En 2016 se transformó en la primera mujer en liderar la Orquesta de Cámara de Chile. Es uno de los nombres más importantes en el mundo de la cultura local, en tiempos en los que las mujeres van logrando mayor visibilidad en la música docta, y al mando de la batuta.

Urrutia nació en Concepción, en una familia de músicos; ella eligió el violín como instrumento y ensayaba, desde los ocho años, tres horas diarias sin que nadie la obligara. Ha tenido una extensa carrera, tiene un doctorado de la Universidad de Michigan y ha trabajado en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Su vida tuvo un gran antes y después en 2011, cuando sufrió una trombosis cerebral. Eso la hizo definir lo que quería, ha explicado ella en entrevistas.

Se dio cuenta de que quería ser directora, y que debía por lo mismo enfocarse en esa ambición, y quitarle tiempo al violín. Además, fue invitada a participar en la Orquesta Bicentenario de Curanilahue, y ahí hizo el cambio de músico a directora, viendo el rol social y de transformación que tenía la música en los niños con los que tocaba. El rol del director ha sido tradicionalmente masculino y es Urrutia una de las que se abre camino ahí; la Orquesta de Cámara de Chile tiene cincuenta años y ella es la primera mujer que ha estado al mando.

En el momento que llegó a hacerse cargo a la OCCH -antes estuvo tres años al mando de la de Santa Fe-, salía el director Juan Pablo Izquierdo, y habían trascendido problemas entre él y los músicos; Alejandra debió enfrentar esto. Contó en entrevistas que su manera de conducir incluye un liderazgo horizontal:

“Trabajo a partir de la unidad y la colaboración. Me siento como una más de la orquesta. Unificaremos nuestras metas y haremos que los sueños se cumplan. Me interesan mucho las relaciones humanas. Hago un trabajo de meditación todos los días, porque quiero estar alineada con quien yo soy antes de enfrentarme al mundo”.

Publicidad