora sitiado por Estado Islámico.

Quizás hay dentro 90.000 personas que son leales al gobierno de Bashar al Asad. Fuera, hay fuerzas que están atacando a Estado Islámico. Así que hay tres niveles de lucha ahora.

¿Y hay esperanza? Mientras describe este horror que lleva sucediendo durante tanto tiempo con un coste humano tan grande, ¿hay algo que le haga pensar, cuando se va a dormir cada noche, que hay esperanza?

Sí, hay esperanza. El peor servicio que podríamos hacerle a la población siria sería decir que se trata de un caso perdido.

Nosotros, como comunidad colectiva humanitaria, ayudamos a millones de personas todos los días; Naciones Unidas y las ONG, incluido el Consejo Noruego para los Refugiados, ayudamos a seis millones de personas en enero, a 9 millones en junio.

Así que cada vez más zonas se están abriendo al acceso humanitario y más áreas se están calmando, pero los campos de batalla se están moviendo, y yo rezo por la gente de Raqqa.

No puede haber un peor lugar en la Tierra que este, controlado ahora por Estado Islámico, donde todavía hay 20.000 personas en un enclave en la ciudad vieja.

Terminemos donde empezamos, con usted diciendo que gritaba que no existe una victoria militar. Su trabajo es el apoyo humanitario, no la política ni la diplomacia, ¿pero ve usted alguna esperanza en la política o en la diplomacia? ¿Hay algo que usted oiga del hombre con el que trabaja, Staffan de Mistura, que le haga pensar que podría haber algún tipo de acuerdo político?

Staffan de Mistura no se está rindiendo, para nada, está más activo que nunca.

Ahora va a haber más conversaciones y hay esperanzas, sí, de que habrá progresos también en las negociaciones políticas porque, de hecho, solo hay una solución política para esto.

Y lo que necesitamos es que Rusia e Irán, que apoyan a un bando, y Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudita, que apoyan a otros bandos, ayuden a arrastrarlos a la mesa de negociaciones y los empujen a hacer concesiones, a todos ellos.

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