En Dadivank, en las montañas del Cáucaso ruso, hay un monasterio con una historia de alrededor de 800 años.

Y justo en frente de aquel sitio de culto se encuentra el ejército moscovita.

El abad del lugar, el sacerdote armenio Hovhannes, saluda a las tropas con la misma frase: "Gracias por estar aquí".

"Tenemos órdenes de evitar que este antiguo lugar sea destruido", dice un soldado ruso, uno de los 2.000 efectivos de mantenimiento de la paz que Moscú tiene desplegados en el territorio en disputa de la región de Transcaucasia (Cáucaso meridional) entre Nagorno, Karabaj y sus alrededores.

"Tradicionalmente es Rusia la que ha garantizado la estabilidad en esta región", cuenta el soldado.

Dadivank se encuentra en el distrito de Kalbajar, una de las varias áreas que Armenia regresó a Azerbaiyán en 2020 gracias al acuerdo de alto el fuego negociado por el Kremlin.

Moscú afirma que el pacto es una prueba de que Rusia sigue siendo una fuerza influyente en el sur del Cáucaso. Pero el reciente conflicto armado de seis semanas también deja en evidencia los límites del alcance ruso de lo que era su antiguo imperio.

"Punto de apoyo importante para Turquía"

Turquía ya es considerada una nación que juega como actor rival del llamado "patio trasero" de Moscú.

Fue el apoyo militar de Ankara lo que ayudó a Azerbaiyán a derrotar al aliado tradicional de Rusia en la región: Armenia.

Ahora Moscú denuncia que los observadores militares de Turquía, un país parte de OTAN, estén en el sur del Cáucaso para monitorear el alto el fuego.

"Lo que sucedió en Karabaj es una verdadera catástrofe geopolítica para la influencia de Moscú, no solo en el sur del Cáucaso, sino en lo que queda del espacio postsoviético", indica el comentarista político Konstantin von Eggert.

El analista explica que el ejército armenio, que fue entrenado y armado por Rusia, fue derrotado por el poder militar azerbaiyano que fue instruido por los turcos.

La Turquía del presidente Erdogan ganó un punto de apoyo muy importante en la región", indica el experto.

"Las conclusiones que los actores regionales como Turquía, China e Irán sacarán de esto serán que pueden introducirse más en la región, sin consultar demasiado con Moscú ni temer repercusiones del Kremlin", afirma.

El episodio

A 15 minutos en coche de Dadivank se encuentra Karabaj, una población controlada por armenios.

Allí se encuentran fuerzas rusas que señalan que protegen a la población de etnia armenia.

Sin embargo, en pueblos como Getavan la gente no está emocionada de verlos.

"Los armenios siempre pensamos que Putin era un buen tipo y estaba de nuestro lado", relata Araik.

Aunque, de inmediato apunta que otorgó demasiado poder a Azerbaiyán y eso "está muy mal".

Los simpatizantes

No todo el mundo comparte la opinión de Araik.

Cuando uno conversa con algunos soldados armenios que se retiraban de Karabaj dijeron que estaban agradecidos con Rusia por poner fin a la lucha.

"Si esta guerra hubiera continuado, todos hubiéramos muerto", indica un combatiente.

"Azerbaiyán tiene más dinero, armas y equipo militar que nosotros", señaló.

El conflicto armado empezó a principios de año.

Rusia y sus vecinos

Para Rusia, 2020 ha sido un año de desafíos geopolíticos que recuerdan a la vieja Unión Soviética.

En Bielorrusia, uno de los aliados más cercanos de Rusia, se cuestionó con mucha fuerza al líder político apoyado por Moscú.

A pesar de las señales de que el Kremlin se impacienta con Alexander Lukashenko, su decisión de respaldarlo por ahora ha despertado un grado de sentimiento que rara vez se vio en Bielorrusia.

Además, en octubre, una revuelta en Kirguistán tomó a Rusia con la guardia baja.

Y el mes pasado, el Kremlin respaldó al postulante perdedor en las elecciones presidenciales de Moldavia.

La política prooccidental Maia Sandu derrotó a Igor Dodon.

Sin embargo, el ejemplo de Moldavia muestra que, a pesar de los reveses, Rusia todavía tiene formas de ejercer influencia sobre algunos de sus vecinos.

Rusia tiene tropas en Moldavia.

Los soldados rusos están oficialmente allí como fuerzas de paz. Pero le dan al Kremlin una influencia política en caso de que el liderazgo moldavo intente alejarse de la esfera de influencia de Moscú.

"Nuestro objetivo es acercarnos a la Unión Europea y, con suerte, algún día, convertirnos en miembro", afirma la presidente electa Sandu.

"¿Pero dejaría Rusia que eso suceda?", pregunta la BBC.

"Es nuestra elección. Al final, es la decisión soberana de nuestro país qué modelo de desarrollo quiere elegir", indicó la política.

La influencia

¿Existe un beneficio real para Rusia con mantener una zona de influencia en su vecindario?

"Si hiciera el cálculo, ¿cuántos recursos está invirtiendo Rusia para mantener esta periferia en su esfera de influencia y cuánto gana con los retornos económicos, el comercio, la seguridad, la inversión y la falta de problemas con sus principales mercados en Europa? Creo que la ecuación diría que dejen a estos países ", dice Alexander Gabuev, investigador del Centro Carnegie de Moscú.

El experto añade, sin embargo, que para el Kremlin representa un vínculo emocional.

"Esa sala está dominada por personas con antecedentes de contrainteligencia que ven amenazas por todas partes, un espía occidental debajo de cada árbol. Así que ven a estos países como un cinturón de seguridad", sostiene

Sin embargo, en última instancia, el peso de Rusia para influir en el antiguo espacio soviético puede verse limitado por nuevas realidades: un número creciente de actores regionales, incluidos China, Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea.

"Una parte importante de la sociedad rusa todavía está unida a la idea de tener una especie de imperio", cree Konstantin von Eggert.

"Pero tendrá que despedirse de él muy pronto. Hablando históricamente, Rusia misma está pasando por una transición de un imperio a un estado nacional y este es un proceso inevitable".

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