Por Philip Ball

Era un bote de remos como ninguno antes visto.

El rey Jacobo I de Inglaterra y miles de sus súbditos acudieron a la ribera del río Támesis en Londres en 1621 para ver lo que parecía un milagro.

El bote tenía remos que salían de huecos sellados con cuero a los lados y el techo estaba completamente cerrado.

Ante la mirada de la multitud, el bote se hundió bajo la superficie del río.

Y se quedó ahí.

Por tres horas.

Aristócratas y plebeyos pensaron que los remeros se habían ahogado hacía rato pero para su asombro cuando el bote reapareció, la tripulación estaba sana y salva.

Es más, contaron que habían estado en el fondo del río por un rato, que hasta habían remado hacia adelante y atrás a su antojo.

El primero de la historia

Los reportes escritos después reconocen cuán valioso podía ser el novedoso sumergible.

"No es difícil imaginar la utilidad de este invento en tiempos de guerra, (...) naves enemigas ancladas pueden ser atacadas en secreto y hundidas inesperadamente usando un ariete".

Esta reconstrucción del submarino con remos fue probada -con éxito- en el Támesis. (Foto cortesía de www.geograph.org.uk)

El inventor de ese buque -el primer submarino real de la historia- estaba a bordo durante la demostración ante el rey.

Era holandés, pero había estado trabajando durante varios años en la corte de Jacobo I.

En vida, sus inventos fueron usados y admirados por personajes de la talla del astrónomo, físico, ingeniero, filósofo y matemático italiano Galileo Galilei; el astrónomo, astrólogo y matemático alemán Johannes Kepler y el filósofo, químico y físico anglo-irlandés Robert Boyle.

No obstante, por alguna razón, nunca alcanzó la fama de ninguno de esos gigantes intelectuales de la nueva era de la ciencia.

Su nombre era Cornelius Drebbel.

Entre la ciencia y la magia

La primera vez que escuché la historia del submarino de Drebbel, me pareció que resumía la casi mágica ingenuidad que floreció en la época isabelina y después.

Sin embargo, me pregunté cuánto de la historia podemos creer. Varias personas la contaron, pero no necesariamente estuvieron presentes.

¿Cuán genial era Drebbel? ¿Realmente él y su tripulación sobrevivieron tres horas bajo el agua sin nada que los conectara a la superficie?

Drebbel había nacido en 1572 en la ciudad neerlandesa de Alkmaar y empezó a inventar cosas desde su adolescencia, cuando se enamoró de la química.

Alrededor del cambio de siglo hizo una fuente para la ciudad holandesa de Middelburg, donde dicen que conoció a los renombrados fabricantes de lentes del lugar, entre ellos los dos hombres usualmente acreditados con la invención del telescopio.

Drebbel aprendió a pulir lentes y más tarde hizo un microscopio que parece haber sido la base de aquellos utilizados por celebridades científicas como Galileo y Hooke.

Jacobo I sucedió a Isabel I, la prima de su madre María Estuardo, quien fue decapitada tras ser condenada por autorizar el asesinato de la reina.

Para 1606, la reputación de Drebbel por su capacidad de invención era tan buena que Jacobo I lo invitó a trabajar en su corte, donde creó maravillas ópticas como la cámara obscura y las usó para hacer trucos como cambiar instantáneamente el color de su ropa.

Hizo también una especie de horno controlado con un termostato en el que podía incubar huevos de gallinas y patos todo el año. E instrumentos que, como Drebbel mismo dijo, "se tocaban solos, con los rayos del Sol".

Pero su invento más celebrado para el rey inglés fue una máquina de movimiento perpetuo, o perpetuum mobile, como era llamada entonces en el latín de los eruditos.

Un visitante alemán escribió en 1609 sobre ella y dejó una descripción de la apariencia del inventor.

"Su Alteza Real fue al parque en Eltham a ver el perpetuum mobile. El nombre del inventor es Cornelis Drebbel, nacido en Alkmaar, un hombre de cabello muy claro y buenmozo, de modales muy amables, diferente a este tipo de personajes".

El artilugio de Drebbel fue muy posiblemente el que le describió a Galileo en 1612 su pupilo Daniello Antonini:

"Hace varios días me enteré de que el rey de Inglaterra posee un perpetuum mobile en el que un líquido se mueve en un tubo de vidrio, subiendo y bajando de tal manera que parece (dicen) el flujo y reflujo del mar. Al reflexionar, se me ocurrió que eso se dice para mantener la causa real en secreto, y que la verdad del asunto es que ese movimiento se debe al cambio en el aire y es causado por calor y frío".

