Es muy probable que más de una vez fuiste al baño "por si acaso" antes de salir de tu casa, para evitar que te den ganas de orinar en lugares públicos o en medio de un viaje. A pesar de que es una práctica bastante común, puede perjudicar, a largo plazo, la salud de nuestra vejiga por "obligarnos" a orinar.
Así lo expuso Tiffany Sequeira, fisioterapeuta especialista en salud pélvica, en conversación con el medio británico Metro. "Es un mal hábito para la vejiga. Ir a orinar cuando no sientes la necesidad inmediata de hacerlo causa que tu vejiga se esfuerce por viacarse, cuando en realidad aún no está llena", dijo.
De acuerdo a sus estudios, esto genera una confusión en las señales que hay entre la vejiga y el cerebro, pues, recordemos que todo nuestro organismo está conectado entre sí. "Por lo general, a medida que la vejiga se llena, el tramo de orina que presiona contra la pared de la vejiga crea señales en el cerebro que dan como resultado la siguiente serie de impulsos, lo que finalmente hace que llegues al baño y orines", explicó.
Por esa razón, ir al baño cuando no sentimos la nacesidad de orinar, puede provocar una disfunción de la señalización de la vejiga. La experta añade, entonces, que "con el tiempo, su vejiga se acostumbra a orinar a una capacidad menor de lo normal, lo da como resultado una 'vejiga débil".
Es muy importante mantener la vejiga y el suelo pélvico en óptimas condiciones, sobre todo en el caso de las mujeres, que por su fisiología son más proprensas a padecer incontinencia urinaria (pérdida de control de la vejiga) -que alrededor del 70 % de las mujeres de 35 y 65 años luchan contra ella- como también infecciones.
Sequeira recomienda "familiarizarse" con el suelo pélvico, que es una serie de músculos y ligamentos que sostienen la vejiga, el útero y el intestino. "Todo el mundo debería practicar sus ejercicios del suelo pélvico, pero son especialmente importantes si usted es alguien que siente que necesita orinar con frecencua y, a menudo, solo orina pequeñas cantidades", finalizó. .