Antonini evidentemente era un buen estudiante y no se dejaba engañar.

Aunque en esos días nadie sabía que el movimiento perpetuo -movimiento eterno sin ninguna energía que lo impulse- es imposible, él probablemente dedujo que lo que provocaba el sube y baja de un líquido dentro de un tubo de vidrio vertical eran los cambios en la presión y temperatura del aire.

En otras palabras, se trataba de una especie de barómetro.

Hijo de Zeus

Algunos de los que vieron la famosa máquina de movimiento perpetuo dicen que era puesta en movimiento con un tipo de gas o alcohol que Drebbel sabía hacer.

En un libro sobre alquimia y los elementos en 1604, Drebbel mismo dice que el salitre, cuyo componente es nitrato de potasio y era un ingrediente de la pólvora, podía ser calentado para que soltara una clase de aire que hace que el hierro caliente o el plomo fundido crujan y estallen con un ruido como de trueno.

El párroco inglés Thomas Tymme, quien se interesaba mucho por la alquimia, escribió en 1612 que la ampolleta del móvil perpetuo estaba llena de lo que llamó "un alcohol ardiente extraído de materia mineral".

Johannes Kepler, en Praga, se enteró de que Drebbel sabía cómo hacer eso y escribió en 1607:

"Si puede crear un nuevo alcohol con el que puede mover y mantener en movimiento su instrumento sin pesos o propulsor, en mi opinión es Apolo".

La quintaesencia del aire

Drebbel empezó a pensar en el submarino más o menos en 1618 y Jacobo I lo vio en acción unos años más tarde.

Una de las personas más interesadas en lo que Drebbel hacía era el científico Robert Boyle, quizás el principal experimentador en la Royal Society.

En 1660 escribió que, tras preguntar cómo hizo el inventor holandés para mantener vivos a hombres no acostumbrados a pasar tanto tiempo bajo el agua sin sofocarse, le respondieron que "Drebbel concibió que no es todo el cuerpo del aire sino cierta quintaesencia (como dicen los químicos) o una parte espirituosa de él,es lo que sirve para respirar (...)".

"Cuando, de tanto en tanto, se daba cuenta que la parte más fina y pura del aire había sido consumida o congestionada por la respiración y vapores de los que estaban en su nave, abría un recipiente lleno de su licor y rápidamente le restauraba al aire tal proporción de partes vitales que lo tornaba nuevamente, y por un largo rato, apto para respirar".

En pos del secreto

En 1663, el secretario de la Royal Society Henry Oldenburg fue a ver al yerno de Drebbel con la esperanza de descubrir el secreto. Pero el yerno no lo reveló. Un francés que acompañó a Oldenburg escribió:

"Él poseía el secreto para mantener el aire perfectamente puro y hacerlo siempre apto para la respiración (...) usando la esencia que preparó y que llamó 'la Quintaesencia del aire'. Cuando transfundía el aire con una gota de eso, uno respiraba con un placer y facilidad tan grande como al estar en una encantadora colina".

¿Sabrías de dónde y cómo sacar oxígeno?

La habilidad de Drebbel para hacer oxígeno le permitió convertirse en un pionero en la exploración de lugares inhabitables.

Hoy en día es fácil extraer oxígeno puro del aire y meterlo en tanques para bucear.

Pero, ¿qué haces si no tienes aire a mano? ¿Si, por ejemplo, no estás en la Tierra?

Si alguna vez logramos poner bases en la Luna o Marte, no es práctico imaginar que llevaríamos oxígeno de nuestro planeta: el costo sería enorme.

Más bien, como lo hizo Drebbel, tendríamos que extraerlo del medioambiente mismo.

¿Y, qué fue de Cornelius Drebbel?

En 1626 estaba trabajando para la armada de Carlos I, haciendo explosivos y armas incendiarias.

Pero tuvo problemas y decidió que no estaba recibiendo suficiente reconocimiento por sus invenciones.

Tras su despido, todo empezó a ir cuesta abajo.

Parece que cayó en la pobreza, aunque es posible que no le importaran mucho sus circunstancias, al menos, eso es lo que uno imagina al leer una descripción sobre él de 1627:

"Vive como un filósofo y sólo está interesado en sus observaciones; desprecia todas las cosas de este mundo junto con sus grandes hombres, y prefiere saludar a un pobre que a alguien de buena posición.

"Drebbel se comporta como una persona simple e ignorante. Cuando le preguntan si puede hacer esto o aquello, dice que no. Sólo muestra su personalidad real a las personas que considera inteligentes o a las que desean serlo".

Cornelius Drebbel murió en 1633, y temo que el mundo ni se dio cuenta.

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